La Ronda, un 'búnker' que busca atención y más turismo
Conocida como La Ronda, esta calle del centro de Quito ha sido un emblema del turismo, pero que en los últimos años ha decaído y ha sido cercada por la delincuencia y el microtráfico.
Turistas nacionales y extranjeros visitan La Ronda, situada en el centro de Quito.
Emerson RUbio / PRIMICIAS
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Dos monjitas rezan el Ave María. "¡Libranos del fuego del infierno!", dicen frente a un altar donde hay un Jesucristo diminuto y un Niño Jesús enorme. Rezan otra vez. Y de fondo, en la capilla Reina de la Paz, situada en la calle La Ronda, suena una popular cumbia.
A las 18:30, las hermanas terminan de orar. Cierran las puertas de madera pesada y oscura. Y afuera -mientras tanto- los restaurantes, cafeterías y bares empiezan a abrir.
Despierta La Ronda. Despierta, pero no tanto.
Ubicada en el Centro Histórico de Quito, esta calle -cuyo nombre propio es Morales- habría sido el primer trazado de la ciudad desde la época indígena. Colindaba con la quebrada Los Gallinazos y fue cuna de pintores, músicos y poetas ecuatorianos.
Hace unos 15 años la regeneraron. Y, desde entonces, se convirtió en un emblema del turismo capitalino. Pero han olvidado regenerar sus alrededores. Es una burbuja en medio de microtráfico, delincuencia y trabajo sexual.
En los últimos años, La Ronda ha sido golpeada por los paros de 2019 y 2022. Y por una pandemia que aún le pasa factura. Quienes trabajan allí luchan por "resistir y persistir", aseguran.
Los arriendos, un doble filo
"Ya no llega la gente como antes", dice una señora -sin dientes y sin reparos- que cobra hasta USD 0,20 por el ingreso al baño, que está muy cerca del arco de entrada a la calle. "Le doy papel por USD 0,05", suelta enseguida.
A las 19:00 llega la gente. Pero no como antes.
Una policía de turismo da la bienvenida. "¿De dónde viene?", pregunta. Y luego invita a los caminantes, nacionales o extranjeros, a conocer un museo donde -además- hay figuras de cera y un chancho horneado que abre el apetito.
Hacia abajo, desde el occidente al oriente, está una calle de piedras grandes y flanqueada por casitas de colores, todas apiladas y con balcones. Hay locales cuyos nombres son también tradicionales: Caída y limpia, Dulce Tradición, Ñaña Maña, entre otros.
Ramiro Torres es dueño de uno de ellos. Es un hombre alto, que vive 53 años en La Ronda y a quien los malandros de los alrededores le tienen respeto.
Torres es, además, el presidente de la Asociación de Emprendedores Turísticos de La Ronda. "Estamos trabajando para mantener a La Ronda como lugar icónico de Quito, familiar y sin excesos", detalla.
No es tan sencillo. Lo sabe. "La pandemia nos ha afectado tremendamente", lamenta el presidente, pero destaca que si La Ronda no se ha convertido en una Mariscal -triste y vacía- es porque los dueños de los negocios son también propietarios de las casas.
Por lo tanto, no pagan arriendos, que en la zona oscilan entre USD 200 y USD 4.000.
Pese a ello, Torres afirma que de los 100 locales que había, ahora solo quedan 40, aunque según Quito Turismo, hay 70.
Con pena, el presidente relata que en esta semana, una panadería y emprendimiento de unos extranjeros cerró sus puertas, porque no podían pagar USD 500 mensuales.
Enganchadores, un problema reciente
Al costo elevado de la renta, se suman otras problemáticas. El exceso de ruido y enganchadores, aquellas personas que se acercan a los turistas para ofrecerles comida, trago o lo que fuere.
"¿Qué busca?". "¡Venga, venga, aquí hay cerveza, canelazos!". Dicen algunos -tres o cuatro- que se acercan a la gente. Que insisten, presionan e incomodan.
"No ocurre en todos los locales", afirma Emanuela Arango, propietaria de Dulce Tradición.
Ella asegura que ya hay un comité para manejar el tema, pues no está de acuerdo con esa labor. "Uno debe conquistar al cliente con la rica sazón y la buena atención", añade.
"Nuestra bandera de lucha es frenar este tipo de cosas, aunque sean mínimas", insiste Torres. Es necesario un debido control, dice. Aunque, para él, eso depende de los dueños de los locales.
Pero la desesperación por vender y la ausencia de turistas los empuja a 'enganchar' de alguna manera, aunque no todos estén conformes.
Falta seguridad en los alrededores
Son las 20:00. Un hombre esposado -joven, con cicatrices, sucio- va sentado detrás de un motorizado de la Policía, que lo lleva lejos de La Ronda. Lejos de los turistas.
"Nosotros vivimos en un búnker", dice Ramiro Torres. Pues esta calle es segura. Incluso, hay un puesto de policía de turismo y, por autogestión, los locatarios han tomado precauciones, como crear una brigada de seguridad y colocar cámaras.
Pero en los "alrededores hay que trabajar más", sostiene. "Vamos para que vean cómo es", le dice al equipo de PRIMICIAS.
Torres camina hacia un callejón que conduce a un parque y a una plaza vacía. Allí, detrás de un paso peatonal, están escondidas dos o tres personas que beben, fuman y viven en la oscuridad. No hablan. A veces roban.
Al bordear la zona, en el otro extremo, una mujer panadera sale del local y dice: "Hace poquito, aquí, donde ve, le arrancharon el celular a una persona, hace poquito".
Torres sabe los problemas que los rodean. Por un lado, está la avenida 24 de Mayo, donde hay microtráfico, y por otro, la plaza de Santo Domingo, tiene otros delitos.
"No podemos satanizar a la prostitución. Pero sí trabajar con ellas para involucrarlas turísticamente como lo hacen en otros países", señala.
El teniente coronel Juan Mauricio Chacón, subjefe del Distrito Manuela Sáenz, al que pertenece La Ronda, asegura que hay que tomar en cuenta esos factores vulnerables.
Para ello, han implementado estrategias operativas para brindar seguridad a los turistas. "En este espacio todavía mantenemos el control; aquí hay delitos individualizados".
Chacón subraya que el problema se agudiza cuando los visitantes salen en las madrugadas y en estado etílico. Es cuando los delincuentes aprovechan para robarles en los alrededores de La Ronda.
Si bien hay operativos en las madrugadas, el oficial insiste en que debe haber más control de parte de los locales en cuanto a la venta de bebidas alcohólicas. "Así la gente tiene noción del tiempo y del espacio y puede irse tranquilamente a sus domicilios".
Además, Chacón aseguró que han desplegado equipos en la plaza de Santo Domingo y en la avenida 24 de Mayo. Y cuando detienen a gente con droga, pasa lo mismo de siempre: quedan en libertad porque se declaran consumidores. Un juego del gato y el ratón.
Reactivación y la gastronomía
En La Ronda hay comida rica. Empanadas enormes, canelazos hirviendo, morocho caliente, pizza de piña, helados, chocolates, carne, pollo, cuy. Y algunos de estos manjares están expuestos en las entradas de los restaurantes.
A las 20:30, una pareja de extranjeros entra al restaurante de Emanuela Arango. Uno de ellos pregunta por las empanadas. Se sientan y ordenan.
Arango recuerda que desde hace seis meses hay más acogida de gente. Pero reconoce que "paulatinamente ha ido disminuyendo el turismo".
De hecho, 2022 fue un sube y baja, dice Ramiro Torres, el presidente de la asociación de emprendedores. En noviembre, gracias al 'Festival del Más Allá', organizado por Quito Turismo, y en diciembre, por las Fiestas de Quito, hubo un repunte.
Y en enero de 2023, también han sentido un bajón, acota.
Rubén Lara, coordinador de Promoción Internacional de Quito Turismo, destaca que el festival fue "un puntal bastante fuerte en 2022". Registraron la llegada de 53.000 personas solo para el feriado del Día de los Muertos (no hay otro dato referente a La Ronda).
Desde la institución, han intentado incentivar al turismo a través de proyectos, como 'Manos en la ronda', cuyo objetivo es recuperar algunos oficios tradicionales que tenía la ciudad.
Gerardo Zabala es el 'Rey del Trompo'. Parado afuera de su local, el hombre le cuenta a PRIMICIAS que para volver más atractiva a la zona, es necesario mejorar el menú y bajar los precios. Y, sobre todo, alejar a los borrachos: "Esos vienen, toman y sacan la amargura".
También se queja de la "delincuencia y el trabajo sexual". En ese momento, un perro se ensucia cerca de su puerta. Zabala grita: "¡Ya ve! De otros lados vienen a que el perro se haga aquí".
Lara, de Quito Turismo, dice que esa es una situación preocupante para el sector turístico. "Es una afectación muy grave lo que está sucediendo", lamenta.
Pero, según Arango, "aún estamos a tiempo de frenar los factores negativos".
Más tarde, la calle se va quedando sin gente. Y los dueños de los locales mantienen la esperanza de que todo vuelva a ser como antes. "Porque Quito es la carita de Dios, pero La Ronda es el corazón de Quito", concluye Torres.
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