Pobladores asumen el riesgo de cruzar el río Blanco en frágiles barcas
Tras la caída del puente en el río Blanco, los pobladores de recintos cercanos han optado por cruzar de una orilla a otra en barcas. El alcalde electo de Puerto Quito, parroquia en donde está el punto crítico, colaboró para regular esta labor.
Personas utilizan barcas para cruzar por el correntoso río Blanco, pese al riesgo.
Emerson Rubio / PRIMICIAS
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Se suben en barcas pequeñas e inestables para cruzar al otro lado del río Blanco. No usan salvavidas ni tampoco hay avisos de precaución. Pero muchos se arriesgan y ponen en peligro su vida para continuar con la rutina: ir al trabajo, al colegio o a la universidad.
La madrugada del 18 de marzo, la creciente del río Blanco destruyó el puente ubicado en el kilómetro 166 de la vía Calacalí-La Independencia, que era una de las más transitadas por los turistas de la Sierra para llegar a Esmeraldas. Pero no solo eso.
Su caída es un golpe para los habitantes de los recintos cercanos y también para el comercio, pues este puente conectaba Pichincha con Esmeraldas. Son 300 metros de distancia, que ahora los habitantes de la zona, como la parroquia de Puerto Quito, buscan solucionar con barcas que atraviesan río correntoso.
Hay dos alternativas
Eran las 16:00 del lunes 20 de marzo.
Fanny Manzaba se subió en una de las tres barcas que transportaban a la gente de una orilla a la otra y viceversa. Tardó, al menos, diez minutos en llegar al otro lado. Si no se arriesgaba a ello, la otra alternativa era ir en carro por una carretera que atraviesa la parroquia rural Valle Hermoso, en Santo Domingo de los Tsáchilas. Pero eso le hubiera tomado unas dos horas.
Ella vive en el recinto 29 de Septiembre, el más cercano a este punto crítico, pero está del lado de Pichincha. Ella trabaja en La Concordia, en Esmeraldas, es decir, en el otro extremo. Así que el lunes pagó USD 1 en la mañana y otro en la tarde. Lo que le pareció demasiado caro.
No es la única que debe recurrir a esta medida.
María Rosa Juela dice que es "un peligro". Pero no queda más. Su nieta debe ir a la universidad en La Concordia, entonces las pequeñas barcas son la opción más viable ahora mismo para continuar con las clases.
Pero, así como Manzaba, se quejó del precio impuesto por los barqueros, que empezaron con esta labor desde el domingo 19 de marzo.
Silvia Paute dice que debe costear al menos USD 8 diarios para que su hija pueda llegar a clases en La Concordia, al otro lado del puente. "Imagínese si ella va durante todos los días de la semana, voy a pagar USD 160 al mes", reprochó la señora.
Una hora más tarde, llegó un equipo de la Cruz Roja y de Riesgos. También estuvo el alcalde electo de Puerto Quito, Víctor Mieles.
Hubo una reunión con los pobladores de la zona y los usuarios para dialogar sobre diferentes puntos. Tras varias horas de discusión, salieron los acuerdos:
- Riesgos recomendó que todas las personas que crucen el Río Blanco en las barcas deben llevar chalecos salvavidas.
- Los precios de los viajes ya no serán de USD 1, sino de USD 0,50.
- Las personas que vayan a transportar motos o cargas deben pagar USD 1.
- La capacidad de las barcas es de 30 personas, pero en este caso solo podrán llevar a 10 por cada viaje.
En el lugar, Mieles aseguró que deben regular la operación de las barcas, porque la construcción del nuevo puente tardará, al menos, un año y medio. Por lo que esa será la alternativa de paso para los residentes.
Otras preocupaciones
A Paulo Espinoza, quien reside en el recinto El Tigre, a unos cinco minutos del puente, no le preocupa solamente cómo la gente puede cruzar el caudaloso río.
"Son alrededor de 30 recintos los que están más cercanos a La Concordia y se dirigen hacia allá por diferentes necesidades: enfermedad, servicios bancarios, etcétera", dijo.
Él aseguró que muchos pobladores se dedican al comercio de cacao, verde, yuca. Los compradores generalmente llegaban desde Esmeraldas, pero ahora deberán dar la vuelta por Santo Domingo de los Tsáchilas, lo que significa que les tomará más tiempo y más consumo de combustible.
Espinoza señaló que probablemente los finqueros deban abaratar los costos.
También golpeará a la decena de restaurantes y comedores que hay en la orilla de la vía. Durante el lunes estuvieron vacíos.
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