Cinco retos que enfrenta Ecuador para alcanzar la inmunidad de rebaño
El Gobierno aspira a vacunar a 14,8 millones de personas hasta finales de 2021 para lograr la inmunidad colectiva. Esta meta incluye a niños mayores de ocho años.
Personas esperan la aplicación de una de las dosis de la vacuna contra el Covid-19, el 18 de agosto de 2021, en Cuenca.
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El Ministerio de Salud (MSP) se acerca a su objetivo de vacunar a nueve millones de personas en sus 100 primeros días de gestión. El plazo vence el 7 de septiembre de 2021, pues se empezó a contar desde el 31 de mayo.
Hasta el 22 de agosto, el país ha logrado inmunizar por completo a más de 6,5 millones de ciudadanos, según el vacunómetro, la web oficial en la que se difunden las estadísticas del plan de vacunación.
La ministra de Salud, Ximena Garzón, asegura que el Gobierno cumplirá su promesa y ante ese escenario ya se plantea otro reto: alcanzar la inmunidad de rebaño hasta finales de 2021.
Para lograrlo, los epidemiólogos calculan que es necesario vacunar al menos el 85% de la población. En el caso ecuatoriano eso significa 14,8 millones de personas mayores de ocho años con el esquema completo.
Aunque los epidemiólogos Alberto Narváez y Andrea Gómez creen que existen posibilidades de que el Gobierno logre inmunizar a ese porcentaje de la población, admiten que se trata de una tarea compleja.
Sobre todo porque las investigaciones internacionales coinciden en cinco retos que tienen los países para lograr la inmunidad de rebaño.
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Inmunidad con fecha de vencimiento
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Uno de los principales problemas que enfrenta Ecuador, y los demás países del mundo frente al Covid-19, se relaciona con el tiempo de inmunidad que ofrecen las vacunas a la población. Hasta la actualidad, los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC) reconocen que aún no saben con exactitud cuánto dura la protección que brindan las vacunas. Lo que parece estar claro es que las vacunas no brindan una inmunidad de largo plazo. Es por eso que países como Israel, que tiene a más del 62% de su población completamente vacunada, decidió aplicar una tercera dosis en los adultos mayores de 65 años para mejorar su inmunidad. La ministra de Salud, Ximena Garzón, dice que esta opción aún es estudiada por el Gobierno. No se descarta esa posibilidad cuando la evidencia científica demuestre la efectividad de la administración de una tercera dosis. Ecuador igual se aprovisionará de unas 30 millones de vacunas hasta fin de año, ante la eventualidad de que sea necesaria esa tercera dosis.
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Seguridad de las vacunas en niños
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Para alcanzar la inmunidad de rebaño es necesario que al menos el 85% de los 17,5 millones de ecuatorianos se encuentren vacunados contra el Covid-19. Esto significa que el Ministerio de Salud debe inmunizar a 14,8 millones de personas. Para alcanzar este número se debería vacunar a niños desde los ocho años de edad. El problema es que la mayoría de fabricantes aún no han podido realizar estudios con esta población, por lo que no pueden garantizar la seguridad de las vacunas en niños menores de 12 años. Solo la farmacéutica china Sinovac ha dicho que su vacuna Coronavac es segura en niños de tres años en adelante. Aunque países como Brasil rechazaron la petición que hiciera el fabricante para aplicar sus dosis en su población infantil. La Agencia Nacional de Vigilancia Sanitaria de Brasil considera que "aún faltan datos para probar la seguridad de la vacuna contra el Covid-19 en este grupo etario". El Gobierno ecuatoriano ha dicho que está a la espera de los estudios científicos que demuestren que los niños no sufrirán efectos secundarios graves al momento de recibir la vacuna. Por lo pronto, desde septiembre de 2021 tiene previsto vacunar a niños desde los 12 años en adelante.
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La aparición de nuevas variantes
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La aparición de nuevas variantes del coronavirus es una de las preocupaciones más grandes que tiene la comunidad científica en la actualidad. No solo porque tienen la capacidad de contagiar a una mayor cantidad de personas, como es el caso de la delta, sino porque significa que los países deben buscar alternativas para frenar su dispersión. Una de las estrategias que han adoptado países como Israel, Estados Unidos y Colombia es la aplicación de una tercera dosis en los adultos mayores de 65 años. El epidemiólogo Alberto Narváez explica que en el caso ecuatoriano es difícil tomar esta decisión porque significaría "dejar de vacunar momentáneamente a los otros grupos etarios y no alcanzar la inmunidad de rebaño". El experto agrega que si el virus muta demasiado y da lugar a variantes más contagiosas o letales, la inmunidad colectiva se podría convertir en una aspiración utópica.
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La transmisión continúa
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Otro problema que la ciencia no ha podido despejar se relaciona con que las personas aun recibiendo las vacunas contra el Covid-19 pueden transmitir y contagiarse de la enfermedad. La epidemióloga Andrea Gómez explica que el principio básico de cualquier vacuna es evitar que las personas inmunizadas se contagien de una determinada enfermedad, como ocurre con el sarampión, por ejemplo. En el caso de coronavirus -dice la experta- esto no ocurre. "La necesidad mundial por tener una vacuna contra el Covid-19 obligó a que la ciencia desarrolle vacunas en tiempo récord que aún no impiden por completo el contagio, pero sí los casos graves". Gómez cree que el siguiente paso al que deben apuntar los fabricantes es a perfeccionar las vacunas para evitar que las personas inmunizadas no se contagien.
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Falsa seguridad de protección
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El avance del plan de inmunización contra el Covid-19 permite la liberación de las camas del sistema hospitalario. Según datos del Ministerio de Salud, las unidades de cuidados intensivos (UCI) han tenido un respiro desde mediados de julio de 2021. El fin de semana del 21 y 22 de agosto, el porcentaje de ocupación de las UCI que están bajo su administración era del 62%. Mientras que en la red pública integral de salud fue del 79%. Estas cifras, a pesar de ser alentadoras, también podrían producir "una falsa sensación de seguridad en la ciudadanía", advierte Narváez. El médico explica que las personas, al ver que los contagios bajan y que hay menos ingresos hospitalarios, tienden a relajarse y a no cumplir con las medidas de bioseguridad. "Y como la vacuna no impide por completo los contagios, se producen nuevos rebrotes impidiendo alcanzar la inmunidad de rebaño", sostiene. Narváez insiste en que la vacunación es la principal herramienta contra la enfermedad, pero "sin dejar de lado el uso de la mascarilla y el distanciamiento social".
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