La red de festivales nace en Cuenca para reactivar la economía del sector
Las presentaciones artísticas regresaron a Cuenca tras casi dos años de restricciones que pusieron en jaque la economía del sector cultural.
La obra de títeres Jabru, desde Colombia, abrió el Festival Titiricuenca. Cuenca, 1 de diciembre.
Cortesía
Autor:
Actualizada:
Compartir:
Durante la pandemia, un grupo de gestores creó la Red de Festivales, que agrupa a 10 iniciativas, con el fin de convertir a la capital azuaya en una “ciudad de festivales”.
La pandemia dejó ver que uno de los sectores más precarizados es el cultural y fue de los últimos en reactivarse, explica Boris Banegas, vocero de la Red de Festivales. “El objetivo de la red es crear una política pública para el desarrollo y sostenibilidad de estas manifestaciones, pero además, tenemos claro que pueden ir de la mano con el desarrollo económico y Cuenca tiene un gran potencial en ese sentido”, asegura.
La economía cultural puede generar ingresos en dos vías, detalla Banegas: “primero, están las familias que viven de la actividad artística y, en un nivel macro, está el impacto que los festivales pueden tener en la ciudad, que está muy vinculado al turismo”.
Según un diagnóstico hecho por la Casa de la Cultura Núcleo del Azuay durante la pandemia:
- El 68,6% de artistas y gestores culturales se quedó sin posibilidades de trabajar.
- El 92,36% no lograba satisfacer sus necesidades básicas, como la alimentación y pago de alquileres.
“Es un sector súper golpeado y eso es paradójico, porque hablamos de un sector que nos sostuvo en la pandemia: el cine, la música, por ejemplo”, dice Juan Andrade, director del Festival Internacional de Artes Escénicas Escenarios del Mundo, cuya decimoquinta edición se desarrolló en Cuenca a finales de noviembre.
Andrade dice que “es importante tener claro que la cultura no tiene una finalidad exclusivamente económica, sus objetivos son otros”, pero considera que en estos momentos los festivales son “una esperanza, un respiro” para los artistas y gestores.
En el festival que él dirige, por ejemplo, las fuentes directas de trabajo fueron para los actores, músicos, técnicos, equipo de producción, diseño, publicidad, imprentas. Pero también se activaron servicios como hospedaje, alimentación y transporte.
Los festivales grandes, por su inversión o por el número de días que se desarrollan, generan por lo menos 100 fuentes directas de trabajo en condiciones normales (antes de la pandemia), según datos de la Red.
Estos también generan un movimiento en el sector de bares y restaurantes. Escenarios del Mundo, por ejemplo, tuvo aproximadamente 10.000 asistentes este año, cuando las funciones se desarrollaron con aforo reducido. En años anteriores, el promedio ha sido 25.000 espectadores.
Andrade explica que la mayoría de estas personas, además de ir a ver las obras, van a comer o a tomar un café y eso se evidencia en cómo se activan los lugares cercanos al teatro.
Un impulso para el turismo
El movimiento económico del sector cultural está vinculado al turismo. Jaime Ulloa, director del Festival de Cultura Electrónica y Música Independiente Rotofest, que ya lleva 15 ediciones, explica esa relación con un ejemplo: antes de la pandemia, este evento generó alianzas con las instituciones que manejan el turismo en la ciudad y la provincia.
El festival se desarrollaba durante dos días, en un feriado nacional -carnaval, por ejemplo-, y las entidades empezaron a promocionar a Cuenca como un destino para vivir la experiencia de la música electrónica e independiente.
En el 2019 lograron un 70 % de ocupación hotelera. “Es un porcentaje importante, porque acá el único feriado que llena los hoteles es el de noviembre”, dice Ulloa.
El Rotofest es uno de los festivales cuencanos que más recursos invierte (aproximadamente USD 70.000) y genera cerca de 100 puestos de trabajo directos, además de actividades complementarias como una feria de emprendimientos, que permite generar otros recursos de forma indirecta.
Este año, debido a la pandemia, el festival no se desarrolló de forma presencial, pero tuvo una edición virtual en la que los músicos se presentaban en los sitios más atractivos del Azuay. Con esta idea, Ulloa buscó otro tipo de promoción turística, pese a no poder llevar al público a esos lugares.
“La idea de Cuenca, una ciudad de festivales puede ser una de las fortalezas de la ciudad, no solo en el centro y en las comunidades, también para afuera. Sabiéndolo aprovechar, es una vitrina más para el turismo en el país”, menciona Tatiana Olave, directora del Festival TitiriCuenca, que se desarrolló en los primeros días de diciembre.
Para Olave, en Cuenca existen las condiciones necesarias para llegar a ese objetivo:
"Una de las riquezas de la ciudad es la cantidad de buenos gestores que tiene y eso permite que estas actividades tengan un alto nivel".
Lo que falta, coinciden los gestores, son las políticas públicas que permitan el desarrollo de los festivales en mejores condiciones.
“Haber parado tanto tiempo en la pandemia ha hecho que los artistas sintamos de una manera enorme la falta de una política pública para solventar nuestras necesidades, pero hay iniciativas que nacen en colectivo, como esta, para generar esta discusión”, dice la cantante Vanessa Freire.
Por eso, los gestores piden a las autoridades locales que esta propuesta sea considerada para el Plan Cantonal de Cultura de Cuenca.
Las iniciativas que integran la red son variadas y apuntan a públicos diversos. Hay festivales de artes escénicas, títeres, guitarra, ópera, cine, danza, música independiente y culturas urbanas. En el último mes, se llevaron a cabo tres: el Festival de Artes Escénicas Escenarios del Mundo, el de Guitarras y el Festival de Teatro y Títeres Titiricuenca.
El objetivo de la red es que estas actividades se desarrollen a lo largo del año, para que Cuenca tenga la mayor parte del tiempo actividades culturales de alto impacto.
Compartir: