Más de 3.500 recicladores regresan a las calles de Quito impulsados por el hambre
Desde mediados de julio, los recicladores de la capital han retomado su trabajo de forma paulatina, pese al riesgo de contagio de Covid-19 y a la discriminación que sufren.
Tres recicladoras separan los materiales en la Asociación Quitumbe, en el sur de Quito.
Jonathan Machado
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Son las 20:15 del miércoles 23 de septiembre de 2020. En la Asociación de Recicladores de Quitumbe, extremo sur de Quito, Elbia Pisuña se prepara para una nueva jornada de trabajo como lo ha hecho durante 34 años.
Viste un traje rojo que apenas deja ver su rostro. Una mascarilla de tela y un par de guantes de caucho completan su traje de seguridad que la protege del coronavirus.
Junto a otros siete recicladores, cinco de ellos mujeres, recorren todos los días las calles del sur de la ciudad en busca de plástico, cartón, botellas PET, vidrio y chatarra.
La jornada, generalmente, empieza a las 19:00 y se extiende hasta la madrugada con temperaturas que pueden descender hasta los cinco grados centígrados. Todo depende de la cantidad de material que recolecten y si logran vencer el cansancio de las siete horas de caminata.
Desde mediados de julio de 2020, los más de 3.500 recicladores de Quito han regresado paulatinamente a las calles de la ciudad. Han retomado su trabajo aunque esto signifique exponerse al Covid-19 y a los peligros que se esconden entre los escombros.
Además, muchos son víctimas de discriminación, pues en ocasiones son confundidos como delincuentes.
"Estábamos desesperados por la falta de alimentos. Es difícil ver que un hijo llora de hambre", dice Elbia, madre de seis niños.
Menos botellas por recolectar
Elbia reconoce que ser reciclador no es un trabajo fácil, pues el esfuerzo físico de cada día no se refleja en un mejor estilo de vida.
A su regreso a las calles, la realidad ya no es la misma. Decenas de personas han optado por convertirse en recicladores ante la falta de un empleo o por haberlo perdido durante la crisis sanitaria.
Este aumento ha ocasionado que la Asociación de Recicladores de Quitumbe, que tiene 18 miembros, pase de reciclar 18 toneladas mensuales a solo siete.
Si hay menos botellas por reciclar, disminuyen los ingresos económicos en un oficio poco rentable. Si antes de la pandemia, un reciclador ganaba USD 180 mensuales, ahora el monto apenas llega a los USD 90.
A pesar de que ha trabajado como recicladora desde hace 34 años, no fue sino hace poco menos de tres años cuando Elbia dejó de sentir vergüenza de su oficio.
"Es un trabajo como cualquier otro e incluso más importante porque ayudamos a descontaminar las calles de la ciudad y del país".
Elbia Pisuña, recicladora de Quito.
El sueño de Elbia es que sus hijos terminen sus estudios y que se conviertan en profesionales. "Si eso se cumple, mi esfuerzo de todos estos años tendrá su recompensa".
Peligros constantes
Caminar sola por las calles de Quito no es fácil y peor aún en las noches. En julio de 2020, Elbia fue víctima de un asalto en el que resultó herida.
"Me robaron el celular y me golpearon en la cabeza cuando puse resistencia", recuerda la mujer.
Desde ese momento, los recicladores de la Asociación Quitumbe optaron por comunicarse constantemente para saber si hay alguna novedad durante la jornada.
Si alguno presenta un problema, los miembros de la asociación acuden al lugar con la ayuda de la Policía.
Pero el riesgo a un posible asalto no es el único peligro que enfrentan. También los amenaza la posibilidad de contraer alguna enfermedad por el contacto con la basura y con materiales altamente contaminados.
Es por eso que Elbia pide a la ciudadanía que separe los desechos en sus domicilios. No solo para facilitar su trabajo, sino también para evitar que la basura llegue al relleno sanitario de la ciudad.
Tal es la cantidad de basura en Quito, aproximadamente 2.200 toneladas diarias, que la Empresa Empresa Pública Metropolitana de Gestión Integral de Residuos Sólidos anunció que el basurero público está a punto de cumplir su vida útil.
A esto se suma que los líquidos que produce la basura -conocidos como lixiviados- se acumulan en las piscinas del relleno sanitario de El Inga sin ningún tratamiento desde diciembre de 2020.
Para disminuir los riesgos al que se exponen los recicladores, el alcalde de Quito, Jorge Yunda, entregó 300 kits de bioseguridad a quienes trabajan en la Estación de Transferencia Norte, sector de Zámbiza.
El objetivo es evitar que los recicladores se conviertan en un foco de infección para sus familias.
Un oficio de mujeres
La Red Nacional de Recicladores (Renarec) estima que unas 20.000 familias viven del reciclaje en Ecuador, lo que significa que alrededor de 80.000 personas dependen de esta actividad.
De ellas, alrededor del 75% son mujeres cabeza de hogar, integran el grupo de la tercera edad o sufren enfermedades crónicas.
"La falta de oportunidades laborales y la pobreza son factores que obligan a que las mujeres opten por este trabajo", según Laura Guanoluisa, presidenta de la Renarec.
Ella sostiene que ser reciclador no es fácil "porque los hijos, por más pequeños que sean, deben quedarse solos en casa mientras salimos a trabajar".
Guanoluisa dice que, durante los meses de confinamiento, muchas familias que viven del reciclaje tuvieron que vivir de donaciones ante la imposibilidad de trabajar.
Ahora que el país vive una nueva normalidad, los recicladores han vuelto a las calles, pero con el miedo de contagiarse y de llevar el virus a sus hogares.
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