Reacción temprana salva a las cárceles del Covid-19 en Ecuador
Pese a la rápida propagación del coronavirus en el país y al hacinamiento, en los 59 centros de reclusión aún no existen casos confirmados de la enfermedad.
En el CRS de Jipijapa, en Manabí; se realiza una valoración médica a un preso que estuvo en aislamiento preventivo por Covid-19.
SNAI
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El sábado 29 de febrero, a las 10:00 de la mañana, la entonces ministra de Salud, Catalina Andramuño, anunciaba el primer caso de coronavirus en Ecuador. Se trataba de una paciente que llegó de España.
El mismo día el Servicio Nacional de Atención Integral a Personas Adultas Privadas de Libertad y a Adolescentes Infractores (SNAI), que se encarga de las cárceles del país, emitió en cuestión de horas cuatro memorandos de emergencia:
- Uno con disposiciones para el funcionamiento de las 59 cárceles ante una posible emergencia epidemiológica.
- Otro con las medidas que debían adoptar los directores de los centros de reclusión luego de anunciado el primer caso de Covid-19.
- Una solicitud de protocolos de seguridad médica dirigida al Ministerio de Salud para ejecutar un plan de prevención en las cárceles, acompañada de un pedido de mascarillas y gel antiséptico.
- Una solicitud a la Coordinación Administrativa Financiera del SNAI para la compra de mascarillas y gel para el personal administrativo, el de seguridad y para los presos.
Y con base en los protocolos enviados por el Ministerio de Salud, el 3 de marzo estaba listo el primer documento de lineamientos para evitar la propagación de coronavirus en las cárceles ecuatorianas.
Desde entonces ese protocolo ha sido actualizado dos veces: el 16 y el 27 de marzo.
El 3 de marzo, nueve días antes de que se declarara la emergencia sanitaria nacional, las cárceles restringieron sus visitas.
En la entrada de los centros se prohibió el acceso para quienes presentaran tos, fiebre, dificultad respiratoria o hubieran estado fuera del país durante los 14 días anteriores.
Y desde el 15 de marzo las visitas se suspendieron totalmente.
Hasta hoy, 28 días después del inicio de la emergencia y 39 desde la aparición del primer caso en el país, el sistema carcelario ecuatoriano se mantiene sin casos confirmados.
Esta situación contrasta con lo que vive el resto de Ecuador, donde hasta el 8 de abril hubo 4.450 casos confirmados y 242 muertes por coronavirus. Y la presencia del virus se reportó en las 24 provincias.
Sangrientos motines
Mientras que en Ecuador las medidas se aplicaron en las cárceles de manera ordenada, en otros países disposiciones como la suspensión de visitas o la falta de medidas para evitar los contagios provocaron sangrientos motines.
En Italia, luego de que se suspendieron las visitas, los presos de la cárcel de Módena protagonizaron un motín que terminó con la muerte de seis reclusos el 8 de marzo.
14 días después, en la Cárcel Modelo de Bogotá, Colombia, 23 presos murieron y 83 resultaron heridos en un amotinamiento. Los detenidos intentaron huir en medio de una protesta para exigir medidas para evitar la propagación del Covid-19.
El sociólogo especialista en seguridad, Lautaro Ojeda, dice que la ausencia de contagios en las cárceles ecuatorianas muestra un correcto trabajo técnico de prevención.
La pronta decisión de aislar totalmente a la población carcelaria ha evitado que el virus llegue a través de las visitas.
Mientras que para los nuevos ingresos de presos, hay un protocolo de aislamiento.
Casos sospechosos
Aunque no hay casos confirmados, en las cárceles del país sí han existido casos sospechosos que han sido descartados con valoraciones médicas de emergencia.
Una de las primeras alertas se encendió el sábado 28 de marzo, en el Centro de Detención Provisional en Quito, cuando un grupo de 20 presos presentó aparentes problemas respiratorios.
Todos fueron aislados y las autoridades llamaron al ECU-911. Luego de una valoración se estableció que tenían cuadros de gripe y faringitis.
En Sucumbíos, en cambio, el dirigente político Roberto Pachamama, detenido por el delito de paralización de servicios públicos, durante el paro de octubre de 2019, presentó malestar, pero la valoración médica concluyó que se trataba de una infección intestinal.
Cuando hay sospechas de que uno o varios detenidos pueden haberse contagiado de Covid-19, éstos son aislados hasta que se descarte la presencia del virus:
Elevado hacinamiento
La ministra de Gobierno, María Paula Romo, reiteró el 8 de abril que el sistema carcelario ecuatoriano se mantiene en una situación de hacinamiento.
Según los datos del SNAI, las 59 cárceles del país empezaron la emergencia con 39.743 presos, es decir, con una sobrepoblación del 39,45%.
Por esta razón, y para mantener a los centros sin casos, se han hecho esfuerzos para reducir la población carcelaria.
El SNAI prepara informes sobre detenidos dentro de grupos vulnerables para que la Justicia les otorgue la carta de liberad condicional u otras medidas alternativas al encierro.
Unos 474 expedientes para beneficios penitenciarios y cambio de régimen de presos han sido revisados desde el 1 de marzo hasta el 6 de abril.
Además, el SNAI solicitó a la Justicia que la prisión preventiva sea utilizada solo en casos de fuerza mayor para evitar que la población carcelaria siga creciendo.
Para las personas que son detenidas por incumplir las medidas de aislamiento social por el virus se dictan otras medidas en lugar de la prisión.
Según el Ministerio de Gobierno, 1.024 personas han sido detenidas por incumplir el decreto 1017 que instauró el Estado de Excepción y las medidas de restricción de movilidad en el país.
Pero, de acuerdo al SNAI, solo 300 de ellas han entrado al sistema carcelario y son aisladas al ingresar a los centros.
Reduciendo el estrés
Para evitar amotinamientos entre la población carcelaria, el SNAI ha optado por actividades de recreación para los presos. De manera que no alcancen altos nivel de estrés.
Ricardo Camacho, exsubsecretario de Rehabilitación Social, ha insistido en redes sociales en que una de las salidas más apremiantes es lograr contactos de los presos con sus familias, a través de herramientas virtuales, para bajar la presión psicológica.
En varios centros de privación de libertad se ha puesto en marcha un programa de activación del círculo familiar de los detenidos a través de videollamadas.
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