Mercado, villa y capital: tres momentos y una misma ciudad
Vista panorámica del centro y norte de Quito, el 4 de diciembre de 2019.
Diego Corrales / Primicias
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Esa particular topografía de Quito hizo que las culturas prehispánicas la descartaran como el sitio donde debía emplazarse una ciudad.
Antes de la Colonia sus habitantes vivían en los valles aledaños. "Donde las tierras son más aptas para la agricultura y construcción de viviendas", relata Patricio Guerra, cronista de la ciudad desde 2016.
Tampoco era ideal para la construcción de fuertes militares que la protegieran de posibles invasores.
Pero la actual Quito sí tenía una importancia estratégica, pues la centralidad, en relación a esos valles, a los del sur y el nororiente, la convertían en un importante centro de trueque e intercambio, relata el historiador estadounidense Frank Salomon.
Quito era un espacio para el intercambio de productos entre comunidades que se asentaban en Checa, Tumbaco y Sangolquí con las del noroccidente, como Nono, Calacalí y Pomasqui.
Guerra dice que con el paso del tiempo la centralidad e importancia que Quito ganó dentro del Imperio Inca hizo pensar que podía ser un espacio de desarrollo.
Fue la conquista española la que terminó de consolidar a este valle inmerso en quebradas, pantanos y pendientes como una villa y luego en una ciudad.
Fue hasta 1534 -cuando Sebastián de Benalcázar tomó posesión de Quito- que la corona decidió que San Francisco de Quito fuera constituida como una ciudad.
Guerra dice que las técnicas de construcción que trajeron los españoles y el desarrollo de la arquitectura fue lo que consolidó a Quito como una ciudad importante en América.
"Es así que las quebradas, las pendientes y los pantanos fueron rellenados para que sirvieran de base para la construcción de las primeras casas, iglesias y calles" agrega Guerra.
El Centro Histórico, alma de la ciudad
El centro de la ciudad fue donde se concentró el poder político, económico y comercial. También donde se construyeron las viviendas de las familias más adineradas de la ciudad.
Mientras que los asentamientos que se alejaban de este sector fueron ocupados por trabajadores, siervos y comerciantes, recuerda Guerra.
Con el paso del tiempo el comercio se apoderó del centro y éste fue abandonado por las familias de clase alta, que se trasladaron entre 1940 y 1950 al sector de La Mariscal y de la avenida Colón.
El Centro Histórico quedó en manos de los comerciantes, que al no contar con suficiente espacio optaron también por construir viviendas al sur de la ciudad.
Quito quedó socialmente marcada: el norte, habitado por las clases pudientes y el sur por la clase trabajadora, "un estereotipo que hasta la fecha sigue en la mente de los quiteños", dice Guerra.
Una expansión que no para
A mediados del siglo XX Quito experimentó tres fenómenos importantes: una fuerte migración, el crecimiento del parque automotor y la expansión hacia los valles de Tumbaco, Los Chillos y Cumbayá.
Esto hizo que la ciudad evidenciara problemas de movilidad que hasta la fecha no se solucionan.
Las administraciones de los alcaldes Paco Moncayo, Mauricio Rodas y Jorge Yunda han tratado de buscar alternativas para mitigar este problema, pero sin éxito.
Mientras las autoridades de turno luchan contra los embotellamientos, Quito sigue expandiéndose con la construcción de planes habitacionales y vías que no dan respiro a la ciudad y que parecen no tener un límite.
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