Municipio de Quito planea sembrar un millón de árboles hasta 2023
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cxortesía Municipio
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El Municipio de Quito no tiene claro el promedio de áreas verdes por metro cuadrado que tiene la capital. Lo que sí sabe es que está por debajo de los recomendado por la Organización Mundial de la Salud, de nueve metros cuadrados por habitante.
Eso a pesar de que, en 2013, Quito estuvo cerca de lograrlo pues alcanzó un promedio de 8,8 metros cuadrados de áreas verdes por habitante. La ciudad tenía algo más de 2,4 millones de habitantes.
Ese cálculo, que es el último realizado por el Municipio, no incluye a los parques Metropolitano Guangüiltagua, Metropolitano del Sur y La Armenia.
Dos factores han contribuido en esa reducción: el crecimiento de la ciudad -que hoy tiene 2,7 millones de habitantes- y que cientos de áreas verdes fueron reemplazadas por construcciones de todo tipo: centros comerciales, vías y planes habitaciones.
Marco Romo, director de Patrimonio Natural de la Secretaría del Ambiente, dice que esa reducción es más notoria en el norte de Quito "donde casi no hay áreas verdes, aparte de los parques La Carolina, Bicentenario y Metropolitano".
Pero el déficit está presente en toda la ciudad. Según el estudio de 2013, en el sur de la ciudad el promedio llegaba a niveles mínimos de seis metros cuadrados por habitante.
El concejal de Quito y experto en temas ambientales, Juan Manuel Carrión, dice que a pesar de que la capital está rodeada de grandes extensiones de bosques, "la mancha urbana se ha robado gran parte del espacio verde".
Juan Palacios, representante de la Corporación de Manejo Forestal Sustentable (Comafors), insiste que "el arbolado urbano no es suficiente para los 2,7 millones de habitantes que tiene la ciudad".
Es por eso que señala que las iniciativas público-privadas han servido para aumentar el número de árboles en Quito.
Por ejemplo, Corporación Maresa y Comafors sembraron 250 alisos en el Parque Bicentenario en mayo pasado y el objetivo es plantar otros 250 en 2020.
Otra iniciativa que apunta a aumentar las áreas verdes es el Bosque de Arupos que se situará en el sector de El Trébol (centro de la ciudad), que es promovido por el abogado y escritor Rafael Lugo.
Un millón de árboles
Pero la apuesta más ambiciosa es la que anunció el alcalde Jorge Yunda, en la última sesión solemne del Municipio: Quito contará con un millón de árboles más hasta 2023, cuando termine su administración.
El objetivo es acercarse a las recomendaciones de la OMS para evitar que la mancha urbana le siga ganando terreno. Marco Romo, director de Patrimonio Natural de la Secretaría del Ambiente, admite que el ofrecimiento es ambicioso, pero ejecutable.
Es por eso que el Municipio ha previsto USD 1 millón para el proyecto, es decir, 1 USD por cada árbol.
"Hay puntos estratégicos de conservación en zonas como Pachijal, Camino de los Yumbos, Yunguilla, Cerro las Puntas, donde se sembrará gran parte del millón de árboles", agrega Romo.
El concejal Juan Manuel Carrión dice que "no solo se trata de sembrar por sembrar; hay que tener un plan de conservación para evitar que esos árboles mueran o sean vandalizados".
Romo dice que en caso de que un árbol sea maltratado se aplicará la Resolución 001 de la Secretaría de Ambiente -expedida en 2016- que determina que si una persona tala o daña un árbol, debe sembrar 10.
Con esta norma espera precautelar los árboles que existen y los que serán sembrados.
Mejorar la calidad del aire
Uno de los efectos que el Municipio busca con la siembra del millón de árboles es mejorar la calidad del aire de la ciudad.
Valeria Díaz, directora del Laboratorio de la Calidad del Aire de Quito, dice que la calidad del aire presenta niveles aceptables durante todo el año, según el Índice que mide la contaminación en la capital.
Sin embargo, la falta de arbolado - y por ende de humedad- ocasiona que la humedad en el aire pueda bajar tanto que llega a "nivel de alarma en verano".
Otros días críticos son la noche de 31 de diciembre y madrugada del 1 de enero por el uso de pirotecnia y quema de monigotes.
"En estos dos días las partículas ocasionadas por las quemas se elevan los niveles de monóxido de carbono, dióxido de nitrógeno y dióxido de azufre", agrega Díaz.
Además, señala que los metales de la pólvora se condensan en el aire, lo que puede traer complicaciones respiratorias a las personas.
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