Los presos en espera de sentencia tienen un riesgo más alto de suicidio
En Ecuador, el reciente suicidio de José Agusto, alto exfuncionario público e investigado por supuesta corrupción, pone en debate nuevamente el uso de la prisión preventiva.
Presos de la Cárcel de El Inca, en Quito, reciben una charla sobre derechos humanos, el 13 de noviembre de 2020.
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La Organización Mundial de la Salud (OMS) asegura que, a escala mundial, existen siete grupos humanos, incluyendo a los presos, entre los cuales las tasas de suicidio son más altas que las promedio del resto de la población.
Se trata de personas:
- Jóvenes (edades 15-49).
- Ancianos, especialmente hombres.
- Indígenas.
- Pacientes con enfermedades mentales.
- Personas con un historial de abuso de alcohol y/o de sustancias.
- Quienes hayan tenido un intento suicida previo.
- Personas en custodia.
El último grupo, justamente, se relaciona con quienes están detenidos. Y hay dos razones: las características individuales de los presos, así como las condiciones ambientales de las cárceles.
Uno de los factores predominantes que incide en un posible suicidio tiene que ver con el impacto psicológico del arresto y del encarcelamiento.
Ítalo Rojas, experto en psicología forense y criminología, explica que ese impacto es muy fuerte. Al ser encarcelada, la persona siente que pierde el derecho más valioso, después de la vida y la salud, que es su libertad.
Esta sensación es causada, según el estudio de la OMS, por la soledad forzada, la falta de privacidad y el encierro. Pero, también, por el temor a lo que les deparará el futuro en su entorno social y familiar o la falta de oportunidades de trabajo cuando sean liberados.
Rojas añade que este impacto es, incluso, más difícil de procesar para personas que han sido arrestadas por primera vez. Y a esto se deben sumar, explica el experto, el repudio social y familiar que en ocasiones caen sobre la persona detenida.
"Es una circunstancia inédita que podría rebasar todos los mecanismos psicológicos de adaptación, afrontamiento y compensación de una persona, llevándola a una angustia tal fuerte que ve en la muerte la única salida", explica Rojas.
Y menciona que hay casos en los que una persona se quita la vida porque sabe que no va a soportar el escarnio de la condena, la prisión y la vergüenza y decide que es mejor terminar con todo para salvar su honor y, a la vez, saldar una deuda moral con la sociedad.
Un ejemplo de este tipo de casos es el suicidio en 2019 de Alan García, expresidente de Perú. El político se quitó la vida cuando la policía se preparaba para detenerlo por presuntos actos de corrupción.
En espera de sentencia
La OMS identifica dos perfiles de presos con más riesgo de atentar contra su vida:
- Los reclusos en espera de juicio.
- Los presos sentenciados.
El primer grupo es el que tiene mayor riesgo. Según los datos del organismo, los detenidos en espera de juicio tienen una tasa de intento de suicidio aproximadamente 7,5 veces mayor al promedio.
Dentro de este grupo, son los hombres jóvenes, de entre 20 y 25 años, solteros y que han infringido la ley por primera vez, quienes están más expuestos.
En ocasiones, los suicidios de este tipo de presos ocurren en una etapa temprana de su detención. Con frecuencia en las primeras horas, debido al aislamiento repentino y al trauma provocado por el arresto.
El segundo período de riesgo es cuando se aproxima el momento de una comparecencia ante las cortes. Más aún cuando se prevé un veredicto de culpa y una sentencia condenatoria severa.
"Una gran cantidad de los suicidios en las cárceles ocurrió los tres días anteriores a una comparecencia en la corte".
OMS
Y el tercer momento de riesgo se relaciona con lo que se conoce como "agotamiento". Este llega después de 60 días de reclusión, cuando los presos sienten un desgaste emocional.
La realidad ecuatoriana
Los reclusos en espera de sentencia son personas que, por decisión judicial, reciben una orden de prisión preventiva para evitar su fuga ante un eventual juicio o condena.
Y las cifras en Ecuador de este tipo de personas son altas.
Al cierre de 2020, según los datos del Servicio de Atención Integral (SNAI), el 40% de la población carcelaria no tenía sentencia. Es decir, está detenida de manera preventiva.
Es decir, más de 15.000 presos en el país están detenidos sin que se haya determinado si son culpables. Y son objeto del impacto psicológico identificado por los expertos como factor de riesgo para el suicidio.
El caso Agusto
En Ecuador no hay cifras oficiales sobre la incidencia de suicidios en las cárceles. Sin embargo, este problema conjugado con el llamado 'abuso' de la figura de la prisión preventiva, volvió a debate el 23 de mayo de 2021.
Ese día, en la Cárcel 4 de Quito, José Agusto Briones, exsecretario de la Presidencia de la República y exministro de Energía, fue hallado muerto. Según los primeros reportes oficiales, se trata de un suicidio por ahorcamiento.
María Dolores Miño, abogada experta en derechos humanos, opina que se debe empezar a cuestionar el abuso de la prisión preventiva en el país.
Así como también la "espectacularización" de las causas por corrupción, que afecta el derecho a la presunción de inocencia de los acusados.
Agusto era parte de una investigación por presunta delincuencia organizada. Según la Fiscalía, comandó una red que exigía sobornos de empresas privadas a cambio de agilizar pagos del Estado y desvanecer glosas en la Contraloría.
El ahora fallecido fue detenido el 13 de abril de 2021. Y por el riesgo de fuga y de interferencia en el proceso, el juez Felipe Córdova le dictó prisión preventiva.
Un mes después de esa decisión judicial su defensa apeló, pero la prisión fue ratificada. Ese día, el 13 de mayo, José Agusto escribió una carta desde la cárcel asegurando que se habían tomado su nombre injustamente y pidiendo que lo dejaran defenderse en libertad.
Solo 10 días después llegó su muerte.
Joan Paúl Egred, abogado de la familia Agusto, dijo a PRIMICIAS que por el momento no se va a abordar públicamente el caso, ni tampoco los resultados del informe forense del supuesto suicidio. Esa fue la decisión de la familia.
En sus últimas declaraciones públicas, el defensor pidió por Adolfo Agusto, hermano del fallecido, quien también está detenido en la Cárcel 4 por el mismo caso. Fue él quien habría encontrado el cuerpo sin vida de su hermano en el baño de la celda.
Egred solicita a las autoridades que se libere a Adolfo Agusto para que pueda defenderse fuera de prisión. El pedido, sobre todo, se basa en el temor por el efecto psicológico que podría tener en él lo ocurrido con su hermano.
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