Perros sin control hacen de las suyas en Nayón, el Jardín de Quito
La parroquia rural de Nayón atrae a los turistas capitalinos por la gastronomía y, sobre todo, por los viveros. Pero los perros sueltos y la suciedad los alejan. Residentes piden ayuda para solucionar este problema que afea a la parroquia.
Los perros hacen de las suyas en Nayón, una parroquia rural de Quito.
Emerson Rubio / PRIMICIAS
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"Si Nayón tuviera un río, fuera un paraíso", dice Alfonso María Lamiña, uno de los artífices de que a esta parroquia rural la bautizaran como el Jardín de Quito.
Abrió uno de los primeros viveros en aquel poblado, situado en el nororiente de la ciudad, hace unas cuatro décadas. Y aún lo mantiene lleno de flores y plantas que perfuman esta tierra prometida, cuya temperatura y ubicación la han vuelto un imán turístico y residencial.
La cabecera cantonal de la parroquia tiene más de 50 hectáreas y, además de los invernaderos, hay una oferta gastronómica que seduce por la variedad.
Pero en este jardín no todo huele a rosas.
Una tierra de flores
Si hay algo que presume Nayón son sus plantas: orquídeas de colores, cucardas frescas, bonsáis rarísimos... Pero estas tierras no siempre fueron 'fértiles', recuerda Lamiña, nacido hace 68 años en aquella localidad de más de 20.000 habitantes.
"Era un pueblo muy alejado de Quito. Muchos menospreciaban a las plantas y solo unos cuantos vendían árboles al Municipio", dice el hombre.
Nayón estaba rodeado de fábricas textileras y sus pobladores -elegantes y con sacos en hombros- trabajaban allí. Otros pocos, en cambio, se dedicaban a los sembríos, como su madre. Hasta entonces, no les interesaban los invernaderos.
Lamiña se hizo profesor y pronto migró a Santo Domingo, donde había encontrado un empleo. Mientras él iba a la escuela, su esposa María Anaguano -en secreto- recogía plantas.
Pero su estadía en la tierra tsáchila solo duró dos semanas, pues regresaron a Nayón y empezaron a vender las plantas que María había guardado celosamente en el mercado de Santa Clara, en el centro de Quito.
Dice el hombre que si en aquel entonces, en 1974, el sueldo mensual era de 800 sucres, quedaron estupefactos cuando en un día lograron conseguir 3.800 vendiendo flores.
No había que pensar más. Ahí estaba el negocio. "Si no se enamoran de la plata, no llegan a ninguna parte", suelta Lamiña con una carcajada de satisfacción.
Hacia el 75 ya sembraban plantas y las vendían en las "casas de los ricos" y también en otras partes del país. Viajó. Conoció. Años después, compró una camioneta que la parqueaba afuera de su casa, en Nayón, para ofrecer las plantas.
Según la última estadística de 2019, hay aproximadamente 300 viveros en Nayón.
En 1986 buscaron un local. Lamiña y su esposa abrieron un vivero y con el tiempo, la parroquia rural se convirtió en un jardín lleno de invernaderos y en un atractivo para los turistas, sobre todo, capitalinos. Llegar a Nayón tarda menos de una hora.
Pero no solo llegan por eso.
La gastronomía
La avenida Quito, en Nayón, es una de las más populares. Hay decenas de negocios: tiendas, fruterías, carnicerías y restaurantes. Pero en los últimos meses han proliferado, sobre todo, las marisquerías, donde venden cangrejos.
Los fines de semana, la gente llega exclusivamente para degustar de estos alimentos.
En la calle Nuestra Señora de Santa Ana, que se conecta con la avenida Quito, está María Bertha Viteri. No vende mariscos, pero su restaurante fue uno de los primeros en la parroquia.
Ella, de 67 años y nacida en Latacunga, compró un terreno en Nayón en 1982. En ese tiempo, recuerda, había unas diez casas a la redonda. Y estaban construyendo la avenida Simón Bolívar, ahora una de las vías más importantes de Quito, que va de norte a sur.
Empezó vendiendo almuerzos a los volqueteros de aquella obra. Pero el negocio no era tan lucrativo, así que ella y su esposo migraron a Estados Unidos. Unos años después, regresaron y levantaron el restaurante 'Paradero Las Palmas', más conocido como las fritadas de Nayón.
Fue inaugurado un 24 de mayo y hasta Fabián Alarcón, quien fue prefecto de Pichincha, llegó para degustar de los platillos típicos (yahuarlocro, caldo de patas...) que María Bertha preparaba, eso sí, con las recetas que su madre le había enseñado y que a muchos les gustaba tanto.
Había pérdidas, por supuesto, reconoce María Bertha. "Pero gracias a Dios, el negocio se ha mantenido", añade.
Para ella, que ha sido testigo de la transformación de Nayón, la evolución de la parroquia es de un 300%. No le disgusta que haya más competencia, pues asegura que mientras más oferta hay, más gente llega.
Sin embargo, hay cosas que afean al Jardín de Quito.
La suciedad empaña la belleza del jardín
Es viernes. Y en el parque central de Nayón dos perros se pelean por un costal lleno de vísceras. Llega uno y se traga todo lo que puede. Luego otro. Y otro.
Alfonso Lamiña y María Bertha Viteri reprochan que haya perros sueltos, ya que van por las calles ensuciándolas. PRIMICIAS recorrió la zona y encontró más de 30 popós de perros en la avenida Quito, que huele muy mal.
María Bertha dice que deberían multar a los dueños o llevarse a los perros. Lamiña, en cambio, afirma que este problema se debe solucionar con esterilización. "La gente venía a botar a los animales, una vez dejaron cuatro en un cartón", recuerda.
Danilo Chanchay vive 52 años en la parroquia. Lamenta que este problema empañe las maravillas que esconde Nayón, pero asegura que es por "falta de educación". La gente debe recoger las heces en fundas. Pero nadie lo hace.
Con ello coincide Daniel Anaguano, presidente del Gobierno Autónomo Descentralizado (GAD) de Nayón. Asegura que el lunes 27 de marzo de 2023 tuvo una reunión en la Coordinación de Salud del Municipio sobre el tema.
"Hay una falta de operatividad de la entidad responsable del control", explica.
Anaguano señala que no encuentran el mecanismo adecuado para identificar al dueño del perro. Pero los ciudadanos sí y, sin embargo, no hay consciencia. Por eso, en esta semana, dice, se envió publicidad de cuál es el mecanismo de denuncia, ya que cada morador debe hacerlo.
Pero el problema de los perros sueltos deriva de uno igual de grave.
Anaguano advierte que la gente saca la basura a las calles en horas inadecuadas para su recolección. "Se les ha solicitado a los vecinos que no lo hagan (...) pero lamentablemente es poca la colaboración que se tiene de la comunidad", alerta.
Cómo es vivir en Nayón
Danilo Chanchay dice que con los años se enamoró del clima, de 23 grados centígrados en promedio, y de la tranquilidad. "Esta parroquia, en comparación con otras, siempre ha sido pujante y su gente muy trabajadora", reseña el habitante.
Para él, esta tierra es bendecida. No hace tanto calor como en Tumbaco ni tanto frío como en Quito. Además, su temperatura es propicia para el crecimiento de las plantas.
Eso ha hecho que la parroquia se vuelva un imán para nuevos conjuntos residenciales que están levantándose hacia las afuera del casco colonial, donde hay edificaciones exclusivas y cuya plusvalía, según Chanchay, ha escalado rápidamente.
Según el portal inmobiliario Properati, en Nayón, el promedio de venta por metro cuadrado en departamentos es de USD 1.233, y en casas es de USD 1.157.
Según el presidente del GAD, Daniel Anaguano, hay más de 100 urbanizaciones a nivel de Nayón. Pero tiene una preocupación. "No queremos que nuestro territorio se convierta en Cumbayá, donde el 90% pasó a ser urbanizaciones", lamenta.
Por ello, asegura que han pedido que se reduzcan los costos de los lotes para que quienes son oriundos puedan acceder a esas tierras y "disfrutarlas", finaliza.
Operativos y controles
Para los habitantes, en los últimos meses ha habido un incremento de la inseguridad.
Segundo Napoleón Flores, suboficial de la Policía y quien opera en Nayón, dice que en 2022 hubo robos de domicilios en urbanizaciones privadas y también robos de vehículos. "Fueron limitados, pero en una parroquia pequeña generan un percepción de inseguridad", añade.
Debido a la migración de delitos por los operativos en Iñaquito, Jipijapa y La Mariscal, la delincuencia se ha desplazado a esta parroquia. Pero, a través de estrategias de la policía comunitaria, ha logrado frenar la inseguridad.
Además, se habilitaron tres bases de control que funcionan las 24 horas. Y desde el año anterior, en julio, se abrió una Unidad de Policía Comunitaria (UPC) en Tacuri, la parte central de Nayón, por donde hay mucha circulación vehicular. "Eso ha permitido reducir al 100% los robos a domicilios en estos sectores (...) así como el robo de vehículos", afirma.
Solo dos casos de robo de domicilios han ocurrido en 2023. Robos de vehículos no se han registrado en lo que va de este año, detalla el suboficial.
Por otro lado, el policía dice que en Nayón hay pobladores que han recibido llamadas extorsivas ('vacunas') y para ello se han dado charlas o capacitaciones de qué deben hacer los propietarios de locales comerciales para que eviten ser víctimas.
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