2.103 parteras mantienen vivo ese oficio en Ecuador
Ilustración de una partera.
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María Antonia Shiguango es pequeña, de piel canela y tiene unas manos llamativamente grandes con las que ha atendido más de 3.000 nacimientos en sus 66 años como partera en Archidona, provincia del Napo.
Tiene 78 años y afirma que empezó como aprendiz a los cinco años. Atendió su primer parto cuando apenas tenía 12.
Antes de eso observaba cómo su madre, Elena Chimbo, acompañaba y aconsejaba a las mujeres desde el embarazo hasta el día del parto.
Aprendió de ella a desarrollar el sentido del tacto para saber si la placenta estaba bien, si el bebé estába encajado para nacer o si podía haber complicaciones en el parto natural.
Recuerda que cuando tenía cinco años observó por primera vez un parto atendido por su madre. "Fueron más de 10 horas de labor hasta que un niño llegó al mundo sin problemas", dice.
Ese día decidió ser partera y acompañó siempre a su madre cuando ayudaba a otras mujeres a dar a luz.
A los 12 años se convirtió en partera principal con el reconocimiento de su comunidad, los quichuas de Archidona, en Napo. En esa primera experiencia, recuerda, ayudó a una mujer a dar a luz a una niña.
Utilizó los conocimientos ancestrales que aprendió de su madre y le dio de beber aguas medicinales para disminuir los dolores.
Mama Antonia, como la conocen sus allegados, aún practica el oficio de la partería y está orgullosa de ser parte de la historia de miles de familias de su ciudad.
Ella es una de las 2.103 parteras comunitarias identificadas en el país. De este número, 1.181 son reconocidas por el Ministerio de Salud.
Jhon Arias, director Nacional de Salud Intercultural subrogante, dice que en 2016 se creó el Manual de Articulación de Prácticas y Saberes de Parteras Ancestrales.
En el documento se establecen parámetros de trabajo complementario entre la institución y las parteras, con el objetivo de reconocer sus saberes.
Además, abre la posibilidad para que ellas tengan acceso a hospitales y centros de salud para acompañar a sus pacientes durante el parto, junto a los médicos que las atienden.
El trabajo del Ministerio consiste en capacitarlas para que puedan reconocer signos de alarma durante el parto. "Si hay un sangrado o problemas con el bebé, las parteras pueden acudir o llamar al hospital para recibir apoyo", explica Arias.
El funcionario dice que la idea es que los conocimientos tradicionales se mantengan y que se les pueda brindar herramientas básicas para evitar complicaciones en los partos.
Germán Cisneros, presidente de la Sociedad de Ginecología de Pichincha, cree que es necesario que el Estado reconozca la importancia de las parteras.
Además, considera que el Ministerio de Salud debe intensificar las capacitaciones en las que se complementen los cuidados básicos de la medicina científica con los conocimientos empíricos de las comunidades.
Año de la partera
La Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró a 2020 como el Año de la partera o también conocida como matrona.
El organismo dice que este oficio es fundamental en el campo asistencial para que millones de personas tengan acceso a la salud.
Jhon Arias, director Nacional de Salud Intercultural subrogante, dice que la declaratoria incluye "a las parteras profesionales, es decir, aquellas que cuentan con un estudios avalados por instituciones de educación superior".
El Ministerio reconoce este oficio en las obstetrices, pero no con las parteras que viven en las ciudades.
María José Silva estudió partería en México durante dos años. Regresó a Ecuador en 2018 y, desde esa fecha, ha atendido dos alumbramientos.
"Mi formación tiene el respaldo de la medicina científica que se complementa con saberes ancestrales", explica.
Es por eso que Silva cree que el Estado debe reconocer este oficio para que las parteras tengan acceso a un salario y a un título profesional, que les permita vivir de su labor.
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