Así fue la lucha de Paola Roldán por la despenalización de la eutanasia
Paola Roldán murió el 11 de marzo de 2024. Sus últimos cuatro años de vida los dedicó a luchar por la despenalización de la eutanasia.
Paola Roldán junto a su esposo, en su casa en Quito.
Paola Roldán
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"Morir sin vergüenzas, sin culpas. Libre. Celebrando mi vida". Este fue el deseo de Paola Roldán, la mujer ecuatoriana que, gracias a una demanda en la Corte Constitucional, logró la despenalización de la eutanasia en Ecuador.
Luego de cuatro años de lucha, Roldán falleció el 11 de marzo de 2024, un mes después de que la Corte Constitucional aceptó su pedido de declarar la inconstitucionalidad del artículo 144 del Código Integral Penal.
Ese apartado señala que "la persona que mate a otra será sancionada con pena privativa de libertad de 10 a 13 años". Por lo que bajo esta norma, la eutanasia era considerada como homicidio.
El 10 de noviembre de 2023, PRIMICIAS publicó el testimonio de Roldán, en el que recuerda que la decisión de morir no fue fácil, pues nadie quiere separarse de sus padres, de su esposo y de sus hijos.
"Es un acto de valentía, de desprendimiento y generosidad conmigo misma, con quienes me rodean, con otros pacientes de ELA y con la comunidad médica. Ahora que puedo comunicarme, que puedo decirles a mi hijo y a mi esposo que los amo", fue su anhelo.
Roldán recordó que en 2020 fue diagnosticada con esclerosis lateral amiotrófica (ELA). Una enfermedad rara y sin cura que destruye las células nerviosas que controlan los músculos que controlan los movimientos voluntarios.
"En agosto de 2020, mientras daba clases de yoga no pude sostenerme y caí al suelo. Ese fue el primer síntoma que recuerdo. Pocos días después me di cuenta que, cuando me duchaba, me costaba sostener los brazos para lavarme el cabello. Me hice exámenes médicos y no encontraron nada", respondió por escrito.
La mujer, que murió a los 42 años, recorrió los mejores de hospitales de Ecuador y de Estados Unidos, hasta que escuchó el peor diagnóstico: su esperanza de vida era de 18 meses, pues la enfermedad que padecía no tiene cura.
"Cuando entré al Internet a leer algo, fue tan espantoso lo que encontré, que decidí cerrarla y nunca más investigar sobre ella. Solo lloré y lloré".
Un violento deterioro
Apenas pasaron seis meses y la salud de Paola Roldán se deterioró tanto, que ya casi no podía moverse. Dependía de su familia y de un grupo de enfermeras para hacer movimientos rutinarios para cualquier otra persona.
Su peso cayó a 80 libras y quedó postrada en su cama dependiendo de un respirador mecánico que le permitía sobrevivir.
"Respiro como la máquina quiere que respire. A veces necesito pausas, a veces necesito más aire. Estoy a merced de un aparato", dijo en ese cuestionario.
Sin autonomía
Una de las consecuencias más duras que Roldán tuvo que enfrentar desde que la esclerosis lateral amiotrófica empezó a invadir su cuerpo fue la pérdida de su autonomía. No podía bañarse, hacer sus necesidades básicas, abrazar a su hijo, ni "limpiarme los mocos".
Le resultaba doloroso "ser testigo de una transformación radical de todas mis relaciones: social, familiar, de pareja".
Decía que la enfermedad la llevó al límite de ver cómo sus sueños se desvanecían, mientras no tenía otra opción que permanecer en una cama.
El apoyo de su familia
Roldán siempre destacó el rol que cumplió su familia en su decisión de elegir el día de su muerte.
El apoyo que recibió de su padre, de su esposo y de su hijo le dio la fortaleza para no decaer en la lucha por alcanzar la despenalización de la eutanasia.
En el testimonio publicado por PRIMICIAS, Roldán destacó que, desde el primer momento, sus familiares respaldaron su decisión, pese a que fue un "proceso imposiblemente duro y doloroso, pero en el que ha primado el amor y el respeto por mi decisión".
Estas palabras se reflejan en el comunicado en el que sus familiares confirmaron su muerte. El padre de Paola, Francisco Roldán, destacó que ella se despidió en paz y con un "les amo".
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