Pandemia hace tambalear modelo de ciudad del Partido Social Cristiano en Guayaquil
En la zona conocida como Cañaveral, en Guayaquil, sus habitantes carecen de servicios básicos. Una familia camina por la calle de tierra, el 8 de mayo de 2020.
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La pandemia ha desnudado uno de los ejes del discurso del Partido Social Cristiano: Guayaquil como modelo exitoso de ciudad.
Según el Observatorio Ciudadano de Servicios Públicos, nueve de cada 10 guayaquileños necesitaron ayuda humanitaria para sobrellevar el aislamiento obligatorio.
Hay barrios periféricos como Ciudad de Dios o Monte Sinaí, donde el acceso al agua y a la electricidad es todavía un privilegio.
PRIMICIAS contactó a Marisol Chávez, líder barrial de Cañaveral, un barrio de escasos recursos localizado al noroeste de Guayaquil.
La primera vez que PRIMICIAS la contactó fue en abril, a inicios de la pandemia, pero más de un mes después, Marisol Chávez dice que las 1.000 familias que habitan en Cañaveral siguen sin agua y los kits alimenticios que prometía el Cabildo nunca llegaron.
Ahora, con la adopción del semáforo amarillo en Guayaquil, Chávez dice que los habitantes de Cañaveral han podido salir a trabajar. La mayoría de ellos se dedica al comercio informal.
Según César Cárdenas, titular del Observatorio de Servicios Públicos, la situación de los sectores populares, como Cañaveral, pone en evidencia “la gran realidad de un modelo exitoso que colapsó frente a un virus”.
Expectativa versus realidad
Durante 28 años Guayaquil ha sido bastión del Partido Social Cristiano (PSC), que ha controlado la Alcaldía. Primero fue con León Febres Cordero, quien estuvo al frente del cabildo desde 1992. Luego le llegó el turno de ocupar el cargo a su coideario, Jaime Nebot.
Este último, a su vez, entregó la Alcaldía a la también líder socialcriatiana Cynthia Viteri, quien actualmente ocupa el cargo.
Pero fue Nebot quien forjó el paradigma del “modelo exitoso de Guayaquil”, por considerar que la ciudad había alcanzado altos niveles de bienestar luego de décadas de malas administraciones municipales.
Para Nebot, quien creó un Comité privado de Emergencia por el Covid-19, la provisión de agua potable en Guayaquil antes de su gestión llegaba al 64% y ahora es del 98%.
“En la emergencia sanitaria, ninguna competencia de responsabilidad del Municipio falló. Agua potable, alcantarillado o recolección de basura funcionaron con eficacia”, asegura Nebot en un comunicado de este Comité, publicado a inicios de mayo.
Pero las cifras del Cabildo solo toman en cuenta a los barrios formales y que pagan impuestos municipales.
Mientras que las extensas zonas de invasiones ubicadas en las periferias de Guayaquil quedan por fuera no solo de la ciudad formal sino de las estadísticas. En esas zonas, el Observatorio estima que el 21,9% de las familias no cuenta con servicios básicos.
Además hay hacinamiento, pues el 16,6% de la población vive en casas precarias, según el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INEC).
Son viviendas que no superan los 60 metros cuadrados, con techos de zinc que concentran el calor y sin ventanas o acceso a áreas verdes.
El sociólogo José de Luca ha analizado la evolución de la ciudad en estos últimos 10 años. Asegura que el PSC concibió a un Guayaquil ligado al negocio, donde se ha privilegiado el desarrollo del casco comercial.
"Esa concepción hace que los sectores populares sean atendidos a medias. Es verdad que hay calles asfaltadas, pero faltan agua potable y alcantarillado", expresa De Luca.
Sobre el hacinamiento en Guayaquil, el sociólogo enfatiza que en "una covacha donde viven 10 personas es imposible permanecer en cuarentena".
Hambre, muertos e informalidad
Las cifras del Ministerio de Salud indican que los contagios de Covid-19 en Guayaquil superan los 9.300. El número de muertos por coronavirus es un dilema aparte.
Oficialmente hay cerca de 700 fallecidos por la enfermedad, pero también existen las llamadas muertes probables.
Entre la última quincena de marzo y abril, la Gobernación llegó a recoger hasta 100 cadáveres por día en los domicilios.
En medio de estos datos del impacto de la pandemia, la alcaldesa Viteri reconoció que "era difícil controlar a la gente cuando tiene hambre". Lo decía por el incumplimiento de los ciudadanos a las restricciones de movilidad.
Quienes salían a las calles durante la cuarentena eran vendedores informales y otros trabajadores que viven del día a día. En total hay 198.000 subempleados en la ciudad, según el INEC.
Mientras que el Observatorio Ciudadano estimó que un 50% de guayaquileños no tuvo un trabajo estable durante los dos peores meses de la pandemia.
De Luca afirma también que la informalidad es un problema de la ciudad, porque los guayaquileños son básicamente comerciantes. "Esto se resuelve con organización popular, algo que no existe en Guayaquil", añade.
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