Padres de familia son los guardianes de escuelas en Guayaquil
Los padres de familia de la unidad educativa Monseñor Leonidas Proaño permanecen alerta en los exteriores de la escuela, mientras sus hijos reciben clases. Ellos vigilan que sus hijos no sean atacados por delincuentes.
Padres de familia en los alrededores de la unidad educativa Monseñor Leonidas Proaño en Flor de Bastión. Guayaquil 9 de agosto de 2022.
Carolina Mella
Autor:
Actualizada:
Compartir:
Una hora antes de que suene el timbre de salida de clases en la unidad educativa Monseñor Leonidas Proaño, en el sector Flor de Bastión, en Guayaquil, los padres de familia colocan una cinta amarilla con la palabra "peligro", para cercar el perímetro de la escuela.
"Nos tomamos la seguridad de nuestros hijos para evitar que merodeen los vendedores de droga y los ladrones que no tienen respeto por ninguna vida", dice Ximena, quien espera a su hijo de 10 años.
Homero y Lucrecia son los primeros en llegar. Tienen un negocio ambulante de mango, dulces, y juguetes en una carreta afuera de la escuela. Dos de sus cuatro hijos también estudian ahí.
“Yo pongo la cinta amarilla de este lado para controlar que no pasen las motos que van a toda velocidad”, cuenta Homero.
“No dejamos que los niños vengan con teléfonos, porque eso los convierte en objetivos para los delincuentes, no podemos descuidarnos ni un instante”, añade Lucrecia.
Los padres esperan pacientes y atentos de cualquier situación alrededor. Ni ellos llevan consigo sus celulares, por temor a que los asalten.
Además, "hace unos meses atrás, en otra escuela, un niño desapareció a la salida de la escuela y lo encontraron por el Guasmo. Por eso venimos casi todos los padres a recoger a los niños nosotros mismos", dice Manuel.
"Los padres de familia están actuando como policías y como agentes de tránsito”, reconoce Arnaldo Alarcón, director de este centro educativo.
“Muchos están afuera cuidando que no haya personas que vendan sustancias ilícitas y cierran la vía para que no pasen vehículos, ni motos. Colaboran activamente”, sostiene Alarcón.
La iniciativa nace de una reunión que convocó el establecimiento educativo, días antes del inicio de clases presenciales.
El motivo: El aumento de la inseguridad en la ciudad, que afecta también al sector de Flor de Bastión, donde los moradores han cercado el barrio con portones y alambre de púas.
“Hemos hecho solicitudes para que esté la Policía y la Agencia de Tránsito Municipal (ATM). Vienen de vez en cuando, pero no siempre”, asegura Alarcón.
El pedido de la presencia policial en los exteriores de las escuelas también lo han hecho los colegios particulares laicos de Guayaquil, pero tampoco han tenido éxito, cuenta su presidenta Martha Córdova.
“Los policías metropolitanos vienen a tomarse fotos y se van, ni siquiera se quedan hasta que los niños entren a la escuela”, dice Córdova.
Pero los riesgos en niños y adolescentes son de todo tipo y están dentro y fuera de los establecimientos educativos.
La Dirección Nacional de Policía Especializada en Niños, Niñas y Adolescentes (Dinapen) de la zona 8, que comprende Guayaquil, Samborondón y Durán, ha recibido varias alertas.
Dos han sido por estudiantes a los que se les han encontrado armas en la mochila.
Otra por tiroteos en los alrededores de la escuela en Socio Vivienda 2. "Algunas balas ingresaron a la escuela, afortunadamente ningún estudiante, ni personal de la institución resultaron heridos”, manifiesta Andrés Rivadeneira, de la Dinapen.
“Pero se estableció que existen riñas de bandas en ese sector que afectan el desarrollo de las clases en ese centro y, además, hemos tenido dos alertas de maltrato físico por parte de los niños”, añade Rivadeneira.
La Dinapen asegura que realiza charlas de prevención sobre distintas formas de violencia en por lo menos tres instituciones educativas al día.
Compartir: