Las fundaciones, un apoyo para los pacientes con cáncer en el país
Los pacientes con cáncer afiliados al IESS vivieron 72 horas de incertidumbre tras el anuncio de Solca de que no atendería las derivaciones por falta de pago.
Pacientes en la sala de oncología del hospital Abel Gilbert Pontón de Guayaquil, febrero de 2022.
Redacción Primicias
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En Ecuador, el cáncer es una de las 10 causas de muerte entre mujeres y hombres. En 2020 se diagnosticaron 29.273 nuevos casos y en el mismo año, provocó la muerte de 15.123 personas.
Pero tratar el cáncer es costoso y la mayoría de los ecuatorianos no puede solventar los gastos, mientras que el Estado no asegura el tratamiento ni la atención para los pacientes en la red pública de salud, como el IESS, Solca y sus propios hospitales.
Una muestra de eso ocurrió el último fin de semana, cuando Solca anunció que no recibirá pacientes del IEES por incumplimiento del convenio de pago de los USD 140 millones por servicios oncológicos desde 2008.
Tras el cruce de comunicados, finalmente Solca levantó la medida y aseguró que atenderá a los pacientes nuevos derivados del IESS.
A esto se suma la falta de especialistas, equipos y medicamentos en el sistema de salud pública.
Por ello, fundaciones como la de Lucha Contra el Cáncer de Seno, de Poly Ugarte, y Jóvenes Contra el Cáncer surgen como la única alternativa para guiar a los pacientes en la batalla por sobrevivir.
"Hemos realizado campañas de tamizaje para ver en la población qué es lo que tiene, y descartar cualquier enfermedad antes que sea un cáncer", explica Poly Ugarte, quien asegura que en estos casi 15 años han llegado a 1,2 millones de personas con sus brigadas médicas.
Su trabajo es preventivo, al detectar los casos en estación temprana. Cuando lo hacen, le explican al paciente el procedimiento.
La Fundación Jóvenes Contra el Cáncer se enfoca en el acompañamiento psicológico a los pacientes con cáncer y sus familiares.
"Se asesora y direcciona sobre procesos hospitalarios, tratamientos y medicamentos", dice su director Gustavo Dávila.
El objetivo es reforzar los derechos del paciente, pero la responsabilidad del acceso al tratamiento lo tiene el Estado y ahí hay pocas alternativas.
“Si el Ministerio de Salud dice que ha logrado el 70% de abastecimiento de medicamentos y el IESS incluso menos que eso, eso quiere decir que hay un 30% de pacientes que no recibirá su tratamiento”, dice Dávila.
“La gente sigue muriendo en silencio, mientras el cáncer se extiende en sus cuerpos, sin sus escudos que son las medicinas”.
Gustavo Dávila, Fundación Jóvenes Contra el Cáncer.
La lucha por sobrevivir
Esa fue la sentencia que le dieron a Lis Alarcón, quien libró una batalla de dos años contra el IESS, el Ministerio de Salud y Solca para poder contar su historia de supervivencia a un cáncer linfático.
En 2017 le diagnosticaron linfoma de Hodgkin y le aplicaron el protocolo de quimioterapia regular que hay en el país, pero no hizo efecto alguno contra uno de los tipos de cáncer más severos como es éste.
“Después de tres intentos me desahuciaron, no me dieron alternativas de otros tratamientos, solo me mandaron a casa a morir”, recuerda Lis.
Era una paciente del IESS derivada a Solca. “La atención en general es mala, deprimente, tu vida no vale nada para el hospital, a excepción de unos cuantos médicos”, dice Lis.
Fue justo su médico tratante quien le dio una alternativa con el riesgo de ser despedido.
“Me dijo que había un tratamiento que es parte de los protocolos de otros países y que ha funcionado para este linfoma. Averiguamos y costaba USD 4.000, lo necesitaba cada 15 días”, relata.
Pero los médicos no pueden recetar ese tratamiento porque no es parte del cuadro básico de medicamentos.
“Así que pedí una acción de protección contra las tres instituciones para que entre ellas no se lancen la pelota diciendo que no es su responsabilidad y traigan el tratamiento”, explica Lis.
Y ganó. El IESS tuvo que comprar el medicamento, que llegó cuatro meses más tarde y después de mucho insistir.
Sin embargo, Lis tenía urgencia y, a través de rifas, préstamos, cuotas entre la familia y donaciones de campañas en redes sociales, consiguió los primeros miles de dólares para comprar las dosis que necesitaba.
“Mi familia viajó a Colombia a comprarlo, tuvo que cruzar la frontera con el riesgo de que la detuvieran con el medicamento”, dice Lis.
El hijo de 13 años de Verónica Mejía tiene el mismo linfoma de Hodgkin. Se lo detectaron el día de su cumpleaños número 10, en el hospital Baca Ortiz, en Quito.
El tratamiento que hay en el país no era efectivo.
El niño logró un trasplante de médula “pero los médicos no le enviaron tratamiento después de eso, dijeron que estaba curado y no le mandaron nada. Ahora que recayó me dicen que mi hijo debió seguir recibiendo medicamentos”, relata Verónica.
En marzo de este año, cuando el cáncer volvió a extenderse, lo desahuciaron.
“Para el hospital lo fácil fue decirme que me lo llevara a casa, me negaron el tratamiento aún sabiendo que existen otros y que hay posibilidades de salvarle la vida”, dice Verónica.
La justicia también negó la acción de protección para obligar al Ministerio de Salud a que le dé el tratamiento. Mientras tanto, con préstamos, donaciones y rifas han conseguido cuatro dosis y otras dos todavía están pendientes de pago.
“Joel comenzó a sentirse mejor a los 10 días de empezar a recibir este medicamento. Se le pasaron los dolores, que ni con la morfina se le quitaban. Ya no se cansa tanto y tiene buen apetito”, relata la madre.
Un tratamiento costoso
El tratamiento contra el cáncer es tan costoso, que las opciones de vivir están en manos del IESS, el MSP o Solca.
“En este país, las mujeres con cáncer de mama mueren por no tener USD 4.500”, dice Poly Ugarte, quien hace 15 años venció la enfermedad.
Desde entonces se dedica a recorrer el país con la misión de que las personas aprendan a detectar a tiempo algún tumor y prevenir el cáncer.
“Si el Estado no cambia su política de salud de curativa a preventiva, no va a haber dinero suficiente, ni hospitales para sanar a todos”, dice Ugarte.
Lo observa en las brigadas médicas que realiza en distintos cantones. “Estuvimos en Machala y notamos que los diagnósticos de cáncer de próstata aumentaron a cerca del 28%, el año pasado fue del 15%”, añade.
La Fundación Jóvenes Contra el Cáncer mantuvo una reunión con el ministro de Salud, José Ruales, en la que se comprometió a dar prioridad a las enfermedades catastróficas, asegura Dávila.
"Si el Presidente, quien afrontó un melanoma, no empatiza con esta situación y no da prioridad a las enfermedades catastróficas, entonces no sé qué más tendría que pasar".
Gustavo Dávila.
“Según el ministro, está asignado el presupuesto para los medicamentos judicializados que no los entregaban y esperan recibirlos en los próximos 15 días. Pero queremos reunirnos con el Presidente para que tenga sensibilidad ante este problema”, sostiene Dávila.
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