Ecuador: el peregrinaje de 70.000 niños inmigrantes, la mayoría de Venezuela
Un grupo de migrantes venezolanos esperan en Rumichaca, a inicios de mayo de 2020, durante la crisis provocada por el Covid-19.
EFE
Autor:
Actualizada:
Compartir:
En seis meses, entre marzo y agosto de 2020, la vida de los López Gómez dio un giro radical. En este lapso, esta familia venezolana pasó de estar radicada en Ecuador, a volver a su natal Venezuela y, finalmente, regresar otra vez a Ecuador.
Carlos López, de 36 años, llegó a Quito a inicios de 2017, proveniente de Casigua El Cubo, una ciudad ubicada en la frontera entre Colombia y Venezuela.
Él tiene un título técnico en sistemas informáticos. Pero en la capital ecuatoriana trabajó en una planta recicladora de papel.
El sueldo básico que ganaba en este lugar le sirvió para, luego de tres meses de su llegada, enviar dinero a su país para que su esposa, Yalilé Gómez, de 34 años, y sus dos hijas, Elizabeth y Valentina, vinieran también a Ecuador.
Desde finales de mayo de 2017, los cuatro vivieron en Quito. Rentaron un casa en el Centro Histórico. Yalilé trabajaba ocasionalmente limpiando casas y lavando ropa.
Desde septiembre de 2017, sus hijas se matricularon en una escuela fiscal del centro norte de la capital. La mayor, Elizabeth (nueve años, en ese momento), continuó su educación desde el quinto año de escuela. La menor, Valentina (entonces de cuatro años), fue inscrita en el segundo nivel de educación inicial.
Pese a las limitaciones, esta familia logró una relativa estabilidad en Ecuador. Pero, en marzo de 2020, el coronavirus llegó para provocar una crisis económica y emocional en sus cuatro integrantes.
Carlos perdió su trabajo. A Yalilé la dejaron de llamar para lavar ropa y limpiar casas. De forma paralela a los problemas económicos de sus padres, Elizabeth y Valentina lidiaron con los suyos.
Sin computadora en casa y sin una conexión fija a Internet, ambas dejaron de cumplir a cabalidad sus responsabilidad educativas. Los viernes, su madre iba a un centro comercial, se conectaba a la red inalámbrica, y receptaba los deberes de toda la semana.
Sus hijas debían resolverlos durante el fin de semana. Los lunes, Yalilé volvía al centro comercial y enviaba las tareas a la maestra.
Conforme avanzó la pandemia, los ingresos disminuyeron, los ahorros se terminaron y, a inicios de mayo, su casera les pidió que desocuparán la casa en la que vivían. La decisión de los López Gómez fue volver a Venezuela.
Desandar el camino
Al igual que los López Gómez, decenas de familias de venezolanos que estaban radicados en Ecuador decidieron volver a su país debido a la crisis de la Covid-19.
Incluso, debido al cierre de las fronteras por el virus, en el Puente Internacional de Rumichaca, en la frontera con Colombia, se generó una crisis humanitaria porque cientos de venezolanos se apostaron en el lugar esperando pasar para seguir su camino hacia su país.
El fin de semana del 8 y 9 de agosto, PRIMICIAS recorrió el trayecto por la carretera entre Quito y el Puente Internacional de Rumichaca, en la frontera con Colombia.
De la acumulación de personas no quedaba nada. A las 16:00 del 8 de agosto, en los alrededores de Rumichaca, que generalmente están abarrotados de comerciantes, cambistas, turistas y migrantes, no había casi nadie.
Solo dos jóvenes estaban sentados en una de las bancas del sector. "¿Quieren pasar?", preguntaban a todo a aquel que se acercan al Puente.
Ellos son parte de las redes delictivas que operan en el sector. Ofrecen a migrantes y comerciantes pasar a Colombia a través de los cruces ilegales o trochas.
Cobran entre USD 10 y 15 por persona, dependiendo de la cantidad de "clientes" que tengan en cada viaje. Guían a los caminantes por cerca de una hora y ya están del lado colombiano. Ahí esperan taxis que los llevan hasta la terminal terrestre de Ipiales, ciudad fronteriza colombiana.
El 10 de agosto, los venezolanos Lucas y Marina llegaron con Tomás (nombres protegidos), su hijo de ocho años, hasta Tulcán, ciudad fronteriza ecuatoriana. Desde ahí contactaron a alias 'Chino', un venezolano que coordina los cobros y trayectos en una de las trochas.
Los extranjeros necesitaban USD 25 para el cruce de los tres. Pero, luego de viajar seis días desde Quito, solo tenían USD 14. Comieron algo y se apostaron en los exteriores de la Terminal Terrestre. Luego de dos días de pedir limosna reunieron lo que les faltaba y lograron cruzar.
Al igual que Elizabeth y Valentina, Tomás dejó su escuela. Él estudiaba en Ambato y cursaba el séptimo año, pero la pérdida de trabajo de su padres y la falta de acceso a la tecnología hicieron que abandone sus estudios.
Sus padres esperaban que al llegar a su país encuentren un cupo en una escuela. El año escolar en Venezuela se inició el 16 de septiembre de 2020.
Miles de estudiantes
En Ecuador, según los registros del Ministerio de Educación, hay cerca de 70.000 estudiantes extranjeros en los niveles de educación Inicial, General Básica y Bachillerato.
De este total, el 50% corresponde a menores venezolanos. La presencia de los alumnos de esta nacionalidad empezó a crecer para el período 2018-2019, cuando se inició también la mayor ola de ingresos de personas de esa nacionalidad al país.
Para el año lectivo 2021-2021, que en la Sierra y en la Amazonía se inició el 1 de septiembre de 2020, se matricularon 49.967 alumnos venezolanos en todo el país.
Los datos en este nuevo año evidencian un crecimiento del 48% en la población de estudiantes venezolanos en las 24 provincias. La mayor parte del crecimiento está en la Costa: en las provincias de Guayas, El Oro, Los Ríos y Santa Elena.
Nuevo año, nuevas exigencias
Al llegar a Venezuela, los López Gómez se encontraron con una realidad más complicada que la de Ecuador. Se instalaron junto a la hermana de Yalilé, pero la comida escaseaba. Y por la pandemia les resultó imposible encontrar trabajo.
A finales de julio, Carlos recibió un mensaje por una red social. Un excompañero de la planta recicladora le comentó que lo estaban buscando para volverlo a contratar. Sin pensarlo dos veces, decidieron regresar a Ecuador.
Esta vez, el trayecto que de regreso les tomó cerca de un mes, les tomó solo una semana y media. "En eso depende mucho la suerte. Tomamos una cola (un aventón), directo desde Cucuta (en la frontera colombo-venezolana) hasta Ipiales. Pasamos por la trocha y luego otra cola hasta Quito".
Ahora, Carlos, Yalilé y sus hijas viven en Sangolquí, al oriente de la capital. Se instalaron en la casa de unos amigos y sus pequeñas pudieron matricularse en una escuela de la localidad.
Monserrat Creamer, Ministra de Educación, explicó a PRIMICIAS que los menores venezolanos y de cualquier nacionalidad pueden ingresar en cualquier momento al sistema de educación pública.
No se exige ninguna documentación, ni tampoco que sus padres estén legalizados en el país. Solo se les toma una prueba de ubicación.
En su trabajo, Carlos López pudo comprar un teléfono inteligente a cuotas. Ahora, sus hijas se conectan desde ahí para recibir clases y las tareas.
Aunque, según Creamer, se ofrecen otras alternativas para los niños con problemas de conectividad.
El Ministerio de Educación no tiene cifras sobre la deserción de niños venezolanos o extranjeros a causa de la pandemia y la teleducación.
Pero la ministra Creamer asegura que es bajo. En el siclo Sierra, en el año lectivo 2019-2020 que terminó de manera virtual, solo el 1,3% de los alumnos, nacionales y extranjeros, no pudieron ser contactados por sus maestros a través de medios virtuales.
Mientras que en la Costa, hasta la décima semana de clases del año 2020-2021, ese porcentaje llegó al 0,28% de los estudiantes.
También le puede interesar:
Migrantes viven un nuevo drama humano en la frontera colombo - ecuatoriana
Colombianos y venezolanos buscan cruzar a Colombia, desde Ecuador, pero el cierre de fronteras los ha dejado varados.
Compartir: