Migrantes viven un nuevo drama humano en la frontera colombo - ecuatoriana
Agentes de la policía ecuatoriana bloquean el acceso al puente de Rumichaca el 1 de mayo de 2020.
EFE
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Jesús Alvarado llegó hace un año y medio a Ecuador, con su familia. Es venezolano, pero la crisis que se vive en su país lo obligó a abandonarlo.
Se radicó en Quito y empezó a trabajar en un restaurante. La explotación y la falta de pago, hicieron que renunciara y se dedicara a la venta ambulante de cigarrillos y tortas.
Su esposa, en cambio, lavaba ropa y preparaba postres para la venta. Vivían en San Juan, en el Centro Histórico de la capital, junto a sus dos hijos: uno de siete años y otro de dos.
Con dificultades, lograron establecerse en Ecuador. Pero su realidad volvió a cambiar con la emergencia sanitaria por el coronavirus.
Su casero los desalojó, pues por el confinamiento dejaron de vender en la calle y, por ende, también incumplieron el pago del arriendo. Sin encontrar más salidas, el martes 28 de abril decidieron volver a Venezuela.
Tres días les tomó llegar al Puente Internacional de Rumichaca, en la frontera de Ecuador con Colombia. Gran parte del trayecto lo hicieron a pie y otros pequeños tramos en vehículos de carga que los llevaron.
El drama llegó a su cúspide cuando, al arribar a la frontera, se enteraron que no podían pasar a Colombia y seguir su trayecto hacia Venezuela.
Ahora Jesús, de 37 años, y su familia son parte de los más de 100 migrantes varados en la frontera colombo-ecuatoriana.
Guillermo Herrera, prefecto del Carchi, calcula que en el sector hay 150 personas. Mientras que Cristian Benavides, alcalde de Tulcán, dice que la cifra es superior ya que muchos ya cruzaron la frontera por pasos irregulares y hay otros que están pernoctando en zonas urbanas.
Daniel Regalado, presidente de la Asociación Venezolanos en Ecuador, calcula que en total 400 inmigrantes venezolanos salieron de distintas provincias hacia Rumichaca.
Además, la ministra María Paula Romo aclaró que no se trata únicamente de venezolanos, sino que también hay varios colombianos que intentan volver a su país, pero que el Gobierno de Colombia se ha negado a dejarlos ingresar porque sus fronteras están cerradas debido a la emergencia sanitaria.
Negativa colombiana
Benavides dice que apenas se percataron de la llegada de venezolanos. La Alcaldía de Tulcán, el cantón fronterizo en la provincia del Carchi, buscó una salida con la Gobernación del departamento colombiano de Nariño y la Alcaldía de la ciudad de Ipiales.
"Al inicio todo parecía que iba bien. Se estaba hablando de un corredor humanitario. Pero el tema parece que se estancó en la coordinación entre los gobiernos nacionales".
Cristian Benavides, alcalde de Tulcán.
El funcionario dice que uno de los requisitos que puso Colombia para dejar pasar a los inmigrantes era que primero cumplan un aislamiento de 21 días en Ecuador, antes de ingresar al vecino país.
Pero, cuando los diálogos subieron al nivel diplomático se estancaron. La ministra Romo confirmó que el canciller José Valencia está tratando el tema, pero no habló de ninguna solución a corto plazo.
PRIMICIAS contactó a Jhon Rojas, gobernador de Nariño, para conocer la posición de las autoridades colombianas. Pero no obtuvo respuesta.
Además, según la Ministra de Gobierno, están investigando la acciones de varios gobiernos locales que, al parecer, dotaron de buses a los inmigrantes para que lleguen a la frontera, dejando que las autoridades de la zona de destino de los viajeros deban asumir toda la responsabilidad.
Daniel Regalado, de la Asociación de Venezolanos, niega esta afirmación. Su organización registra un solo caso de colaboración de autoridades. Se trata del Alcalde del cantón Mejía, quien dotó de refrigerios y de movilización hasta Aloasí a algunos inmigrantes.
Los demás inmigrantes, asegura el dirigente, han completado al menos el 70% del trayecto a pie, y el otro porcentaje en camiones de carga que los han llevado como una cortesía.
Mientras que para comer, los inmigrantes han vendido sus enseres, sus celulares y hasta su ropa.
En lo que coinciden Romo y Regalado es en el origen de esta nueva crisis humanitaria.
Venezolanos y colombianos que vivían del comercio informal dejaron de tener ingresos debido al confinamiento y optaron por regresar a sus países. Aunque ahora, no pueden hacerlo por el cierre de fronteras.
Represión y xenofobia
La salida de venezolanos, por la crisis sanitaria no ocurre sólo en Ecuador. Andreina Orseti lleva 60 días movilizándose desde Chile, donde residía y, por causa de la crisis provocada por el Covid-19, también se quedó sin sustento.
Ella viaja junto a su madre, sus tres hijos y su hermano, quien se moviliza en silla de ruedas. El trayecto lo ha completado, en su mayoría, a pie.
"Nadie nos quiere dar la cola, la gente piensa que somos ladrones", dice Orseti, haciendo referencia a un dicho venezolano que equivale a lo que en Ecuador se conoce como 'dar un aventón'.
Regalado mantiene comunicación con los viajeros a través de redes sociales. Pero la última vez que supo de ellos fue el miércoles 28 de abril. Su asociación ha recibido reportes de agresiones xenófobas.
"Ya es hora de que se larguen de nuestro país", les gritaron a un grupo de venezolanos que caminaban hacia Rumichaca.
Además de la discriminación, el jueves 28 de abril, los inmigrantes que aguardan en Rumichaca sufrieron represión por parte de la Policía de Colombia, que impidió que cruzaran el Puente Internacional.
Sin embargo, Luis Chica, comandante de la Policía ecuatoriana en la zona, indicó que los inmigrantes "no han mostrado la mejor actitud para buscar cruzar la frontera".
Además, Cristian Benavides, alcalde de Tulcán, dice que la presencia de los inmigrantes ha causado molestias en la población porque no cumplen las medidas de restricción: venden productos en la calle y no usan mascarillas.
Edwin Martínez, periodista de la zona, describe la situación como una "nueva crisis humanitaria". Asegura que los inmigrantes llevan más de tres días a la intemperie y no tienen nada qué comer.
Guillermo Herrera, prefecto del Carchi, explica que lo más preocupante es que en las carreteras que conducen hacia Rumichaca se siguen observando más y más venezolanos que caminan a la frontera.
“Si tenemos un flujo que sobrepase las 300 personas, se va a generar una crisis sanitaria y humanitaria, porque vienen caminando y duermen a la intemperie. Hay que actuar”.
Guillermo Herrera, prefecto del Carchi
Por esta razón, las autoridades locales pidieron oficialmente al Gobierno que el control migratorio se realice en todas las provincias del país.
Con este se busca que no lleguen más inmigrantes al Puente de Rumichaca. Aunque para los que ya están en la zona, no se ve en el horizonte ninguna solución inmediata.
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