Construcción y agricultura con poca mano de obra por la migración
Diferentes sectores económicos de Ecuador, como la construcción y la agricultura, han empezado a sentir la escasez de trabajadores debido a la ola de migración que vive el país.
Plaza central de la parroquia Checa, en Cuenca, en donde hay un alto índice de migración.
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A finales de 2022, Luis Molleturo, un constructor cuencano, empezó a quedarse sin obreros. Uno a uno, los hombres a los que había enseñado a elaborar puertas, ventanas y a levantar casas, se fueron marchando a Estados Unidos.
“Se fueron todos los trabajadores. Lo que ganan no es suficiente y no se puede pagar más”, cuenta la esposa de Luis, Rosa Bermeo. La pareja vive en la comunidad Tixán, de Checa, una de las parroquias de Cuenca que más siente el impacto de la ola migratoria.
Luis contrató a otros trabajadores de la misma comunidad y empezó a enseñarles. Su historia se repite a diario en el sector de la construcción de Cuenca. “No hay gente”, se escucha con frecuencia entre los responsables de las obras.
La falta de mano de obra calificada ha empezado a sentirse en varios sectores económicos de las principales provincias emisoras de migrantes: Azuay, Cañar, Chimborazo, Tungurahua, incluso algunas de la Amazonía y de la Sierra norte, como Pichincha o Cotopaxi.
En Tungurahua, por ejemplo, la escasez de mano de obra calificada se siente en la industria carrocera. En Cañar y Chimborazo, el abandono se nota sobre todo en los campos.
Rodrigo Mendieta, docente investigador del Grupo de Economía Regional de la Universidad de Cuenca, explica que la migración impacta, por lo general, en los sectores que dependen de la mano de obra no calificada.
Pero ahora la crisis está en los puestos que dejan los trabajadores calificados. "Ellos empiezan a encontrar espacios en Estados Unidos, que requiere de mucha mano de obra calificada en la actualidad", explica el académico.
Además, añade Mendieta, ocurre una situación que antes no era común en Ecuador: los profesionales de diferentes ramas han migrado o planean salir del país.
La construcción
Aunque no hay cifras oficiales que muestren el problema, "es evidente que la mano de obra se ha reducido por la migración", explica José Jaramillo, integrante del Colegio de Ingenieros Civiles del Azuay.
El único indicador es el relato de los trabajadores del sector de la construcción. Cuando Andrés Abad, arquitecto, dirigía la construcción de un edificio en el sur de Cuenca, a mediados de 2021, empezó a sentir la escasez de maestros de obra.
“En las comunidades como Jadán, Turi, Quingeo, El Valle, donde usualmente hay mano de obra, ya no hay jóvenes que hagan ese trabajo”, explica Abad. Eso ocurrió en el momento que la crisis migratoria, que había pasado desapercibida hasta entonces, estalló en Ecuador.
Y el problema se ha agravado hasta la actualidad. Incluso extranjeros, como la población venezolana, han preferido migrar, cuenta Abad.
Eso genera un problema en el sector. "Al existir menos mano de obra calificada, los precios se encarecen y la calidad no siempre es la idónea", asegura José Jaramillo.
El empresario explica que no es fácil llenar esos puestos porque los constructores buscan personal que domine el trabajo, pero ahora deben invertir en capacitación.
Los empresarios también se han obligado a subir los salarios. Los sueldos en el sector de la construcción pasaron de USD 317 en el cuarto trimestre de 2020 a USD 400 en el mismo periodo de 2022.
"Muchas veces, por la crisis económica, por la recesión, la falta de ejecución y la dinámica de la economía, la mano de obra calificada tiene que migrar"
José Jaramillo, director de proyectos de construcción.
Patricio Quito es economista y trabaja en la construcción. Él es de la parroquia Checa y todas las semanas escucha de trabajadores que han decidido migrar.
"Hace cuatro o cinco años, tuvimos el ingreso de mano de obra extranjera no calificada que abarató los salarios", explica Quito. Pero ese dinero no cubría las expectativas de los ecuatorianos.
"Con sueldos bajos y en medio de toda la crisis que vivimos, los obreros prefirieron migrar", asegura Quito.
Abandono del campo
La agricultura en las comunidades es una labor familiar y, generalmente, liderada por las mujeres. En la ola migratoria de inicios del 2000, ellas se quedaban a cargo de los cultivos y el ganado.
Hoy, los viajes son familiares. “Nadie se queda a cargo de la tierra”, expresa María Pulla, habitante de la parroquia Tarqui, una zona de alta producción agrícola y ganadera de Cuenca.
Ella no ha pensado en migrar, pero su hijo sí lo hizo. Hace un año llegó a Estados Unidos. "Él era chofer, pero no alcanzaba lo que ganaba y se fue", cuenta la mujer.
Xavier Tacuri es médico veterinario y trabaja con pequeños y grandes ganaderos de comunidades como Tarqui. En los últimos meses, sus clientes han disminuido.
"Todos los días escucho de gente que se va. Si esto sigue así, hay comunidades que van a quedar desoladas", asegura. En las comunidades de Chimborazo y Cañar la situación es similar.
Más de un 60% de los agricultores del cantón Alausí considera emigrar como una alternativa para mejorar su situación, según una investigación realizada en 2022 por Doris Gallegos en la Universidad de Chimborazo.
¿Quiénes cubren esas vacantes?
El investigador Rodrigo Mendieta explica que los puestos de trabajo que quedan vacantes empezarán a cubrirse a corto plazo porque la escasez de mano de obra ya es crítica en algunos sectores.
"En la anterior ola migratoria, los puestos vacíos fueron ocupados por personas del norte del país y extranjeros, específicamente peruanos", explica el académico.
El arquitecto Andrés Abad explica que aún hay una fuerte presencia de trabajadores peruanos, que tienen décadas de experiencia. También ha tenido trabajadores venezolanos, pero muchos han regresado a su país o a otros destinos.
En la actualidad también se prevé una migración interna, tanto de la Sierra centro como de la Costa, detalla el economista Mendieta. "Ellos están viviendo una situación complicada por la inseguridad y acá puede haber una oportunidad", añade.
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