El mercado de vacunas define el futuro de Latinoamérica
Los países de la región no pudieron articularse como bloque para garantizar un acceso más favorable a las vacunas contra el Covid-19. Ahora los países compiten entre ellos para satisfacer la demanda de un producto con casi nula elaboración local.
Dosis de la vacuna de Sinopharm, aprobada para uso de emergencia por la OMS el 7 de mayo de 2021
EFE
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Uno de los principales problemas de Latinoamérica para el acceso a más vacunas es la dependencia de la región de la importación de los fármacos, de las reservas de otros países y de la iniciativa Covax.
En el caso de Ecuador, por ejemplo, el ambicioso plan gubernamental de vacunar a nueve millones de personas en 100 días depende de que el equipo del presidente Guillermo Lasso pueda conseguir el arribo de esos millones de dosis a tiempo.
Y tanto el Primer Mandatario como su ministra de Salud, Ximena Garzón, advirtieron a la población que el éxito de su estrategia depende directamente de la provisión de los fármacos.
Es por eso que el gobierno negocia dosis con Rusia, China, Estados Unidos. Espera la llegada de las dosis ofrecidas por la iniciativa de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y empezará la gestión para negociar directamente con los laboratorios y gobiernos que la producen, incluidos Brasil y Argentina.
Y el presidente Lasso llamó a los empresarios a la corresponsabilidad. Por lo que, al haber el interés del sector privado el gobierno está trabajando para encontrar la forma en que las empresas multinacionales con sede en el país puedan traer vacunas.
La intención es que la colaboración empresarial no sea en dinero para adquirir vacunas, sino en que donen las vacunas directamente al plan gubernamental. El sector está dispuesto a respaldar al Ejecutivo porque saben que la reactivación es urgente y que nuevas restricciones acabarían con la economía.
Una debilidad regional
La pandemia por Covid-19 ha evidenciado debilidades estructurales de los sistemas de salud en la región, según la Organización Panamericana de la Salud (OPS), así como la vulnerabilidad de las cadenas globales de suministros, con la restricción de importaciones y la insuficiente disponibilidad de productos médicos y tecnologías para cubrir grandes aumentos en la demanda.
Latinoamérica tiene una industria manufacturera de la salud que, salvo excepciones, tiene poco desarrollo y, por consiguiente, tiene una alta dependencia externa en estos productos. Según la OPS, solo un 4% de los productos médicos utilizados para la respuesta a la covid fueron elaborados en la región.
En diciembre de 2020, los miembros de Prosur intentaron abrir el camino para coordinar la compra de vacunas para el bloque, pero fracasaron y ahora compiten entre ellos para adquirir los insumos.
Y en febrero, Colombia pedía que se asegure la cadena de suministros hacia la región.
Los imprevistos que afectan a Latinoamérica
Según la base de datos desarrollada por la Universidad de Oxford, Our world in Data, América Latina ha sido la destinataria algo más de un 2% del total de dosis aplicadas, mientras que Europa concentró más del 25%, Norteamérica, más del 30%, y Asia, casi un 40% del total de vacunas.
La capacidad adquisitiva de la mayoría de países de la región es un factor importante que se suma también a los problemas de gobernabilidad y logística que puede tener cada uno. Ya que la cadena de distribución y almacenamiento de vacunas como las de Pfizer requieren de precisión y tecnología específica.
Otro escenario clave es que India se convirtió en el país más afectado por la pandemia y esto frenó la exportación de las vacunas que produce (AstraZeneca) y que estaban destinadas a la iniciativa Covax, para hacer más accesible la inmunización a los países en desarrollo.
Es por eso que Brasil, Argentina y México decidieron producir parte de las vacunas para poder expandir las posibilidades propias y de la región.
Brasil inició en febrero la fabricación de la vacuna china CoronaVac de Sinovac y, en marzo, el preparado de AstraZeneca. Mientras que Argentina arrancó con la producción de la vacuna rusa Sputnik V y el principio activo de la sueco-británica AstraZeneca.
Sin embargo, la última se trata de una iniciativa conjunta entre México y Argentina y no está dando los resultados esperados. El principio activo elaborado en Buenos Aires ya está en el DF para ser envasado. Pero ese proceso requiere una serie de equipos e insumos específicos que, por la alta demanda global, resultan imposibles de conseguir rápidamente.
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