Manabí necesitaría ocho represas para prevenir inundaciones
Las autoridades vigilan los niveles de agua de las represas Poza Honda, La Esperanza y Río Grande, en Manabí, debido al intenso invierno que amenaza con desbordar los ríos cercanos a los embalses.
El caudal de la represa La Esperanza, ubicada en la parroquia Quiroga, a unos 12 kilómetros de Calceta, subió entre 70 a 80 metros y afectó negocios de la localidad.
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El riesgo de que el río Portoviejo, que nace en Pata de Pájaro (Santa Ana), atraviesa la capital manabita y llega a Rocafuerte, aumente el caudal por las fuertes lluvias y se desborde puso en alerta a las autoridades de Manabí.
Las recientes precipitaciones provocaron que el afluente aumentara su caudal, sobrepasando los 5,91 metros de altura.
Por eso hay preocupación en los cantones Santa Ana, Portoviejo y Rocafuerte, ya que la represa Poza Honda (Santa Ana), que capta el agua de los ríos Pata de Pájaro y Mineral, a más de las aguas lluvia, desfoga en el río Portoviejo.
El embalse, durante este invierno, ya sobrepasó la cota máxima, que es de 106,5 metros sobre el nivel del mar, pero en esta ocasión pudo ser controlado.
Es decir, cuando la presa Poza Honda llega a su capacidad máxima de almacenamiento se excede y contribuye a que el río Portoviejo aumente su caudal y se desborde.
Esto genera afectaciones a cerca de 300.000 personas del sur de la provincia e inundaciones en Santa Ana, Portoviejo y Rocafuerte.
Poza Honda es la más antigua. Está ubicada en Santa Ana y fue construida entre 1969 y 1971, en la parte alta del río Portoviejo.
Según datos técnicos, tiene una extensión de 12,5 kilómetros de largo y un promedio de 1.200 metros de ancho. Su dique o muro tiene más de 1,2 kilómetros de largo.
Además, tiene una altura de 40 metros y su embalse es de más de 100 millones de metros cúbicos de agua. La cota máxima de esta presa es de 106,5 metros sobre el nivel del mar.
En Manabí, hay otras dos presas con el mismo nivel de amenaza: La Esperanza y Río Grande.
La Esperanza, que fue inaugurada en 1995, está ubicada en la parroquia Quiroga, a unos 12 kilómetros de Calceta, en el cantón Bolívar.
Su embalse tiene 2.500 hectáreas, con un área de construcción de 120 hectáreas y almacena 450 millones de metros cúbicos de agua. La cota máxima es 66 metros sobre el nivel del mar.
Desde esta presa nace el Acueducto La Esperanza, en El Aromo, que abastece de agua cruda a los cantones Jaramijó y Montecristi, y a la parroquia Eloy Alfaro, de Manta.
Además, da vida al sistema de riego Carrizal-Chone.
Mientras que la represa Río Grande (Multipropósito), ubicada en el sector Santa Rita, en Chone, fue inaugurada en 2015. La cota máxima de este embalse es de 67,50 metros sobre el nivel del mar.
Esta presa tiene una capacidad de almacenamiento de hasta 113 millones de metros cúbicos de agua.
En marzo de 2023, a pesar de que el embalse debía evitar las inundaciones, más del 70% de Chone quedó con sus calles bajo el agua. Además, los ríos Garrapata, Mosquito y Chone se desbordaron.
Estos mega proyectos hídricos fueron creados con el objetivo de controlar las inundaciones en el invierno y sequías en verano, así como dotar agua para riego y consumo humano.
Falta tecnología
Para Aldo Vásquez, exdirector de Gestión de Riesgos del Gobierno provincial de Manabí, exsubsecretario de Obras Públicas y docente universitario, en la provincia "no existe instrumentación en las presas".
Es decir, la operación se realiza de manera manual y no hay equipamiento "que nos permita realizar un seguimiento tecnológico, por ejemplo, a la verticalidad, estabilidad y caudales", detalla Vásquez.
Según el exdirector de Gestión de Riesgos, este tipo de instrumentación es necesaria también luego de movimientos telúricos y "no tenemos ese tipo de información de forma digital, solo visual".
En referencia a las intensas lluvias, dice que en las presas, instrumentalmente los "cambios bruscos de nivel pueden ser modelados".
Agrega que se puede levantar información para que "a determinados niveles de precipitaciones podamos tener escenarios esperados para la operación, por ejemplo, que se deba evacuar cierta cantidad de metros cúbicos por segundo".
Esto permitiría generar sistemas de alertas y así mantener preparada a la población ante posibles inundaciones.
Mientras que experto en construcción de obras civiles, Limberg Macías, dice que sistematizar los embalses es complicado, pero necesario.
Plan Hídrico
Macías agrega que Manabí debe de tener la competencia del manejo del Plan Hídrico, para gestionar mejor el agua y con eso disminuir las inundaciones.
Tema que para Vásquez "es un secreto bien guardado. Los técnicos tampoco lo conocemos".
El expresidente de la junta directiva de la Corporación Reguladora de Manejo Hídrico de Manabí, Xavier Valencia, advierte que, aunque el Ministerio del Ambiente es el encargado de la operación y mantenimiento de las presas, no tienen capacidad para hacerlo.
Po eso considera que el Gobierno provincial debe asumir las competencias de la operación de los embalses, pero que se necesitan reformas legales.
También denuncia que, a pesar de la falta de mantenimiento, las presas construidas sí cumplen su rol, pero insiste en que el Estado potencie su mantenimiento.
Más embalses
Además, Macías plantea que en la provincia se debería construir al menos ocho represas, "porque poner a operar una conlleva aproximadamente 25 años y su vida útil está planificada para 50 años".
Valencia coincide en que todavía falta construir presas en la provincia: En el norte de Manabí, el proyecto Jama-Coaque, que ya cuenta con estudios definitivos; y en el sur, el Misbaque (Paján) y el Ayampe (Puerto López).
El experto asegura que los embalses son necesarios para mitigar el déficit de agua que tiene la provincia.
Explica que, frente a un flujo poblacional interno migratorio, los habitantes de la zona norte y sur van hacia la zona central en busca de agua, a las cuencas de Portoviejo y Chone.
En cifras, "más del 80% de la población se concentra en la zona central. De allí la necesidad de esto proyectos", agrega Valencia.
El exdirector de Gestión de Riesgos del Gobierno provincial manifiesta que en la actualidad "deberíamos estar analizando cuáles son las necesidades de construir una presa aguas arriba o de hacer mantenimiento o qué tipo de soluciones vamos a tener en el futuro".
"No podemos esperar a que deje de funcionar para comenzar a planificar la construcción de una nueva presa", advierte Vásquez.
En el caso de Poza Honda, que tiene más de 50 años, Macías cree que es necesaria la contratación de una draga, para sacar el sedimento, de lo contrario podría colapsar.
Recomienda lo mismo para las otras repesas, porque cuando el sedimento llega al límite de la boca de toma, la presa deja de funcionar.
El dragado les daría más capacidad a las represas, se evitarían las sequías, pero no se podría impedir las inundaciones mientras las ciudades sigan creciendo al borde del río, explica el experto en construcción de obras civiles.
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