Así se vive en Maldonado, un paraíso de Ecuador que colinda con sembríos de coca
La parroquia Maldonado, en Carchi, se creó en 1909 y fue declarada por la Unesco como patrimonio cultural, debido al diseño arquitectónico de sus casas. Está ubicada al noroccidente de Tulcán, a 10 horas de Quito.
La parroquia Maldonado, en Ecuador, tiene como vecino a San Juan, que está custodiado por la guerrilla en Colombia.
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Maldonado podría ser un “Pueblito Mágico” de Ecuador. Esta parroquia está ubicada en una zona tropical rica en flora y fauna, ubicada a tres horas de Tulcán, provincia de Carchi.
Hay dos rutas para llegar: por Ibarra, en Imbabura, o por Carchi. Los caminos son de tercer orden y, si es temporada de invierno, hay que sortear deslizamientos.
Pero por Tulcán, el recorrido será por las faldas del volcán Chiles, Cerro Negro y el Pan de Azúcar. El páramo de frailejones y lagunas verdes con intenso olor a azufre son parte de los regalos de la magnánima naturaleza.
Después de un viaje de tres horas desde la capital de la parroquia se llega a Maldonado, que fue declarado por la Unesco como Patrimonio Cultural debido al diseño arquitectónico de sus casas.
Pese a la magia y belleza de su encanto natural, el turismo en Maldonado está relegado, en parte por el temor que pueden infundir los grupos irregulares de Colombia.
Un río los separa de grupos irregulares
Antes de llegar a Maldonado hay que pasar por la comunidad de Tufiño y después por El Chical. Estos tres lugares del noroccidente de Tulcán están separadas por el río San Juan de Mayasquer, en Colombia.
Pero frente al territorio ecuatoriano, donde empieza el colombiano, grupos irregulares como el ELN y las ex FARC tienen el control.
Desde Maldonado se observan las plantaciones de coca, bien cuidadas como cualquier cultivo agrícola. No todos pueden pasar por el Río San Juan de Mayasquer, pero ellos tampoco irrumpen la tranquilidad en Maldonado.
“La mala información es la que aleja el turismo de Maldonado, pues piensan que como estamos en la frontera, los guerrilleros crean el caos. No es así. Vivimos en calma. Los militares recorren todos los días las calles”, asegura Marcelo García, dirigente de la comunidad.
Alba, una moradora de 44 años, recuerda una sola ocasión cuando fueron sorprendidos por los ex guerrilleros.
Llegaron una tarde y congregaron a todos los habitantes en el centro de la parroquia. Se presentaron como miembros de la guerrilla y aseguraron que no iban a ocasionar malestar, pero les advirtieron que tampoco querían “soplones”.
“Nunca más se supo de ellos. Quizás llegan, pero como civiles, y como no los conocemos y tampoco nos ocasionan molestias, no nos damos ni por enterados”.
Alba, habitante de Maldonado.
Los contratan para la cosecha
Aunque todos lo saben, pocos quieren confirmar que habitantes de la zona ecuatoriana son contratados para la cosecha de coca.
Lorena (nombre protegido), de 55 años, dijo que sus amigos y familiares son contratados para la cosecha de la hoja de coca.
Solo trabajan medio tiempo, desde las 07:00 hasta las 13:00, y el pago es de 20 dólares diarios.
“Cumplen el trabajo y regresan. Allá no se puede hacer turismo libremente, en Maldonado sí”.
Lorena, habitante de la parroquia Maldonado.
Uno de los militares de turno mencionó que entre tres o cuatro uniformados brindan seguridad cada día y, pese a que hay tranquilidad, recalcó que por ser frontera deben estar atentos.
Zona de ríos y cascadas
Obviando a los grupos irregulares que viven al otro lado del río San Juan de Mayasquer, Maldonado es una zona acogedora.
Se fundó en 1909 y, al ser patrimonio, las más de 100 familias no pueden cambiar la fachada de su estructura de las viviendas construidas en madera y con grandes ventanales y balcones.
En esta comunidad, llena de agricultores y comerciantes, se produce uno de los mejores cafés de la provincia.
Además de las lagunas, ríos y cascadas en senderos cubiertos con orquídeas, cuentan con un mini complejo con una piscina para natación, sauna, turco, hidromasajes, toboganes y un sendero que los conduce a la cascada de los Duendes.
Los recursos que se generan van destinados a la parroquia y al cuidado del complejo.
En Maldonado el tiempo transcurre lento. El olor de las flores, su selva y mágicos atardeceres hacen olvidar el riesgo al otro lado del río.
"La gente vive tranquila entre sus actividades diarias. Pero el visitante, una vez que se entera de que al pasar el río está la ex guerrilla, se desespera o siente curiosidad por ir a conocer", aseguran los habitantes.
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