Por más de dos décadas, ellos negaron su homosexualidad
PRIMICIAS habló con tres personas con algo en común: tuvieron relaciones heterosexuales, una de ellas se casó y tuvo un hijo; las otras salieron con novios o parejas, sobre todo, por presión social y familiar. Ahora, las tres asumen su homosexualidad.
Valeria Jácome (izquierda) y Claudia Alvarado llevan ocho años de relación
cortesía: Claudia Alvarado
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Las parejas gais empiezan a planificar sus bodas. Amparadas en la decisión de la Corte Constitucional que, el miércoles 12 de junio de 2019, reconoció el matrimonio igualitario, miran cada vez más cerca un sueño que, hasta hace poco, parecía imposible.
El matrimonio igualitario es uno de los últimos logros de la comunidad LGBTI para que sus derechos sean respetados después de ser discriminados históricamente. Hasta 2013, según la última encuesta del Instituto Ecuatoriano de Estadística y Censos (Inec), el 94,1% dijo haber sufrido gritos, insultos, amenazas y burlas; el 65,9% sintió rechazo en su entorno familiar.
Este rechazo provocó que haya miembros de esta comunidad que no puedan ni quieran reconocer su identidad sexual. Algunos, se auto impusieron la obligación de mantener relaciones heterosexuales para ser aceptados por su familia y en círculos sociales.
PRIMICIAS habló con tres personas que tienen algo en común: tuvieron relaciones heterosexuales, una de ellas se casó y tuvo un hijo; las otras tuvieron novios o parejas sexuales. Ahora, las tres asumen su homosexualidad.
Claudia Alvarado se quedó embarazada sin planificarlo cuando tenía 19 años. Dice que en ese momento pensó que lo mejor era casarse y su matrimonio duró apenas seis años.
Mientras estuvo casada mantuvo una aventura extramatrimonial con una mujer. "No me siento orgullosa de haberlo hecho porque fue un golpe duro para mi exesposo, pero ese acto reafirmó mis gustos e identidad", cuenta.
Cuando su esposo descubrió el engaño la relación terminó abruptamente en medio de peleas y reproches.
Alvarado recuerda que fueron días difíciles para su hijo, pero rescata que lo que sintió durante ese 'affaire' era lo que quería para su vida.
La aventura terminó, pero poco tiempo después de su separación Alvarado conoció a Valeria Jácome, quien, hasta la actualidad, es su pareja. Han pasado casi ocho años desde que formalizaron su relación y hace seis viven juntas con el hijo de Alvarado, que tiene 12 años.
Claudia Alvarado recuerda que durante su juventud tuvo relaciones sentimentales heterosexuales, pero sentía que no era completamente feliz.
Claudia se dio cuenta que le gustaban las mujeres cuando tuvo una relación extramarital con una mujer.
"La presión social hace que tus sentimientos y gustos no surjan. El paso del tiempo y la madurez ayudan a enfrentar la realidad de mejor forma".
El 21 de agosto de 2018, la pareja se comprometió después de que Alvarado pidiera matrimonio a Jácome. En ese entonces no imaginaban que podrían casarse en Ecuador un años después. "Planificamos la boda para agosto de 2020 sabiendo que solo hubiera sido posible en otro país".
Cuando se enteraron que el matrimonio igualitario fue aprobado por la Corte Constitucional, el 12 de junio de 2019, las dos lloraron de alegría porque su sueño se haría realidad en Ecuador.
"Mi exesposo me envió un mensaje para darme la noticia. Me felicitó y me dijo que espera que cumpla mi sueño", dice Alvarado a PRIMICIAS.
Ella imagina una celebración en la playa, con todos sus amigos y familiares para ser feliz con la mujer que ama.
Felipe asumió su identidad sexual en Europa
Felipe Solís asumió su homosexualidad cuando viajó a Ucrania a la universidad. Dos años antes luchó contra él mismo por desconocer la atracción que sentía por los hombres.
Dice que tuvo dos novias antes de aceptar su homosexualidad. Rompió su primera relación porque estaba confundido: "Necesitaba tiempo para pensar lo que sentía y quería para mi vida. Salí con otra chica, pero el gusto por las mujeres terminó", añade en diálogo con este diario.
Dice que tenía miedo y confusión por aceptar que le gustaban los hombres hasta que tuvo su primer beso con un chico al quien conoció en una fiesta.
"Ese beso me marcó la vida. Desde ese día comencé a rechazar a quien era mi novia", recuerda.
Cuando estudió la universidad en Ucrania reafirmó su homosexualidad y nunca más lo negó. Regresó a Ecuador para afrontar su realidad con sus padres. "Mi madre tomó la noticia de buena forma, pero mi padre no. Él acudió a psicólogos y psiquiatras porque pensaba que estaba enfermo".
Ocho meses le tomó a su padre aceptar que su hijo no estaba enfermo y que la relación con su novio, de tres años, es como la de cualquier otra persona.
Con la resolución de la Corte Constitucional en la que se aprobó el matrimonio entre parejas del mismo sexo, Solís espera casarse y formalizar legalmente su relación.
Andrea conoció el verdadero amor en Ecuador
Andrea (nombre protegido) quiso tener una novia cuando vio que sus compañeras con las que vivía eran felices con su relación.
Atrás quedaron los recuerdos de sus novios que tuvo en la adolescencia. "Nunca pensé que podía ser lesbiana, pero vi que las dos se entendían, se comprendían y se amaban como cualquier pareja heterosexual. Fue ahí cuando entró la curiosidad en mi cabeza".
Lo primero que hizo fue ingresar a una red social en la que mujeres buscaban a otras mujeres para tener una cita. Ahí cuando conoció Lorena (nombre protegido). Coqueteo por aquí, coqueteo por allá. El flirteo dio como resultado una relación que hasta la fecha ha durado tres años.
Andrea llegó a Ecuador huyendo de la crisis venezolana, mientras que Lorena lo hizo por turismo. Después de conocerse se quedaron a vivir en Ecuador y ahora ya piensan en casarse.
No saben cómo ni cúando será la boda, pero creen que lo harán en el país que las acogió y que les permitió conocer el verdadero amor.
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