La pandemia empuja a niñas y adolescentes a trabajar en el hogar y en las calles
Un estudio, hecho por tres organizaciones, revela la situación de las niñas y adolescentes del país tras 16 meses de pandemia. Según el análisis, muchas son obligadas a trabajar en el hogar sin remuneración alguna, o en empleos riesgosos.
Tres niños venden juguetes sobre la avenida Naciones Unidas, en el norte de Quito, el martes 22 de septiembre de 2020.
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En casas propias y ajenas, en el mercado y en la calle, en el campo, en la construcción y hasta recogiendo alimentos o productos de la basura trabajan las niñas ecuatorianas cuyos hogares han sentido el impacto del Covid-19.
Así lo dice la Encuesta Análisis Rápido de Género, elaborada en julio de 2021 por el programa Mundial de Alimentos, la Organización no gubernamental Care, el Programa International y World Vision.
El estudio refleja la difícil situación que afrontan las niñas y las adolescentes en el país tras 16 meses de pandemia. Uno de los problemas más preocupantes es que la mayoría ellas (1.238) deben trabajar en su propia casa realizando tareas domésticas, muchas veces sin remuneración. Otras están obligadas a hacerlo en actividades más peligrosas como la agricultura, la ganadería o como recicladoras de alimentos o productos.
Incluso hay niñas y adolescentes que realizan varias actividades con el objetivo de conseguir mayores ingresos, aunque esto significa que deban hipotecar su futuro porque deben abandonar los estudios.
El estudio detalla, además, que "los patrones de género han normalizado la situación de trabajo de las niñas, especialmente en tareas domésticas. Es importante destacar que las mujeres y las niñas pasan casi cuatro horas diarias más que los hombres trabajando en quehaceres domésticos".
Y explica que si bien en 2020 y en 2021 se registra una leve caída del trabajo infantil en comparación con 2019, también se incrementó el trabajo adolescente.
"Esta situación podría explicarse por la aplicación de medidas de confinamiento que llevaron a muchos hogares a la inactividad productiva. Además de la contracción de actividades económicas donde se empleaban a niños y niñas: comercio, construcción, servicios, restaurantes y hoteles".
Sobre el trabajo de menores inmigrantes, la encuesta dice que el problema es más grave porque "es notorio el crecimiento de la mendicidad con niños. Esta realidad obedecería a la alta informalidad laboral que soporta este sector poblacional y que podría afectar aproximadamente al 41% de ellos", dice la informe.
Peligros constantes
Las niñas y las adolescentes que trabajan a lo largo del país están sometidas a constantes riesgos que ponen en peligro su salud y hasta su vida.
La Encuesta Análisis Rápido de Género asegura que hay padres que obligan a que sus hijas trabajen para ganar ingresos adicionales, sin que les importe el peligro que representan las calles o los basureros en los que pueden contraer alguna enfermedad.
En algunas ocasiones ese peligro va más allá y puede terminar en un delito sexual. Anahí es una chica venezolana de 16 años que llegó al país huyendo de la crisis que vive ese país.
Cuando intentó conseguir un empleo fue contactada por un hombre que le prometía estabilidad laboral a cambio de trabajar en un club nocturno. Cada vez que él la acechaba, ella lograba escapar, aunque recuerda que un día estuvo a punto de ser agredida sexualmente.
Este caso está lejos de ser aislado. El estudio, encabezado por el Programa Mundial de Alimentos, dice que los peligros que enfrentan las niñas y las adolescentes se han incrementado a raíz de la pandemia del Covid-19 por la presencia de redes de tráfico, explotación sexual y trata que buscan sacar provecho de las necesidades económicas que tienen las familias.
Menos aprendizaje
La pandemia del Covid-19 no solo obliga a que las niñas trabajen, sino que también impacta en su proceso de aprendizaje, al menos de las que pueden estudiar.
Durante la crisis sanitaria, las adolescentes de entre 16 y 18 años son las que menos han aprendido a raíz de que se implementaron las clases virtuales. Este resultado se desprende la Encuesta Análisis Rápido de Género que asegura que el 82% de ellas ha aprendido poco o nada desde marzo de 2020 cuando el coronavirus llegó al país.
Una situación similar es la que han atravesado las adolescentes cuyas edades van entre los 13 y los 15 años. El 77% reconoce que tampoco ha aprendido mucho en el período citado. Mientras que la cifra es del 63% en las niñas de nueve a 12 años.
Estos indicadores tienen relación directa con las dificultades que afrontan las niñas mientras reciben clases. El estudio destaca cinco: la falta de un dispositivo electrónico, el no acceso a internet y la débil conexión a la web. Se suman el poco conocimiento para el manejo de un computador y la falta de entendimiento de las actividades que deben realizar.
En este escenario, la encuesta concluye que cada día hay más niñas que abandonan sus estudios sin tener la certeza de que podrán regresar.
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