Juliana García, la ecuatoriana que rompió techo cristal en montañas de Latinoamérica
Las montañas recorren Latinoamérica de norte a sur y cobran su máxima expresión en los Andes, hogar de la ecuatoriana Juliana García, la primera mujer en toda esa inmensa región que obtuvo la certificación internacional de guía de montaña para dedicarse profesionalmente a ello.
Las montañas recorren Latinoamérica de norte a sur y cobran su máxima expresión en los Andes, de donde es originaria la ecuatoriana Juliana García, la primera mujer en toda esa inmensa región que obtuvo la certificación internacional de guía de montaña para dedicarse profesionalmente a ello.
EFE
Autor:
Actualizada:
Compartir:
García es, además, la presidenta de la Asociación Ecuatoriana de Guías de Montaña (Aseguim), un título que le permitió romper un techo de cristal para las mujeres en ese gremio.
Esto tampoco le exime de ser de vez en cuando objeto de discriminación por su género a pesar de no tener ya "nada que demostrar a nadie".
Durante su paso por el Inkafest, el festival de cine de montaña de Perú, la montañista explicó que su trayectoria fue un duro ascenso en un mundo de hombres hasta también integrar la dirección de la Unión Internacional de Asociaciones de Guías de Montaña (UIAGM).
¿Qué significa ser la primera mujer de Latinoamérica en tener la certificación internacional de guía de montaña?
Me siento con una responsabilidad bien grande. No es algo muy fácil de conseguir. A nosotras nos implica mucho más esfuerzo, no solo físico sino también por el entorno donde estamos. En Sudamérica casi no hay mujeres guías de montaña, ni siquiera con una licencia nacional.
¿Cómo fue el proceso?
Me tomó diez años obtener la licencia. Fue bastante difícil e intenso hasta llegar al nivel donde ya no hay nada que demostrar a nadie, donde tienes una misma certificación que nadie te la ha regalado. Eso ayuda a que el tema de género se frene y te vean como igual. Ahora hay bastante más respeto que durante el proceso.
¿La presión también fue fuerte?
Sí, hay mucha presión cuando eres una entre veinte hombres. Cualquier cosa que hagas o dejas de hacer, los ojos de los demás están en ti, o tal vez eso es lo que tú sientes, pero siempre eres el punto de comparación de algunas cosas, y esa presión se siente, está ahí.
¿Haber sido nombrado como presidenta de la Asociación Ecuatoriana de Guías Montaña es la prueba de que se ganó el respeto del resto de tus colegas hombres?
No necesariamente. Liderar una asociación siempre va a tener sus diferencias, y a veces en esas diferencias salta el tema de género y ahí se puede apreciar todavía. Es un sentimiento bien complejo.
¿De qué manera aparece todavía esa discriminación?
A veces escuchas comentarios del tipo 'claro, nosotros te elegimos', como diciendo que yo debería estar agradecida. Entonces pienso que hay algo que no se está entendiendo bien del otro lado. Es un tema cultural, y más en un gremio así. Son colegas y no creo que lo hagan con mala intención, pero a veces aún no hay la madurez para entender lo que es el individuo sin importar el género.
¿Cómo se aficionó a la montaña?
Estudié en una escuela de educación alternativa y, gracias al apoyo total de mis padres, hice un viaje con el colegio que era ir en bicicleta hasta Brasil. Tenía 13 años y pedaleamos cinco meses. Ese descubrir de la vida y de hacer lo que a uno le llene y nazca respetando a los otros hizo que empezara a hacer montaña a los 14 años, subiendo a cumbres y escalando en roca.
¿Desde entonces tuvo claro que su vida estaba en la montaña?
Siempre tuve el apoyo de mi familia para descubrir lo que me gustaba y una cosa me fue llevando a la otra. Lo esencial fue justamente no tener esa presión de demostrar algo a alguien, ni que los padres estén esperando que te gradues y estudies algo en la universidad. Ese apoyo hizo que vaya tomando mi camino con calma y haciendo lo que me gustaba.
¿Qué mensaje daría para que más mujeres se animen a hacer montañismo?
Lo más importante es no tener miedo a fallar y a probar cosas nuevas. Uno no tiene que demostrar nada a nadie y mientras más veces uno falle y se caiga y se vuelva a levantar, prueba y error. Hay que animarse a intentarlo, porque no se pierde nada.
Compartir: