La inseguridad y las extorsiones empujan a los ecuatorianos a emigrar

La Oficina de Migraciones de Panamá ha revelado que los ecuatorianos conforman la segunda nacionalidad que más atraviesa la selva del Darién de forma irregular para llegar a Estados Unidos.

Alrededor de 29.356 compatriotas cruzaron esa selva durante 2022, aunque la cifra no se compara con los más de 150.000 venezolanos que lo hicieron. 

La organización internacional Médicos Sin Fronteras en Panamá ha atendido en consultas médicas y psicológicas a más 40.000 migrantes que han logrado atravesar la peligrosa selva del Darién, entre ellos ecuatorianos.

En entrevista con PRIMICIAS, Cristina Zugasti, representante de Médicos Sin Fronteras en Panamá, habla sobre el impacto físico y emocional que tienen los migrantes que cruzan el Darién.

¿Cuál es el estado de salud de los migrantes al salir del Darién?

El camino en sí es física y mentalmente muy duro, por el simple hecho de la travesía por una selva inhóspita. Además se suma la violencia. 

Hay grupos criminales que atracan a los migrantes para robarles, los golpean y en muchos casos se produce también violencia sexual que afecta a mujeres, pero también a niños y a varones.

Cuando salen de la selva, las personas están muy estresadas y agotadas.

En el caso de las mujeres, hay madres que van con sus hijos protegiéndolos por la ruta para que sean lo menos conscientes, pero muchas de esas mamás experimentan sentimiento de culpa.

Según datos de migración de Panamá, los ecuatorianos son el segundo grupo poblacional que está cruzando el Darién. ¿A cuántos han atendido médicamente?

En 2022 realizamos unas 40.000 consultas médicas, el 7,2%, fue a ecuatorianos; es decir, alrededor de 2.880 personas. 

Pero este año, hasta el 23 de enero, de las 4.161 consultas realizadas, el 13,12% era de pacientes ecuatorianos.

Nosotros también damos consultas de psicología clínica, en 2022 realizamos 2.583 atenciones y 561 sesiones grupales de apoyo psicosocial.

¿Qué sucede en esas sesiones grupales?

Por ejemplo, en consultas de psicología clínica, más del 70% va porque ha vivido algún evento relacionado con violencia.

Y más del 68% dice que ese evento por el cual acuden a consulta ha tenido lugar la última semana, esto quiere decir que ha ocurrido en la selva, porque la ruta no dura menos de ocho días, algunas personas más de 10 días.

El paso por la selva es muy complicado y la gente, en cuanto sale, necesita apoyo y es lo que brindamos, ese apoyo físico y mental.

Se habla de lo peligrosa que es la ruta del Darién. ¿Han encontrado algún factor común de por qué se arriesgan tanto?

No podemos evaluar las necesidades que tienen o lo que les llevan a tomar estas decisiones y los resultados que asumen porque estos al final son algo muy subjetivo.

Pero lo que está claro es que lo que llega a las redes sociales, procede de las personas que han salido de la selva y lo que más nos asusta es todo lo que no vemos, los que no logran salir.

Hay casos de personas que estaban acampando y se los llevó el río, eso pasa muchísimo.

Las personas van caminando y cuando deben cruzar ríos se agarran, pero hay casos donde el niño se suelta del abuelito, o las personas que van a rescatar a ese niño y a las que también se los lleva el río, o los asaltos de grupos criminales que roban a la gente, eso no sale en Tik Tok. 

¿En las sesiones hablan sobre los factores que inciden para migrar por esta peligrosa ruta?

En muchas de las personas que se animan a hacer esta ruta existe un factor de violencia o no se sentían seguras en el sitio en el que estaban. 

Los ecuatorianos mencionan mucho que la razón por la cual migran es porque les exigen el pago de una “vacuna”, que se debe referir a la extorsión.

Por ejemplo, un señor de 50 años que vino a consulta y nos dijo que vendía en la calle y que los grupos criminales le pidieron USD 2.000 y él contaba que no podía pagar, ni su familia, así que se fue. 

Otros casos dicen que a nivel económico la situación es muy difícil.

Una señora contaba que trabajaba y que más de una vez la llamaron del colegio de los hijos y era la directora que no había pagado la “vacuna” y tenía que ir corriendo a recoger a los niños porque les habían amenazado con una bomba.

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