Las heridas del aluvión no cicatrizan: "Ha sido un año trágico"
La Comuna y La Gasca, dos sectores golpeados por el aluvión en Quito, cumplen un año de la tragedia con viviendas dañadas y con la esperanza de una reactivación total.
Segundo Charco muestra la casa de su hijo que quedó afectada tras el aluvión.
Emerson Rubio / PRIMICIAS
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Cuando llueve, Segundo Charco teme que ocurra una nueva desgracia. No ha podido arrancarse de la cabeza lo que él y su familia vivieron aquel 31 de enero de 2022, cuando un aluvión sepultó a 28 personas y cubrió de lodo las casas de La Comuna y La Gasca.
Ha pasado el tiempo, pero las heridas que dejó el desbordamiento de la quebrada El Tejado, en el noroccidente de Quito, no han cicatrizado.
Casas sin restaurar, una reactivación que recién despega y un trauma latente. Hubo más de 160 familias damnificadas, según el Municipio de Quito.
"Ha sido un año bien trágico", suelta Charco con tristeza mientras recorre a paso lento pero firme su terreno, situado en La Comuna, una de las zonas más golpeadas.
De pronto, se detiene frente a una casa, más bien, una estructura embarrada de lodo. Está vacía e inhabitable, allí vivían su hijo, nuera y nietas. Pero debieron marcharse, tras ser golpeados por ese alud que causó la mayor tragedia en la historia de Quito.
"Les dijeron que podían reubicarlos. Hubo el ofrecimiento. Pero no pasó nada", señala. "No estamos en contra del Municipio, pero nunca nos reconocieron los gastos", añade.
La entidad informó, hasta finales de 2022, que había invertido USD 8,7 millones en un plan de rehabilitación, reactivación y recuperación para los afectados de La Gasca y la Comuna. Además, entregó USD 21.100 en materiales de construcción.
Una cancha en disputa
Charco asegura que solo ha recibido algunos bonos, pero estos no compensan los gastos que ha hecho para reparar los daños.
De su propiedad desaparecieron cinco mediaguas y el muro de contención que colindaba con la cancha de voley Belisario Quevedo, donde aquella tarde pasó de ser un espacio de distracción a un campo de llanto y desconsuelo.
Segundo recuerda que ese día había gente jugando y mirando. No todos pudieron huir del río de lodo. "Lastimosamente, muchos ya están arriba, en el cielo", dice el hombre tras señalar un cartel donde aparecen las fotografías de 27 personas que fallecieron.
14 familias que perdieron a sus seres queridos son parte de un plan para la entrega de quioscos y otros medios de subsistencia, según el Municipio.
El aluvión también se llevó una cubierta, reflectores y una tribuna.
Durante este año, los usuarios apenas han podido levantar una casona de caña y latas. Y también hay unos baños de cemento, pero la obra fue suspendida el 24 de noviembre.
Esa es una de las preocupaciones que tiene Segundo y quienes han disfrutado de la cancha desde hace unos 40 años. Supuestamente —detalla el morador— apareció el propietario de aquel terreno para reclamar por él. El lío legal estaría ahora en manos del Municipio.
A esta información no se refirió el Municipio, tras la consulta de PRIMICIAS.
Pensaban que era un temblor
Al bajar por unas gradas de tierra, detrás de la cancha, está la calle Núñez de Bonilla. Por allí descendió la correntada de lodo, piedras, escombros y también de cuerpos.
Alisson Guamán, de 24 años, vive en un edificio. "Pensábamos que era un temblor", recuerda la joven de aquella tarde. Ella fue testigo de cómo la gente era arrastrada por el aluvión. Incluso vio cómo una furgoneta llena de niños había quedado atrapada.
"El conductor pudo ayudarlos", relata. No todas las personas que fueron alcanzadas por el alud corrieron con la misma suerte. En las construcciones de enfrente, señala Guamán, quedaron atrapados algunos cadáveres, que posteriormente fueron sacados por rescatistas.
"Pero hay un sobreviviente. Vive en una casa de rejas, a unas cuadras de aquí", revela Guamán, mientras señala la calle Humberto Albornoz.
Al llegar, golpeamos la puerta. Los perros ladran hasta que aparece una jovencita: "El sobreviviente es mi hermano. Se llama Steven Pazmiño y ahora voy hacia donde está él".
Por un portón sale Steven, de 27 años, con un sombrero de ala ancha. "¡Pasen, pasen!", invita al equipo de PRIMICIAS a su sala, donde se sienta para contar cómo logró escapar del aluvión.
Esa tarde estaba en la cancha de vóley con sus amigos. Cuando vieron que bajaba el lodazal, todos corrieron, en la dirección incorrecta. El alud los atrapó. "Me ahogaba, pero yo intentaba aguantar la respiración", recuerda.
Tras varios minutos, en una esquina, pudo aislarse de la corriente. La gente que estaba a su alrededor lo ayudó. Llamaron a sus padres y lo llevaron a casa. Al llegar, notó que tenía cortes en la cabeza, en el rostro, en las piernas.
Así que lo llevaron al hospital Pablo Arturo Suárez, el más cercano. Pero dicha casa de salud atendía solo a pacientes con COVID-19. Entonces, lo trasladaron al hospital Eugenio Espejo, donde pasó un día.
Cuando volvió a su hogar, no podía dormir. Se asustaba con el ruido. Y debió recurrir a la valeriana para controlar la ansiedad.
Hoy, este músico y profesor de acordeón y piano sabe que está vivo "por un propósito". Ya no toma decisiones apresuradas y pasa más tiempo con su familia.
Algo que sí ha quedado plantados en su memoria son los recuerdos y la melancolía por sus amigos del voley, quienes fallecieron. "Éramos una familia. Y fue un golpe duro", asiente.
La Secretaría de Salud brindó atención médica a 1.420 personas; 938 psicológicas. 38 psiquiátricas y 338 recibieron apoyo en salud nutricional.
Algunas familias se han marchado
En el edificio donde vive Victoria Ossa, en la calle Núñez de Bonilla, hallaron a un cadáver. Lo extrajeron de un parqueadero subterráneo, el mismo que atajó la avalancha de escombros. La residente manifiesta que tan pronto como ocurrió la tragedia, los evacuaron.
Los habitantes pudieron regresar a sus domicilios 10 días después. "Estamos con vida. Hubiera sido peor", agradece la mujer, quien enseña —en la propiedad— que las huellas del aluvión no se han desprendido de las paredes ni de la memoria de quienes lo sufrieron.
"Hay gente que se ha ido a vivir en otros lados. Tres familias se marcharon del condominio".
Victoria Ossa, residente de la calle Núñez de Bonilla.
Hacia el oriente, atravesando el parque de Pambachupa, sector La Gasca, está la tienda de Sandra Yugcha. Ella confirma que muchos vecinos se macharon de la zona hacia los valles por el miedo que dejó el aluvión. Pero han llegado nuevas familias.
Además, la Unidad de Policía Comunitaria (UPC), situada en el parque del barrio, que fue destruida por el alud, ya fue entregada hace unas dos semanas y está funcional, asegura Cristina Vallejo, quien vive en la calle Fernández de Recalde, por donde pasó el lodo.
La reactivación
El presidente del Comité de Seguridad y de la Asamblea Barrial La Gasca y Pambachupa, Efraín Cordero, asegura que se han gestionado trabajos con las diferentes dependencias del Municipio de Quito a lo largo de 2022.
La más importante ha sido la limpieza de la quebrada El Tejado, desde donde se originó el aluvión. La Empresa Pública Metropolitana de Agua Potable destinó más de USD 650.000 para las labores de remediación, según un boletín del Municipio, publicado el 30 de enero de 2023.
En total, se evacuaron 9.000 metros cúbicos de lodo, rocas, entre otros materiales. Y se realizó la limpieza del alcantarillado en La Comuna y La Gasca.
- Por ahora, se ejecutan los estudios de diseño para las obras de mejoramiento de la captación de la quebrada El Tejado, por un monto de USD 235.000.
- Adicionalmente, se realiza la construcción del cerramiento para evitar el ingreso de moradores y personas que arrojan escombros. La obra se inició en noviembre de 2022.
- Está en marcha la contratación del “mejoramiento y mantenimiento de las estructuras de captación” por un monto de USD 1,5 millones.
Por otro lado, según el Municipio, actualmente avanzan los trabajos de rehabilitación integral en espacios públicos de La Comuna y Pambachupa, que incluye la remodelación y nuevos diseños arquitectónicos para más de 10.000 metros cuadrados.
Sobra la UPC, Cordero señaló que hicieron una minga para limpiar el parque y arreglar la unidad de policía. Además, cooperaron para mejorar el alumbrado.
Aunque reconoce que durante el año, el sector sí se ha visto afectado en cuanto a la reactivación de los negocios.
En la avenida La Gasca, los locales funcionan actualmente con normalidad. Pero aseguran que recién en septiembre la zona se ha reactivado, luego de que la Universidad Central abriera las puertas a sus estudiantes.
Edith Morales, dueña de una panadería que lleva en el sector 13 años, dice que "los primeros meses tras el aluvión fueron difíciles. La gente se quedó con miedo y han bajado las ventas".
Luego del paro de 2019, la pandemia, el aluvión y el paro de 2022, quienes han permanecido allí han sido valientes. "Este año (2022) hemos sobrevivido con la esperanza de que todo mejore", señala Edith. Y, según Cordero, de que pronto terminen los arreglos.
Esta nota gue publicada originalmente el 12 de diciembre de 2022 y actualizada el 30 de enero de 2023, con información proporcionada por el Municipio de Quito sobre las labores de remediación en la quebrada El Tejado, donde se originó el aluvión, y los costos que representaron estos trabajos.
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