Vivir en la calle en Guayaquil: “Terminé en la vereda huyendo de la crisis argentina”
En las calles Vélez y Chimborazo, en el centro de Guayaquil, pernoctan decenas de personas cada noche, sobre cartones y sabanas. Daniel, un afroecuatoriano de 45 años, que lleva dos meses durmiendo en la acera por falta de trabajo, contó su testimonio.
Unos llegan solo por algo de comida; otros se instalan a dormir en las aceras de las calles Vélez y Chimborazo, en el centro de Guayaquil.
César Muñoz / API
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Su acento es neutro, pero todavía se le escapa algún “viste”, el rezago de los ocho años que vivió en Argentina. Daniel, afroecuatoriano de 45 años, volvió hace un año a Ecuador y desde hace dos meses duerme en la acera de una calle del centro de su natal Guayaquil.
Conserva los modales de camarero, en exceso parsimonioso y risueño. Viste calentador, sandalias y camiseta: un pijama típico para noches frías. Pero él duerme sobre cartones, envuelto en una sábana, en la acera de la calle Vélez, entre Chimborazo y Escobedo.
La historia de Daniel es solo una de entre decenas de personas que pernoctan cada noche en el lugar. El grupo más grande es de 30 individuos, sobre todo hombres, pero también mujeres. “Juntos nos cuidamos y nos sentimos más seguros”, explican.
A pocos metros del lugar, en la calle Chile, pernoctan 20 personas más; y a la vuelta, en Aguirre y Chimborazo, al menos otras seis, la noche del jueves 12 de octubre de 2023.
La Fundación RESA -que cuenta con un albergue refugio en la cuidad- ha detectado hasta 2.500 personas como habitantes de calles en Guayaquil, un número cambiante en los últimos años.
Daniel suele dormir al lado de un hombre mayor, el “Colorado”, que esa noche viste de camisa manga larga y pantalón de lino, con una gorra de una candidatura presidencial.
Entre ambos protegen dos grandes mochilas lustrosas, con todas sus pertenencias. “Uno duerme con un ojo abierto y un palo en la mano”, dice el señor. Daniel apunta que su buena condición física es genética. Este es su testimonio:
De la Patagonia a la acera
“¿Qué cómo termine durmiendo en la calle? Ah, es una buena pregunta y así me desahogo.
Como puede ver, yo no tengo problemas de consumo de drogas, no soy alcohólico, no soy vago. El señor que duerme a mi lado, tampoco lo es. Estoy sano y fuerte, gracias a Dios.
Soy ecuatoriano, pero estuve radicado ocho años en Argentina.
En Buenos Aires y en Neuquén, en la Patagonia de Argentina, trabajé sobre todo en hotelería porque mi oficio es el de camarero, pero la situación se puso terrible allá (por la crisis económica y la devaluación del peso), y decidí regresar.
"Terminé aquí (en la calle) contra mi voluntad, debido a las pocas posibilidades laborales que encontré al regresar".
De hecho, aún tenía trabajo allá, pero mi nivel adquisitivo bajó mucho, ya no me alcanzaba para adquirir lo mismo y pensé que cada vez se iba a poner peor. Ahora, pensándolo bien, creo que me apresuré en volver a Ecuador.
Entonces regresé hace casi un año. Y sí, he tenido trabajos ocasionales, pero nada permanente y seguro. Ya duermo aquí en la acera desde hace dos meses. Terminé en una vereda de Guayaquil huyendo de la crisis argentina, qué irónico, viste.
"Arrastrados por la pobreza"
"Me mantengo activo y optimista a pesar de las circunstancias, porque si te pones a pensar mucho te sientes rechazado y oprimido por todo el mundo, caes en una depresión y te baja la moral.
Mínimo siempre dormimos aquí (en Vélez y Chimborazo) entre 15 y 20 personas. Otros solo vienen a comer algo, porque cada noche distintas personas se acercan a dejarnos un poco de comer, un sándwich, una bebida caliente, un arroz, un guiso, todo se agradece.
Hay de todo, extranjeros y ecuatorianos. La mayoría somos ecuatorianos. Como ves, hay mucha gente que no consume ni droga y si se toma un trago es para sobrellevar y olvidar la situación que está viviendo, viste, han sido arrastrados aquí por la pobreza.
“Me da mucha vergüenza pedir comida en la calle, nunca lo hago”.
Soy guayaquileño. Y antes de irme a Argentina vivía en La Atarazana (centro-norte). Sí he recurrido a familiares, alguna vez traté de pedirles ayuda, pero no entendieron la situación. Tampoco quieres depender de nadie o ser una carga para una familia.
Lo bueno de este lugar es que la gente viene por su propia voluntad a dejarnos un poco de comer, es algo menos de qué preocuparte en las noches".
Un balde de agua para el baño
“La gente de los almacenes que funcionan aquí nos permiten dormir en el sitio, siempre que dejemos todo limpio y que nos retiremos antes de las 06:30, cuando comienzan a patrullar los policías metropolitanos.
Para tomar un baño hay que acudir a albergues, pero habitualmente tienen el cupo lleno. Entonces la mejor opción es pagar USD 0,50 por aquí en Pio Montufar y Sucre, pero te dan poca agua, la medida de un balde, no te dan más.
También hay fundaciones que dan kits de limpieza. Quienes duermen aquí son muy susceptibles a los albergues, los adultos mayores piensan que los quieren humillar o no se quieren sentir controlados, prefieren estar en la calle antes que ir a una fundación.
Aunque parezca irónico, también dicen que se come mejor aquí en la calle que en los albergues, donde la comida es escasa.
"Solo ando en busca de un trabajo que me permita salir de esta".
El riesgo mayor de robo aquí son los hacheros (consumidores de droga H) que llegan de noche a ver qué se pueden llevar, porque quienes duermen aquí son gente tranquila.
También hay psicópatas, es horrible. Y por eso tenemos que protegernos entre todos. En la calle se ven muchos problemas de consumo de droga y de conducta.
Espero salir de esto pronto, esa es la fe que tengo y nadie me la va a quitar. Obviamente que para poder salir de una situación como esta requieres de una mano, de un trabajo, de una ayuda".
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