En Guayaquil el comercio informal se toma la 9 de Octubre
Los locales comerciales en el centro de Guayaquil tienen su persiana metálica parcialmente cerrada para evitar sanciones.
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Oficialmente Guayaquil tiene su semáforo en rojo, pero en la calle parece que el semáforo estuviera en amarillo. El centro que, durante el pico de la pandemia de Covid-19 a inicios de abril, lucía desolado ya empieza a moverse.
Desde esta semana la Metrovía, el más importante sistema de transporte público de la ciudad, amplió el horario de atención hasta las 21:00, cuando antes lo hacía hasta sólo las 14:00.
La Autoridad de Tránsito Municipal (ATM) está planeando con los transportistas el regreso de los buses urbanos.
En la avenida 9 de Octubre, la principal vía de la ciudad, solo las grandes de cadenas de electrodomésticos y de ropa, permanecen cerradas. Los demás negocios atienden al público.
Los restaurantes están abiertos, con un letrero en la entrada que dice comida “solo para llevar”.
Vehículos particulares ofrecen el servicio de taxi ruta una modalidad de transporte, prohibida por las autoridades locales, que consiste en compartir taxis que cubren rutas establecidas.
Los taxis generalmente llevan a cuatro pasajeros y hacen recorridos hacia el sur de la ciudad. En esas condiciones no existe distanciamiento social.
Hay filas en las afueras de los bancos y correos privados. El patrullaje policial en la zona es constante. También han vuelto los cambistas, que venden euros o cualquier otra moneda extranjera.
Cargan consigo un frasco de alcohol con el que desinfectan los billetes. La mayoría porta guantes.
¿Quién va a querer un traje?
El uso de la mascarilla es generalizado entre todos los vendedores informales. Heriberto Chávez tiene 45 años y antes de la pandemia era sastre. “¿Quién va a querer ahora un traje? La gente lo que quiere es comer”, comenta.
Para ganarse la vida confeccionó mascarillas, pero le cuesta venderlas. “No hacía esto, no soy de contacto con la gente. Por eso estoy aquí sentado, esperando a los clientes”, dice.
En la 9 de Octubre se vende de todo: cargadores para los celulares, recargas telefónicas, empanadas, vegetales. “Ahora se ven más vendedores informales”, asegura Carlos Suárez, un canillita.
Ahora su principal venta son los cigarrillos y caramelos. “Los municipales hacen patrullaje, ven a alguien y se le llevan la mercadería, pero la mayoría de los controles es en la bahía”, señala el vendedor.
Una ciudad comercial
Según el Banco Central del Ecuador (BCE), el comercio de Guayaquil aporta el 28% del Producto Interno Bruto (PIB) del país.
La Cámara de Comercio de Guayaquil dice que en la ciudad existen alrededor de 827.000 locales comerciales y que las pérdidas ascienden a USD 3.500 millones por el cierre de casi el 70% de los establecimientos debido a la emergencia sanitaria por la epidemia de Covid-19.
A ocho cuadras de la 9 de Octubre está la bahía, el más grande sector comercial de Guayaquil. Los quioscos se hallan cerrados, pero el comercio ocurre de manera informal.
Los enganchadores, personas que están en la calle listas para atender a los clientes, ofrecen sus artículos. Si los tienen en inventario, piden al comprador que espere en la vía pública mientras los traen.
Regresan con la mercadería y se produce la transacción. “Ha venido el Municipio y los clausuran, pero luego vuelven a abrir como si nada”, dice Mauricio Valverde, quien vive en un edificio del Barrio Chino.
Hay locales que se arriesgan a atender al público. Pero tienen la persiana metálica abierta sólo hasta la mitad. Si llega la Policía, la bajan y aparentan estar cerrados.
Solo el miércoles 13 de mayo, la Dirección de Justicia y Vigilancia del Municipio de Guayaquil clausuró 40 locales comerciales que no tenían permitida la atención al público.
Con una ciudad desesperada por retomar la actividad comercial, el Comité de Operaciones de Emergencia (COE) cantonal se reunirá el lunes 18 de mayo para decidir si la ciudad pasa al color amarillo.
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