Jóvenes adictos, entre el microtráfico y las clínicas clandestinas
Agencia de Aseguramiento de la Calidad de los Servicios de Salud contabiliza dos clínicas de rehabilitación de adicciones regularizadas en la ciudad. Centros clandestinos, fundaciones y casas de acogida bordean los 150.
Tres personas con problemas de consumo de droga (de espaldas) participan de terapia de grupo en la Fundación Dios Tiene el Control, al oeste de Guayaquil, la tarde de este viernes 17 de marzo del 2023.
Foto: Alexander García / Primicias
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En cinco años, la Agencia de Aseguramiento de la Calidad de los Servicios de Salud (Access) clausuró 163 casas de acogida o clínicas de rehabilitación para consumo de droga en el área metropolitana de Guayaquil.
De hecho, la institución registra de forma oficial sólo dos Centros de Tratamiento para Personas con Consumo Problemático Drogas (Cetad) en la ciudad. Uno de ellos con permiso vigente y el segundo en proceso de trámite.
Pero la demanda por reinserción aumenta, generalmente en clínicas clandestinas o casas de acogida regularizadas como fundaciones.
Estas últimas centran su trabajo en terapia de grupo, vivencial o espiritual. Pero carecen de atribuciones para ofrecer un tratamiento médico integral en los términos de calidad que exige Access.
En la zona 8 (Guayaquil, Durán y Samborondón) las casas de acogida bordean las 150, entre fundaciones y centros aún irregulares.
Así lo asegura el abogado y activista Harry López, quien brinda asesoría a estas instituciones y fue vocero del extinto Frente de Directores de Cetads de la zona 8.
Un cambio en las condiciones de licenciamiento dejó sin piso a 86 establecimientos privados en 2016.
Estos centros lucharon más de cuatro años por regularizarse, pero les fue imposible, recuerda López. Y los que no desaparecieron pasaron a la clandestinidad o reaparecieron luego como fundaciones, dice el abogado.
¿Microtráfico contra la rehabilitación?
A las dificultades de regularización, las limitaciones económicas se suma ahora un cóctel de violencia y lucha encarnizada de territorio para el microtráfico, que amenaza la labor de las casas de acogida.
El hecho más cruento se registró el 23 de febrero en una vivienda donde funcionaba una clínica de rehabilitación clandestina en Nueva Prosperina, al noroeste de la ciudad.
"Cuando el tratamiento se basa en miedo o agresión se mantienen las conductas delictivas".
Julieta Sagñay.
Hombres armados tumbaron la puerta con un gran martillo durante la noche y asesinaron a mansalva a cuatro jóvenes en recuperación. Además, la incursión dejó a dos heridos.
Entre ellos se contó Eliseo Duarte, de 26 años, conocido como ‘Harta Demencia’ por una entrevista viral y quien estaba al frente del proceso de rehabilitación.
Aún no hay detenidos por la matanza. Y la Policía no descartó una reacción contra personas que “obstaculizan la labor de las mafias”, como móvil del ataque.
López considera que se trata de casos aislados debido a malas prácticas de directores de clínicas o casas de acogida. Con él coincide la psiquiatra Julieta Sagñay, líder del programa municipal Por Un Futuro Sin Drogas.
“En algunas de estas casas los jóvenes dejan de drogarse, pero siguen delinquiendo”, dice Sagñay.
Cuando el tratamiento se basa en el miedo o la agresión se mantienen las conductas delictivas, asegura la psiquiatra.
“Salen resentidos, maltratados, porque existe un control militar que es muy traumatizante. Entonces mantienen la conducta antisocial. Una cosa es dejar de drogarse y otra cambiar la conducta”, agrega.
Consumo de droga en Guayaquil
Solo el programa municipal Por Un Futuro Sin Drogas atendió a más de 24.000 pacientes en proceso de rehabilitación de consumo de droga desde 2019.
Y la cifra habla de la gran demanda de tratamiento que existe en la ciudad.
La psiquiatra especializada en adicciones destaca el acompañamiento espiritual que ofrecen ciertas casas de acogida. “No han logrado regularizarse porque los permisos son inaccesibles”, apunta Sagñay.
Access clausuró a escala nacional más de 80 establecimientos clandestinos en 2022, 28 de ellos en Guayaquil. Mientras en lo que va de 2023 se clausuraron 10 clínicas de rehabilitación o casas de acogida, seis de ellas en el Puerto Principal.
El proceso de licenciamiento de Cetads con los estándares aprobados de 2016 exige por ejemplo contratación de médico, psicólogo, psiquiatras, enfermera, terapista ocupacional, trabajador social, entre otros cargos. Y eso sin contar con los requisitos de infraestructura.
En esas condiciones el costo del tratamiento mensual puede costar entre USD 400 y USD 700 en un centro de rehabilitación regularizado, inalcanzable para sectores populares.
Mientras en las casas de acogida el valor de la mensualidad parte de USD 80. Solo hay 37 Centros de Tratamiento especializados con permiso vigente en el país.
¿Permisos inalcanzables?
Tatiana López, coordinadora general técnica de Access, dice que los estándares de calidad requeridos son necesarios para la atención de pacientes en condiciones de vulnerabilidad.
Y recuerda que entre la población afectada por el consumo de drogas problemático se encuentran niños y adolescentes.
Aunque López señala que el Ministerio de Salud Pública (MSP) se encuentra trabajando en la actualización y reforma de la normativa vigente.
La regularización de casas de acogida como fundaciones tiene que ver con mayor facilidad para acceder a permisos del Ministerio de Inclusión Económica y Social (MIES).
Pero la coordinadora general técnica de Access subraya que las fundaciones sólo pueden realizar terapia espiritual y vivencial, sin internamiento de los pacientes. Incluso la terapia ocupacional requiere de un profesional, dice.
A menudo las clínicas clandestinas y fundaciones clausuradas registran problemas de hacinamiento, de condiciones higiénicas sanitarias y mala alimentación, según la Agencia.
Cría de cuyes y gallinas
En la Fundación Dios Tiene el Control de Chongón, al oeste de Guayaquil, no hay muros ni rejas. La casa de acogida tiene un cerco de caña que da a la altura del pecho.
Y en sus 600 metros cuadrados siete jóvenes se rehabilitan con terapia de grupo, en medio de oraciones, sembrando tomates y maíz, o criando gallinas y cuyes.
"Acá creemos que la ayuda terapéutica más valiosa es de un adicto a otro adicto”.
Jorge Heredia.
El ingreso tiene un costo de USD 150 y 250 es el valor de la mensualidad. La Fundación comenzó a operar hace ocho meses.
“Atendemos a quienes quieren realizar el tratamiento, a quienes expresan esa voluntad”, dice Miguel Fálconez, a cargo de la administración.
El tratamiento se basa en el enfoque de confraternidad y acompañamiento de Narcóticos Anónimos, con asesoría de un psicólogo y un psiquiatra.
Los adictos a la H -por ejemplo-, mezcla de heroína con compuestos dañinos, sufren de fuerte abstinencia, por lo que requieren acompañamiento y prescripción psiquiátrica, dice Fálconez.
“Soy un adicto en recuperación que le paso el mensaje a otros adictos en recuperación”, dice por su parte Jorge Heredia, quien guía a los jóvenes.
El tratamiento ideal es de seis meses, pero en la Fundación son flexibles con los que las familias pueden pagar. Las actividades incluyen salir a jugar fútbol, salir a comer o ir al balneario de la localidad.
“El problema más que el consumo de droga, es lo que nos llevó a consumir. Y es algo que incluso se arrastra desde la infancia. Acá creemos que la ayuda terapéutica más valiosa es de un adicto a otro adicto”, dice Heredia.
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