Cañar, Los Ríos y Esmeraldas tienen las tasas más altas de femicidios
Desde que el femicidio fue tipificado en el COIP, 1.247 mujeres han perdido la vida por este delito. La mayoría de estos crímenes se produjo con armas de fuego.
Mujeres hacen un plantón en Quito para exigir que cese la violencia de género, el 2 de junio de 2022.
EFE
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Las cifras que dejan los femicidios en Ecuador siguen siendo preocupantes. Entre el 1 de enero y el 3 de septiembre de 2022, 206 mujeres fueron asesinadas, la mayoría por hombres que eran parte de su círculo más cercano: parejas, exparejas, padres, abuelos o padrastros.
La cifra se desprende de un informe elaborado por la Fundación Aldea, organización que, desde 2017, registra este tipo de delitos.
El documento detalla que en Guayas, Manabí y Esmeraldas se cometieron 108 de los 206 femicidios, es decir, el 52% del total.
Según los datos de la Fundación, en Guayas se cometieron 70 femicidios; en Manabí se reportaron 21, y en Esmeraldas, 17.
Con relación a la tasa por cada 100.000 habitantes, Cañar, Los Ríos y Esmeraldas tienen los indicadores más altos:
- Cañar llega a 3,47 femicidios por cada 100.000 habitantes
- Los Ríos tiene una tasa de 2,49
- Esmeraldas tiene una tasa de 1,96.
La vocera de Fundación Aldea, Geraldine Guerra, califica a estas cifras como "el ránking del horror", pues considera que las mujeres en Ecuador han sido abandonadas por el Estado.
Para ella, las cifras reflejan la poca importancia que el Estado ha dado a la prevención de la violencia de género.
Gloria Camacho, activista por los derechos de las mujeres, coincide con esa apreciación y cita como ejemplo el presupuesto que reciben las casas de acogida que reciben a víctimas de violencia.
"El presupuesto no llega a los USD 3 millones. Una cifra que no es suficiente para que las mujeres reciban una reparación integral".
Las organizaciones feministas adelantaron que solicitarán una reunión con el presidente Guillermo Lasso. El objetivo es "contarle de primera mano que 1.247 mujeres han sido víctimas de femicidio desde 2014", dice Guerra.
Esas mujeres, según cifras de Aldea, dejaron a más de 1.400 niños y adolescentes en la orfandad. De esta última cifra, 144 menores perdieron a su madre en 2022.
Sin embargo, los números que manejan las organizaciones sociales difieren con los que registra el Estado. El Consejo de la Judicatura asegura que el femicidio ha dejado 577 víctimas desde 2014.
Armas en los femicidios
El estudio de la Fundación Aldea encontró que las armas de fuego son las herramientas más utilizadas al momento de cometer los femicidios.
Este tipo de armas se utilizaron en el 30% de los femicidios registrados entre el 1 de enero y el 3 de septiembre de 2022. En segundo lugar, aparecen las armas blancas, con el 27%
Nadya Donoso, representante del Centro Ecuatoriano para la Promoción y Acción de la Mujer (Cepam), dice que 115 crímenes, que las organizaciones sociales contabilizan como femicidios, fueron cometidos en un contexto de violencia de la delincuencia organizada.
Esto incluye a parejas o exparejas de delincuentes, quienes fueron asesinadas por sus rivales a manera de venganza y con el empleo de mucha violencia.
“Los cuerpos de esas mujeres fueron baleados y muchos quedaron expuestos en la vía pública”, puntualiza.
Además, el estudio de Aldea señala que también hay asesinos que fallecen: en los 206 femicidios registrados en lo que va de 2022, 14 femicidas se suicidaron y tres intentaron hacerlo.
Edades de las víctimas
La mayoría de mujeres asesinadas por su pareja, expareja o algún hombre de su círculo cercano tenía 22 años de edad, según la Fundación Aldea.
Aunque entre las víctimas también aparecen mujeres de la tercera edad y bebés.
Cecilia Mena, representante del colectivo Acción Ciudadana por la Democracia y el Desarrollo, teme que el número de víctimas aumente, exponencialmente, en los próximos meses, pues, asegura que las organizaciones sociales encontraron a 63 mujeres en riesgo de ser asesinadas.
Mena pidió al Gobierno la implementación de la Ley para la Prevención y Erradicación de la Violencia, así como nuevas políticas públicas que frenen los femicidios.
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