"Nos sentimos discriminados por ser pobres" dicen pobladores de Esmeraldas
Los damnificados que dejó el desbordamiento del río Teoane, en Esmeraldas, reclaman la falta de ayuda estatal. Las donaciones son la única ayuda que han recibido.
Imagen del barrio 50 casas, en el sur de Esmeraldas, el 6 de junio de 2023.
Jonathan Machado / Primicias
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Los días pasan y la magnitud de la tragedia provocada por el desbordamiento del río Teaone, en Esmeraldas, todavía se sigue cuantificando.
La tarde del 6 de junio de 2023, la Secretaría General de Riesgos informó que el número de damnificados se elevó a 14.870. Es decir, 674 más que lo reportado en las primeras horas de la mañana y todo indica que la cifra aumentará en los siguientes días.
Estos números, sin embargo, solo dan una pista de la dura realidad que viven las personas que vieron cómo sus bienes, animales y casas fueron arrastradas por la creciente del río.
En el sector conocido como '50 Casas', en el sur de la ciudad, unas 2.500 viviendas sufrieron daños, que van desde la destrucción de muros, puertas y ventanas, hasta la desaparición total de las estructuras de caña, madera y cemento.
El temor de los habitantes aumenta a cada instante porque la acumulación de agua, lodo y escombros puede provocar enfermedades en niños y adultos mayores.
Durante la tarde del 6 de junio, el olor, producto de la mezcla de alimentos dañados, animales muertos, orina y heces, ya se volvió insoportable.
Pero, los habitantes del sector no tienen otra opción que limpiar sus casas, expuestos a picaduras de moscos y a desarrollar enfermedades de piel: caminan descalzos con apenas una pantaloneta y una camiseta.
Grenda Aranda, dirigente barrial, dice que ahí nadie tiene luz ni agua.
"No hay comida. El gobierno no se ha hecho presente desde que el barrio se inundó. Nos sentimos discriminados por ser pobres", dice mientras suelta unas lágrimas de impotencia.
Álex Espinoza, en cambio, llegó desde el cantón San Lorenzo para ayudar a su abuela, quien vive sola en este sector.
"El agua se llevó toda la casa. Un vecino le ayudó a salir y le puso a salvo en el segundo piso. Gracias a Dios, está viva".
Este panorama es similar al que viven los habitantes de barrios como La Propicia 4, Los Mangos y 24 de Mayo, que se encuentran a unos 20 minutos de distancia, pero sobre la orilla del mismo río.
Marcelo Icaza, morador de Los Mangos, recuerda que fue "cuestión de segundos para que el río se lleve todo. No tenemos ni una olla para hervir agua y tomar café", se lamenta.
Los damnificados coinciden en que es la peor tragedia de los últimos años, pues en 2016 el desbordamiento del río Teoane provocó daños, pero mucho menores que los de esta vez.
Organización comunitaria en Esmeraldas
El denominador común en los sectores afectados de Esmeraldas es la ausencia de las autoridades locales y nacionales.
Los habitantes de La Propicia 4, Los Mangos, 24 de Mayo y 50 casas se quejan porque la ayuda estatal no llega, a pesar de que han pasado tres días desde el desbordamiento del río Teoane.
Lo único que han podido hacer es organizarse para limpiar sus viviendas y rescatar lo poco que dejó el paso del río.
"No hemos recibido un solo pan del gobierno, peor el bono que supuestamente anunció el gobernador, Fricson Erazo", dice Carmen Angulo, moradora de 50 casas.
En este barrio, los trabajos de limpieza continuaron durante la mañana del 6 de junio. Con baldes, palas, escobas y todo tipo de herramientas, los habitantes intentaban sacar los escombros de sus viviendas.
Lo mismo se vive en el barrio La Propicia 4. Ahí, las tareas de limpieza no han parado desde el 4 de junio.
"No hemos podido trabajado ni dormir en paz porque apenas llueve, el miedo y la angustia regresan", dice Carlos Marín.
El gobernador Erazo pide a los ciudadanos que se acerquen a los albergues más cercanos para recibir alimentos y para saber si pueden acceder al bono de USD 675 que entregará el gobierno.
Sobreviven con donaciones
Las donaciones ciudadanas y de organizaciones sociales son la única ayuda que han recibido los damnificados en Esmeraldas.
"Hemos sobrevivido con donaciones porque del gobierno no ha llegado nada", dice Grenda Aranda, habitante de 50 casas.
Hasta este sector llegan autos y camionetas de organizaciones religiosas llenas de pan, arroz, ropa, sábanas y colchones para entregarlos a quienes lo perdieron todo.
Aunque también hay familias que entregan comida por iniciativa propia. "Si no nos ayudamos entre nosotros, la gente no va a salir de esta situación", dice una integrante de una organización religiosa que pidió no publicar su nombre.
Mientras los damnificados se acercan a pedir alimentos, en las afueras de la vivienda de Aranda, dos religiosas la toman de las manos y oran para que la tragedia termine y para que el Gobierno llegue con ayuda.
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