Ya hay norma para quitar el exceso de cables en Quito, pero no presupuesto
Los 'tallarines' que cuelgan de los postes no solo afean la ciudad, también ponen en riesgo a las personas. Una ordenanza busca acabar con los nudos de cables. La Empresa Eléctrica ha invertido USD 70 millones en trabajos de soterramiento.
Hay postes virados debido al peso de los cables. Esto ocurre en la avenida González Suárez.
Emerson Rubio / PRIMICIAS
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Son verdaderas enredaderas de cables. Se han convertido en parte del paisaje urbano en Quito. De un poste salen decenas de cables hacia otros postes, casas e, incluso, puestos de venta informales.
En la avenida Jorge Garcés, arteria principal del Comité del Pueblo, hay enjambres negros de cables que afean la vista.
Pero no es solo un problema estético, porque los cables ponen en peligro a los transeúntes, ya que pueden provocar cortocircuitos. Incluso, hay postes vencidos y a punto de caer por el peso de los ‘tallarines’.
Ocurre en sectores del norte, centro y sur de la capital de Ecuador.
La ordenanza municipal
Frente a este problema, el Concejo Metropolitano aprobó el martes 27 de septiembre un proyecto de ordenanza que regula el soterramiento para que los cables se canalicen bajo tierra.
El concejal Juan Carlos Fiallo, presidente de la Comisión de Conectividad, explica que se busca solucionar tres problemas:
- La eliminación del impacto ambiental, para dejar atrás la maraña de cables. Con la ordenanza, todos los cables eléctricos, de telecomunicaciones o de semáforos deben ir soterrados.
- Dotar de seguridad a la ciudadanía. Ha habido electrocuciones, sobre todo en las zonas deprimidas económicamente, porque los postes están pegados a las ventanas e, incluso, pasan por las terrazas.
- Mejoramiento de la infraestructura tecnológica. Para que los trámites no sean engorrosos, se necesita de un órgano que, desde el Municipio, transversalice procesos administrativos, digitalización y automatización.
El concejal explica que se plantea hacer el soterramiento en todo el Distrito Metropolitano de Quito (DMQ). La ordenanza permitiría soterrar 75 kilómetros de cables al año.
Desde su aprobación, dice, se obligará a que todas las nuevas construcciones canalicen sus cables bajo tierra.
Bajo el mecanismo de alianzas público-privadas, el cabildo podrá determinar que por un tiempo máximo de hasta 25 años, dependiendo la inversión que haga el sector privado, este podrá recuperar el dinero invertido en el soterramiento.
Además, la ordenanza obliga a que la Empresa Eléctrica Quito (EEQ) coordine con otras dependencias de telecomunicaciones para realizar estos trabajos.
Fiallo dice que aún no puede decir cuánto costará el soterramiento de cables en Quito.
Está claro que no va a tener costo para los ciudadanos. Pero sí para las empresas que utilizan estos ductos. La tasa que se cobrará es alrededor de USD 3,70 al año por kilómetros que se arriende.
"Da pena la ciudad"
Marcos Núñez, residente del Comité del Pueblo, asegura que han pedido por teléfono a las empresas del ramo que los ayuden a quitar tantos cables.
"Da pena la ciudad. Los cables se arrancan y caen a la calle", lamenta.
En algunos tramos han juntado los 'tallarines’ con envolturas, como si fueran paquetes. Pero en las calles transversales, todos se disparan sin control.
En el bulevar El Mirador de Bellavista, en el norte, Rosa Guamán lamenta que los cables atraviesen los árboles. Afirma que el problema viene desde hace muchos años. Pero nada cambia.
La inversión
José Luis Peña, vocero de la Gerencia de Distribución de la Empresa Eléctrica de Quito (EEQ), explica que, actualmente, hay dos proyectos.
El primero está enfocado en el Centro Histórico, que comprende un área de 1,2 kilómetros cuadrados, donde las redes están soterradas desde hace 60 años. Sin embargo, a la fecha ya han cumplido su vida útil.
Por lo tanto, han realizado la remodelación de 15 kilómetros de redes.
El segundo, en cambio, apunta a la Zona A, de alta prioridad subterránea: desde la calle Sodiro, cerca de la Maternidad Isidro Ayora, centro-norte de la ciudad, hasta la avenida Río Coca, en el norte.
Y desde la avenida América, por el occidente, hasta la 12 de Octubre y González Suárez, por el oriente.
Se han hecho ocho kilómetros de soterramiento, pero, además, han aumentado el voltaje.
“Los cables aéreos han cumplido su límite térmico y para atender el crecimiento de la demanda se requiere el cambio de voltaje”.
José Luis Peña, de la EEQ.
La EEQ ha invertido en estos trabajos alrededor de USD 70 millones desde 2012, cuando empezaron, hasta la fecha.
José Luis Peña considera que el soterramiento le da protección a la infraestructura eléctrica, sobre todo cuando existen impactos contra los postes y se producen daños en los transformadores.
Eso, además de la seguridad ciudadana.
Miguel Tirado vive en la avenida Napo, en el sur, donde se hizo el soterramiento hace unos cinco años. La ‘carita’ es diferente, comenta.
Ya no hay enredaderas. Los postes de luz no tienen cables. Pero, según Tirado, en algunos no se encienden las luminarias durante la noche.
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