Padres que hacen ejercicios heredan buenos hábitos a sus hijos, indica un estudio científico
El Instituto Cajal del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) hizo un estudio de los efectos de hacer ejercicio y ser sedentario.
Sombra de un niño junto a una portería de fútbol, octubre de 2023.
EFE
Actualizada:
Compartir:
Los efectos beneficiosos del ejercicio físico moderado son buenos para quienes lo practican. Los investigadores han comprobado que sus beneficios redundan en los hijos y que se transmiten como herencia incluso hasta la segunda generación, los nietos.
Así lo comprobó un equipo del Instituto Cajal del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) español liderado por el investigador José Luis Trejo, que dirige el grupo 'Estilo de Vida y cognición', y los resultados del trabajo se han publicado en el Journal of Neuroscience de la Sociedad Americana de Neurociencia.
Y al igual que los beneficios, los autores del trabajo han comprobado que los efectos adversos de un estilo de vida sedentario también repercuten sobre la descendencia a través de los mismos mecanismos.
Resultados
Los investigadores han comprobado en ratones cómo el entrenamiento con ejercicio moderado tiene un efecto más duradero de lo que se pensaba, beneficiando hasta la segunda generación.
Además, es muy probablemente que está mediado por un pequeño grupo de 'micro RNAs' que actúan transmitiéndose de padres a hijos a lo largo de las generaciones.
Esos 'micro ARNs' (miRNAS), ha explicado el Instituto Cajal, son ARN (ácido ribonucleico) de pequeño tamaño que están involucrados en procesos fisiológicos que gobiernan la función cerebral normal.
Estos son capaces de controlar la expresión génica, y constituyen un mecanismo epigenético de herencia que se transfieren a las siguientes generaciones a través de las células sexuales.
La herencia epigenética consiste en cambios en la función de los genes, inducidos por diversos mecanismos; esos cambios activan o inactivan genes sin modificar la secuencia del ADN, en respuesta a factores ambientales, como la alimentación o el ejercicio.
Aunque no han estudiado este mecanismo en ratones hembra por la mayor dificultad para distinguir los efectos epigéneticos del ejercicio, los investigadores sí creen que un mecanismo similar funcionaría en las madres que hacen ejercicio, en las que los 'micro RNAs' pasarían a sus óvulos.
Este hallazgo es relevante por la actual falta de pruebas que respalden la transmisión transgeneracional de los resultados positivos derivados de las intervenciones sobre el estilo de vida dirigidas al cerebro y la cognición, ha destacado el Instituto Cajal.
“Abordar esta cuestión es crucial, ya que podría proporcionar información valiosa para diseñar políticas de salud pública más impactantes ante el preocupante incremento del sedentarismo”, ha manifestado José Luis TrejoTrejo.
Los investigadores encontraron también que no todos los efectos beneficiosos heredados por los hijos de los ratones físicamente activos se mantenían en los nietos.
Si sus padres eran sedentarios, apunta a un desvanecimiento parcial de la influencia beneficiosa del ejercicio heredado de los abuelos cuando las siguientes generaciones abandonan la práctica de actividad física.
Los resultados de este trabajo, cuyas primeras autoras son Elisa Cintado y Patricia Tezanos, también podrían interpretarse como una prueba de que el efecto adverso del estilo de vida sedentario para la salud corporal y cerebral puede transmitirse a las siguientes generaciones.
Compartir: