Ecuador ya tiene una generación marcada por la violencia
El crimen en la puerta de una escuela en Guayaquil pone en escena el impacto psicológico que la violencia está causando en niños y adolescentes. Una experta habla de las recomendaciones para tratar este tema con los infantes.
La Policía Nacional durante el operativos tras un asesinato la mañana del 27 de enero de 2021, en la ciudadela Mirador del Norte, en Guayaquil.
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El asesinato de una mujer en la puerta de una escuela, cuando dejaba a sus dos hijos en clases, el 29 de septiembre de 2022, ha conmocionado a los habitantes de Horizontes del Fortín, en el norte de Guayaquil, donde los índices de violencia han recrudecido.
Fue un asesinato planificado, dice la Policía, y tenía que ocurrir ahí, para que los 15 disparos que descargaron contra la mujer se escucharan en todo el barrio y en la escuela.
Tras el suceso, los niños salieron llorando de la escuela, aferrados a las manos de sus madres, que intentaban no correr para evitar más caos.
La conmoción en la comunidad y en los infantes ha obligado a que otra unidad educativa en Guayaquil cierre y confine nuevamente a los niños a la virtualidad.
La inseguridad está limitando el desarrollo de niños y adolescentes, dice Keren, de 15 años. “La violencia ha dificultado nuestros estudios, ahora mismo no recibo clases presenciales como los demás, sino vía online”.
Esta adolescente estudia en el colegio Pedro Vicente Maldonado, que suspendió las clases desde el 3 de septiembre por las balaceras que los grupos delictivos en el sector de Socio Vivienda 2.
Es la segunda vez en cuatro meses que ese centro educativo está en la virtualidad por las pocas garantías de seguridad a la vida de los estudiantes y docentes de la institución.
En mayo, el colegio quedó en medio de una balacera entre los criminales que han convertido a Socio Vivienda 2 en su campo de batalla por quedarse con el territorio.
Aquel día, Keren estaba en la casa. “Fue algo muy feo, lo que hacemos es ir al cuarto del fondo de la casa, aunque sabemos que las balas pueden traspasar el techo, pero mi mamá suele hacer que mis hermanos menores se cubran con un colchón cuando duermen”.
Hasta julio de 2022, 71 niños de entre cero y 14 años han sido asesinados en el país, tres veces más que en el mismo periodo del año pasado, que fueron 26, según datos del Ministerio de Gobierno.
Guayaquil es la ciudad donde se asesina a más niños. Hasta julio de 2022, 25 infantes hasta 14 años han muerto. En 2021 fueron ocho. La mayoría es asesinada con armas de fuego, víctimas colaterales de la violencia.
La cifra es aún más alarmante cuando se trata de jóvenes de entre 15 y 19 años; son 158 en el país, de los cuales 45 homicidios han ocurrido en Guayaquil.
Los traumas por la violencia
Para la psicóloga Daniela Negrete, la violencia toca la susceptibilidad de cada ser humano de distinta manera.
“Y no es solo por vivirlo o verlo, sino también lo que se escucha sobre la violencia, y crea esa angustia, temor que tiene efectos en el cuerpo porque genera un trauma, que se puede manifestar de distintas formas”, explica Negrete.
En los niños, estos síntomas “pueden manifestar problemas de conducta, fobias como no querer salir de casa o incluso hay niños que vomitan de la nada”, dice la experta.
Y recomienda leer estas manifestaciones sin intransigencia, porque además, son comportamientos que se arrastran como consecuencia del confinamiento por la pandemia.
“En las familias hay que apelar al diálogo, crear espacios para conversar con los chicos, poner palabras a ‘eso’ que puede ser angustiante y transmitir cómo vamos a hacer para prevenir como familia”, dice Negrete.
Niños sin derechos
El cierre de las escuelas y el retorno a la virtualidad provocan vulneraciones de derechos a niños, niñas y adolescentes.
“El más obvio es el de la educación, que los niños puedan desenvolverse en un ambiente sano, seguro, libre de violencia y con igualdad de oportunidades”, explica Sybel Martínez, directora del Grupo Rescate Escolar.
La mayor cantidad de hechos violentos ocurren en los sectores del noroeste de Guayaquil, donde a la mayoría de su población se le vulnera otros derechos como el acceso a servicios básicos, a un empleo formal, a atención médica y a escuelas en buen estado.
“Y frente esta situación grave que puede ser prevenible, porque no es igual que la pandemia, la decisión ha sido cerrar las escuelas, volver a confinar a los niños ante la incapacidad de no poder bajar los índices de violencia”, dice Martínez.
PRIMICIAS solicitó una entrevista al Ministerio de Educación, pero no respondió al pedido.
“Las consecuencias de todos estos flagelos es que si ya ha sido costoso que los niños y adolescentes regresen a clases, ahora tienen más posibilidades de desertar, ya sea por la violencia y porque las bandas los están cooptando”, añade Martínez.
"Mientras el Gobierno no acepte que esto es una emergencia y una realidad, poco se puede hacer".
Sybel Martínez
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