La delincuencia tiene su 'nueva normalidad' y cuatro expertos la explican
Un militar controla que los ciudadanos en Guayaquil respeten la distancia en una fila para entrar a un supermercado, el 20 de abril de 2020.
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Uno de los indicadores que demuestran ese incremento, son las denuncias recibidas por la Fiscalía General del Estado sobre robos y hurtos, que son los delitos con mayor connotación, es decir los delitos sobre los que más denuncias recibe la Fiscalía.
Ecuador empezó a relajar las restricciones de movilidad los primeros días de junio, y para la segunda semana del mes los índices de delincuencia empezaron a subir rápidamente hasta casi llegar a los niveles previos a la pandemia.
Por ejemplo, las denuncias por muertes violentas que recibe la Fiscalía están casi al nivel de la última semana de febrero.
¿Por qué ocurre esto?
Para entender lo que está ocurriendo en la denominada "nueva normalidad" postpandemia, PRIMICIAS consultó a cuatro expertos de diferentes ramas relacionadas a la seguridad.
Daniel Pontón, docente experto en seguridad ciudadana y violencia; Mario Pazmiño, exdirector de inteligencia militar; Lautaro Ojeda, sociólogo y analista de seguridad; e Ítalo Rojas, psicólogo forense y criminólogo.
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"Hay consecuencias sociales por la falta de empleo"
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Daniel Pontón analiza lo que está sucediendo desde dos perspectivas.
Primero, aclara que el repunte de violencia y delincuencia no empieza con el distanciamiento social sino a inicios de abril, cuando el país todavía estaba en confinamiento.
Explica que si bien la reducción de la delincuencia se dio porque con el confinamiento redujo la interacción urbana, la postcuarentena trajo consigo mayor informalidad lo que da paso a la delincuencia.
La segunda perspectiva, dice Pontón, tiene que ver con las consecuencias sociales de la pandemia que están ligadas, sobre todo, a la crisis económica y la falta de empleo.
“La crisis económica, el desempleo y la informalidad son un caldo de cultivo para la delincuencia en el mediano y el largo plazo”, dice.
Además, que a mediano plazo se puede evidenciar un fenómeno de violencia social reprimida. Ya que el confinamiento acumula el estrés y esto genera nuevos tipo de violencia.
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"Se va a agudizar la violencia a nivel nacional e internacional"
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Mario Pazmiño cree que antes de analizar lo que está pasando y lo que se viene, hay que tener claro que durante la pandemia no disminuyó el crimen transnacional.
Explica que mientras las personas estuvieron confinadas en su domicilio y la fuerza pública se dedicó a controlar las medidas de restricción, el crimen organizado continuó.
Por ejemplo, dice, el grupo de Los Contadores, y los carteles de Sinaloa y El Golfo, dedicados al narcotráfico, aprovecharon para traficar por el corredor del Pacífico grandes cantidades de droga que tenían en caletas.
Ahora, concluye el exmilitar, con la “nueva normalidad” se retomará el crimen nacional y la Policía deberá controlar paralelamente a las estructuras delincuenciales internacionales.
Esto, añade Pazmiño, será complicado porque a sus tareas tradicionales, los policías han debido sumar los controles de bioseguridad.
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"La delincuencia también tendrá una nueva normalidad"
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El sociólogo Lautaro Ojeda tiene problemas para definir esta nueva etapa en términos de delincuencia y seguridad.
Considera que la situación crítica que vive el país y el mundo nos lleva a una anomia, es decir no tener rumbo claro.
Así como los sectores económicos legales han tenido que adaptarse, indica Ojeda, también tendrá que hacerlo la delincuencia.
Nacerán nuevas formas de delincuencia o se reforzarán otras como los crímenes cibernéticos. Asimismo, el Estado buscará fortalecer sus posiciones, controles y normas penales.
Entonces, añade, la Policía debe mejorar sus sistemas de inteligencia para adelantarse a los grupos delictivos.
Otro factor que Ojeda menciona es una suerte de "sospecha generalizada", ya que todas las personas usan mascarillas y eso genera una desconfianza natural.
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"El impacto es similar al de la dolarización"
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Ítalo Rojas, psicólogo forense, dice que primero hay que considerar que más allá de sus conceptos de orden y la legalidad, un delincuente es también una persona.
Por eso, al igual que en los demás, el confinamiento le habrá causado episodios de malestar emocional por no poder circular libremente, ver a sus amistades, amantes, beber o drogarse.
Añade que es previsible un repunte de la criminalidad porque -al relajarse las restricciones- la gente saldrá a buscar lo que no hizo y a conseguir dinero.
“Los que salgan a recuperar el tiempo perdido en bares y cabarés serán las víctimas potenciales de los que están desesperados por plata”.
Rojas considera que el impacto de pandemia en los niveles de delincuencia es similar al de crisis de la dolarización. Esto porque hay decenas de miles de personas que han quedado sin trabajo.
“Este provocará más violencias, y digo violencias porque ante la criminalidad y la protesta quizá con vandalismo, la respuesta del sistema es la represión ”, concluye.
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