El coronavirus amenaza a los secoya y a los huaorani en la Amazonía
Una médica del Ministerio de Salud toma la muestra de una mujer siekopai para conocer si es portadora del coronavirus.
cortesía Amazon Frontlines
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"El impacto de la pandemia del coronavirus puede ser devastador para las 11 nacionalidades indígenas que habitan la Amazonía ecuatoriana". Eso es lo que teme Richard Vargas, presidente de la Confederación de Nacionalidades Indígenas de la Amazonía Ecuatoriana (Confeniae).
El dirigente confirma que hasta la fecha se ha detectado que 30 personas de la nacionalidad kichwa, 15 de la nacionalidad siekopai (secoya) y dos de la nacionalidad achuar han sido contagiados por coronavirus.
La preocupación creció en las últimas semanas después de que dos "maestros" secoya fallecieran con síntomas relacionados a covid-19, según Justino Piaguaje, presidente de esta nacionalidad integrada por apenas 700 personas y que habita el norte de la provincia de Sucumbíos.
El miedo de los secoya produjo que algunos de sus integrantes huyeran hacia la selva para resguardarse de la enfermedad, pues no cuentan con insumos médicos ni medicinas para combatirla.
El dirigente de la Confeniae, Andrés Tapia, dice que el virus ingresó a las nacionalidades después de que haya llegado desde otras ciudades. "El contagio se volvió comunitario en la Amazonía y avanzó hasta las nacionalidades", señala.
Según datos del Comité de Operaciones de Emergencia, en las seis provincias amazónicas se registraban, hasta el 12 de mayo, 428 casos confirmados con pruebas moleculares PCR. Pastaza, Zamora Chinchipe y Orellana son las que presentan más casos.
Para evitar el avance del virus, las nacionalidades han cerrado el paso a cualquiera que no pertenezca a sus comunidades, incluso a familiares que, por diferentes razones, se encontraban en otros pueblos o ciudades.
Según Tapia se ha intensificado el intercambio comunitario de productos, así como la siembra de frutas, verduras y legumbres.
María Espinosa, coordinadora de Amazon Frontlines, organización que trabaja con las nacionalidades indígenas de Ecuador, Colombia y Perú, coincide en que la pandemia podría amenazar seriamente a nacionalidades como la secoya o los huaorani.
"Los huaorani (2.500 personas), por ejemplo, no han desarrollado sistemas inmunológicos que les permitan combatir enfermedades occidentales, pues la historia de su contacto con la población blanca y mestiza no supera los 60 años", dice Espinosa.
A esto se suman las condiciones de insalubridad, pobreza y desnutrición en las que viven algunas comunidades. Sin acceso al agua potable o al sistema de salud público, lo que las vuelve aún más vulnerables.
Los grupos indígenas del continente, especialmente aquellos que cuentan con algunas centenas de habitantes, ya son "demográficamente frágiles", lo que significa que son particularmente vulnerables a cualquier infección o enfermedad desconocida, dice Carolyn Stephens, profesora de Salud Global en el University College de Londres, citada por Reuters.
PRIMICIAS solicitó información al Ministerio de Salud sobre la existencia de protocolos de atención para las comunidades indígenas de la Amazonía, pero no obtuvo respuesta.
Falta de respuesta
Más de cinco horas en lancha y hasta dos o tres días a pie puede tomarles a los pobladores de las comunidades más alejadas llegar a un hospital para recibir atención médica.
Es por eso que Amazon Frontlines y Confeniae señalan que el Gobierno debe crear protocolos de bioseguridad específicos para atender las necesidades de las nacionalidades y evitar más contagios o un mayor número de fallecidos a causa del coronavirus.
María Espinosa, de Amazon Frontlines, dice que el Ministerio de Salud debe aplicar más pruebas rápidas y PCR para conocer cuál es el impacto real que ha tenido el virus en la Amazonía.
Andrés Tapia, dirigente de la Confenaie, dice que "no existe coordinación con las autoridades sanitarias" y que han decidido acudir a los médicos de los distritos zonales o a los centros de salud más cercanos para hacer un seguimiento detallado de los casos que han resultado positivos.
La comunidad siekopai, por su parte, ha preferido usar las plantas ancestrales oyosiwi, toña y ajo del monte ante la falta de respuesta del Estado.
La Confenaie también denuncia que empresas mineras, petroleras y madereras no han paralizado sus actividades, a pesar de que Ecuador atraviesa un estado de excepción.
Richard Vargas cree que el contacto entre los trabajadores de las compañías y las comunidades puede convertirse en un foco de propagación del virus.
A eso se suman percances como el ocurrido el 7 de abril de 2020, cuando la rotura de las tuberías del Sistema de Oleoducto Transecuatoriano, del Oleoducto de Crudos Pesados y del Poliducto Shushufindi-Quito ocasionó un importante derrame de crudo en el río Coca.
Ese derrame, afirma, afectó al agua y los cultivos de las comunidades que viven en las orillas de los ríos Napo y Coca.
Guardianes de la cultura
En el caso de las comunidades indígenas, la muerte de sus ancianos también significa la pérdida de conocimientos ancestrales.
Justino Piaguaje, presidente de la nacionalidad siekopai, dice que cuando los dos "abuelos" murieron toda la comunidad estuvo consternada porque ellos "tienen el saber de la cultura, de la medicina y de la memoria colectiva".
América Latina alberga a 42 millones de indígenas, lo que representa alrededor del 8% de su población total, según datos del Banco Mundial.
Para ellos el virus representa un riesgo nuevo y potencialmente catastrófico, particularmente porque sus mayores, el grupo más vulnerable a las complicaciones de covid-19, son los guardianes de muchas tradiciones e idiomas en peligro de extinción, señala un reporte de la agencia Reuters.
"Estamos muy preocupados. Si perdemos a nuestros ancianos vamos a perder nuestra sabiduría, tradiciones y rituales religiosos, además de nuestra medicina natural", dice Jair Kuikuro, un cineasta que documenta la vida indígena en la Amazonía brasileña.
Desde las comunidades indígenas están tomando precauciones especiales para asegurarse de que los mayores tengan alimento e insumos sin necesidad moverse fuera de sus territorios.
Las zonas rurales de América Latina se encuentran entre los últimos lugares del planeta que serán afectados por el coronavirus, y los testeos en estas áreas remotas son limitados, pero las cifras oficiales sugieren que el virus está comenzando a extenderse allí.
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