El cerro Las Cabras de Durán, arrinconado por el microtráfico
En este punto icónico del cantón Durán, los delincuentes deambulan libremente por las calles, lo que obliga a los ciudadanos a encerrarse en las casas.
Bandas de microtraficantes operan en el cerro Las Cabras, en el cantón Durán (Guayas).
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En el Cerro las Cabras de Durán (Guayas) se vive una "prisión domiciliaria", los ciudadanos están encerrados en sus casas, para evitar ser víctimas de narcotraficantes, consumidores y delincuentes que caminan libremente por las calles.
En este icónico lugar de Durán se resumen todos los males de este cantón de Guayas: hay narcotráfico, microtráfico, sicariato y delincuencia común.
“Aquí lo mejor es llegar a la casa y no salir más”, dice María Álvarez, que arribó de la Sierra a esta ciudad hace 16 años.
“Ya me conocen y respetan, porque uno es prudente y no ve, no pregunta y no habla”, señala la mujer en el interior de su casa de cemento, desde donde se aprecia una vista panorámica de Durán, parte de Samborondón y, a lo lejos, Guayaquil.
Los tres cantones conforman la Zona 8, la más peligrosa del país, donde se registra la mayor cantidad de muertes violentas.
"Esto debería ser turístico, pero no lo es", asegura Álvarez con tristeza.
Un compendio de males
Durán, la octava ciudad más poblada de Ecuador, tiene problemas de abastecimiento de agua, carece de alcantarillado y, según la Policía, existe un vendedor de drogas cada 500 metros.
Todos esos males se concentran en el cerro Las Cabras, un macizo montañoso lleno de polvorientas calles que serpentean la tierra seca, formando callejones y recovecos, que sirven de escondite para los delincuentes.
“Acá venden droga y sabemos quién vende, pero toca quedarse quedito (callado) para que no pase nada”, dice Fernando Domínguez, otro habitante del lugar.
La presencia de los microtraficantes es constante, ellos reclutan a menores de edad para que observen si alguien extraño llega al barrio.
Se comunican mediante silbidos y señales, mientras están parados en el camino que sube o baja de este sector.
Ser informante es la primera misión en una carrera que los hace traficantes, sicarios o un muerto más en las estadísticas oficiales.
“Si le contara lo que uno ve”, asegura Domínguez y se niega a dar detalles cuando se le pide más información.
El lenguaje de la bala
Un oficial de Policía Nacional señala que cuando llegan a patrullar al sector, muchas veces escuchan disparos al aire. “Es para que tengamos miedo”, explica el policía quien prefiere no decir su nombre.
En uno de los puntos de acceso al cerro, conocido como la Virgen por una capilla construida en el lugar, existe una unidad móvil de la Policía. Desde allí, las autoridades hacen presencia y tratan de mantener el orden.
A dos cuadras de ese punto, el 14 de octubre de 2021, desconocidos dispararon con fusiles y mataron a un mujer e hirieron a dos hombres. En su escape, los atacantes lanzaron una granada a una casa donde velaban a una persona.
A pesar de que los Gobiernos, centrales y municipales, han anunciado brigadas de educación, de salud y asistencia social para rehabilitar el sector, la oferta de los narcotraficantes es más seductora.
“Reclutan a niños y jóvenes, y les ofrecen dinero rápido, lujos y poder”, señala el oficial de la Policía.
Mientras que el habitante de lugar, Fernando Domínguez, asegura que en el cerro Las Cabras "se habla el lenguaje de la bala".
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