Puná duplicó su población, pero con un nivel de vida precario
La isla Puná creció en los últimos 12 años un 124,63%, hasta 15.275 habitantes. Pero, en la parroquia rural del Golfo de Guayaquil, la cobertura de agua potable es del 33% y la de electricidad, del 67,1%. El embarazo adolescente es otro de los problemas.
Una vista de una calle de Punta Piedra, comunidad de la parroquia rural de Puná, una gran isla del golfo de Guayaquil.
Prefectura del Guayas
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Tanya Delgado, de 49 años, se ganó con un poema el derecho a escribir el himno oficial de la isla Puná, aunque el tema permanece inédito. Si hace cinco años era difícil mencionar a todas las 32 comunidades en la letra de la canción, ahora es peor, porque son 42, dice.
En cinco años se incrementaron 10 comunidades en la parroquia rural del Golfo de Guayaquil. Es más, Puná más que duplicó su población en los últimos 12 años, hasta 15.275 habitantes, según los datos del Censo Ecuador 2022. Es decir, aumentó en 124,63%.
El inusitado crecimiento poblacional de la parroquia rural guayaquileña –teniendo en cuenta que Ecuador creció solo al 17,15 % desde 2010–, se registra en medio de precarios niveles de calidad de vida.
La cobertura de agua potable, por ejemplo, alcanza solo el 33% de la población y la de electricidad, el 67,1%, según los datos del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC).
Delgado, nacida en la cabecera parroquial (Puná Nueva), grabó con piano y pocos instrumentos el primer himno parroquial de la isla y, tras cinco años, aún espera por financiamiento para producirlo con orquesta en su versión oficial.
Pero ahora le piden que incluya los nombres de 42 poblaciones, algo imposible, dice. Toda la letra se iría en mencionar a las comunidades y recintos.
Tanya solicita ayuda para producir el himno de la isla, que celebra por estos días 188 años de parroquialización, aunque su historia se remonta a tiempos precolombinos a través de los aguerridos punáes.
La autora del himno parroquial se sorprende inicialmente con los datos del censo, pero no tarda en explicar el crecimiento poblacional.
“Los jovencitos están haciendo vida conyugal muy pronto, se están haciendo de pareja rápido, incluso desde el colegio, en plena adolescencia. Y la otra realidad es la del embarazo adolescente”, explica Delgado.
Aislamiento, embarazo precoz y falta de oportunidades
Puná cuenta con un territorio de 919 kilómetros cuadrados, es mucho más grande que la extensión urbana del propio Guayaquil.
El embarazo adolescente, una problemática de la cabecera parroquial –de unos 5.000 habitantes–, es mayor en las comunidades desperdigadas por la isla y en sus cercanías.
Además, “una vez que los adolescentes terminan el colegio y no tienen ninguna otra perspectiva de vida más que la de formar una familia”.
La mayor parte de la población se dedica a la pesca o la captura de cochas y cangrejos. La isla Puná carece de formación tecnológica o extensiones universitarias.
El comercio, la pesca, el transporte fluvial o en camionetas al interior de la isla están entre las pocas opciones laborales.
Por vía fluvial, en lanchas rápidas, el trayecto entre Puná y Guayaquil es de una hora (y el costo es de USD 7, el pasaje); y en lanchas de carga el trayecto es de cuatro horas (USD 3, el pasaje).
La cabecera parroquial cuenta con planta de agua potable y generadores termoeléctricos. Aunque en la etapa lluviosa, por niveles de turbiedad en el río Guayas, el tratamiento de agua se suele suspender y deben adquirir el agua en bidones que llegan desde Guayaquil.
Solo una de cada tres personas cuenta servicio de agua potable en Puná. Las comunidades sobreviven con pozos de agua. Pero se trata de agua salobre y sin potabilizar, explica Elías Gonzabay, habitante de Puerto Salinas.
Para beber y cocinar trasladan botellones de agua en lancha desde la comuna continental de Posorja, a un costo de USD 1,50 cada una.
La cobertura de alcantarillado es de 0,8% y recolección de basura, del 27,2% (se entierran o queman los residuos), lo que repercute en desaseo de playas con potencial turístico.
Un atraso de décadas
Roberto Castillo, director ejecutivo del INEC, recuerda que el promedio de edad para casarse de las mujeres aumentó a 32 años en Ecuador.
“Pero los promedios esconden realidades. Lo que pasa en comunidades alejadas como Puná es que la edad de casamiento disminuye a mucha más temprana edad, incluso a la adolescencia”, dijo el funcionario
“El embarazo adolescente es una problemática que tenemos todavía que afrontar y mucho más en comunidades rurales como la isla Puná”.
Roberto Castillo, director del INEC
En estas comunidades existe población más joven y eso se ve reflejado “en niveles de fecundidad altos”, a diferencia de las grandes ciudades con promedio de edad mayor, dijo.
De hecho, el 42% de los habitantes de la isla Puná tiene entre cero y 19 años. El porcentaje sube al 51% si se suma al segmento de 20 a 24 años.
“El crecimiento de población en estas comunidades está relacionado además con el nivel de educación, la cultura, el acceso a servicios... Es decir, en Puná podemos tener un patrón de 10 años atrás”, agregó Castillo.
La parroquia de Guayaquil se surte de electricidad de tres generadores termoeléctricos, que trabajan al máximo de su capacidad. Pero un tercio de la población en las islas carece del servicio.
La Corporación Nacional de Electricidad (CNEL EP) cuenta con un plan para habilitar una subestación eléctrica en Puná a un costo de USD 65 millones.
Pero se requiere conexión a la red eléctrica nacional a través de un cable submarino que cruce tres kilómetros del canal del golfo de Guayaquil, desde Posorja. El tiempo de implementación es de al menos tres años.
Entretanto, en la “tierra de lucha pujante, de especies y encantos marinos”, aquello de que el “progreso cambió su destino” será solo un anhelo, las estrofas de un inédito himno.
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