Caso Amelia: una condición genética de la víctima escondió años de abusos
Cerca de 15 años pasaron hasta que el caso Amelia fue llevado a la justicia, pero la sentencia fue favorable a su agresor. Ahora la defensa prepara una apelación.
El miércoles 25 de agosto de 2021, en los exteriores del Consejo de la Judicatura de Ibarra se realizó un plantón por el caso Amelia.
Cortesía: Defensa Amelia
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El juego del caballo fue el nombre de la artimaña que Orlando P. utilizó para abusar sexualmente de Amelia (nombre protegido). Ella tenía seis años cuando las agresiones empezaron.
Amelia vivía en Ibarra, Imbabura, cuando sus padres arrendaban un departamento en la propiedad de Orlando P., quien era "cercano a la familia".
Durante cuatro años, a punta de engaños y enredos, el hombre abusó de la niña. Lo hacía cuando sus padres no estaban, aprovechando su cercanía.
Cuando Amelia cumplió 10 años, sus padres adquirieron una vivienda propia y se mudaron de la casa del agresor. Luego en una visita de este hombre ocurrió un episodio más de violencia.
El hombre pidió a la niña que lo acompañará a su casa, le dijo que sería la última vez que jugarían. Lo que fueron años de tocamientos, culminaron en una violación.
Pese a la corta edad de la víctima, su cuerpo no mostró daños físicos. Hoy, 15 años después, se conoce que Amelia padece una condición genética llamada Ehlers Danlos.
Esta patología provoca una flexibilidad extrema en sus mucosas, extremidades y articulaciones. Debido a esto no se produjeran desgarros o lesiones internas o externas por los abusos sexuales.
Las secuelas psicológicas en la niña
Pasaron años hasta que Amelia descubrió que fue víctima de una violación. En sus últimos años de secundaria contó todo lo que pasó a varias personas adultas y empezó un largo camino de recuperación psicológica.
Pero fue muy difícil, pues las huellas de las agresiones eran evidentes. A sus 19 años, Amelia decidió estudiar medicina, y cada clase de anatomía o fisiología era un suplicio. Le recordaban y transportaban a los días de las agresiones de Orlando P.
Amelia dejó la universidad, buscó apoyo profesional y fue diagnosticada con un trastorno depresivo grave y estrés post traumático.
En medio del tratamiento por este diagnóstico, finalmente, Amelia contó todo lo que ocurrió a sus padres. Y en 2018, la víctima denunció al agresor por el presunto delito de violación.
Agresor declarado inocente
Luego de poner la denuncia, la Fiscalía empezó la investigación y encontró indicios suficientes para procesar a Orlando P. por violación.
En junio de 2021, el caso llegó a la audiencia preparatoria de juicio, y la Fiscalía presentó una acusación oficial contra el agresor.
Pero un Tribunal de Garantías Penales en Ibarra negó ese pedido y ratificó la inocencia del hombre.
Según la sentencia, si bien se ha demostrado que hubo abuso sexual, este se quedó en los tocamiento y no llegó a ser una violación. Este argumento se basó en que la víctima no tenía evidencias de daños físicos.
Pero, el Tribunal no tomó en cuenta la pericia de una genetista que detalló y certificó la condición genética que sufre la víctima.
De esta manera, Orlando P. fue declarado inocente de violación. Y debido al paso del tiempo, el delito de abuso sexual ya prescribió y tampoco puede ser juzgado por esa conducta.
Andrea Noboa, abogada y parte de la defensa de Amelia, relató a PRIMICIAS que ya han presentado la apelación ante la Corte de Imbabura y están esperando la fecha para la audiencia.
Según la abogada, la defensa del agresor basó su defensa en tres documentos privados con criterios psicológicos y médicos que favorecen la tesis de que no hubo violación, sino solo abusos.
Pero, estos documentos fueron pagados por el propio agresor. Además, no fueron realizados por un perito acreditado y sorteado por la Fiscalía como ordena la ley.
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