Carlos Armando Romero Rodas, la voz inmortal de fin de año en Guayaquil
Pese a que el radiodifusor guayaquileño, Carlos Armando Romero Rodas, murió en 2004, su voz continúa escuchándose en Guayaquil con su mensaje de fin de año.
Resumen 2023 Carlos Armando Romero Rojas Radio Cristal, despedida de año
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Su voz grave retumba en los parlantes callejeros y en las salas de las casas guayaquileñas, acompañada de la explosión de silbadores y camaretas. Minutos antes de que termine el año, cualquier año, la figura del radiodifusor Carlos Armando Romero Rodas aparece en escena.
Esto no sería extraño si Romero, el popular CARR, no habría muerto en julio de 2004, pero su mensaje de fin de año sigue tan vivo en la memoria de un Guayaquil que lo añora.
A él y a su amada Radio Cristal, que fue el altar del mismísimo Julio Jaramillo Laurido, su compadre y amigo.
"Faltan dos minutos para que concluya el año y hay que decirlo con franqueza. En Ecuador imperan el hambre, la desocupación, la miseria... solo un porcentaje ínfimo de privilegiados vive lleno de satisfacciones y holguras", dice Romero a voz en cuello.
Un mensaje atemporal, pero que indigna por su vigencia, pese a que lo gritó hace 20 años. Y continúa: "La gran mayoría en este país hace verdaderas proezas para tratar de llevar un mendrugo a su familia, a sus hijos", grita Romero como un presagio.
"Y ante este panorama, la delincuencia crece en forma avasallante. Le queda un minuto al año viejo".
Carlos Armando Romero Rodas
Así comienza la emocionante cuenta regresiva que pone los pelos de punta a la audiencia, que se abraza, llora, bebe y apura los rituales con uvas y ropa interior amarilla, mientras otros corren con una maleta alrededor de la cuadra con la esperanza de viajar o tener días mejores.
"Se va el año viejo, estamos a cinco segundos, cuatro, tres, dos, uno, feliz año nuevo. ¡Viva el Ecuador!", sentencia Romero, cuya voz se oculta tras las notas del Himno Nacional.
Es que Romero conmovía las almas de quienes lo escuchaban cada fin de año, como epílogo de sus citas radiales diarias con 'Desayúnese con las noticias', 'El balcón del pueblo' o 'La hora Jota Jota', en honor al 'Ruiseñor de América'.
Su familia recuerda que cada 31 de diciembre nadie lo sacaba de la cabina de radio, ya que le gustaba vivir las primera horas del año nuevo en su oficina. Es más, su esposa le enviaba la cena con el chofer y la compartía con quien se encontraba afuera de la radio.
"Nosotros íbamos con nuestras familias a saludarlo y él nos daba la bendición, entre corte y corte, desde el mostrador", evoca su hija, la periodista Mariana Romero.
"Llegaban sus amigos y compadres con regalos. Él los recibía y no los abría hasta el año siguiente".
Mariana Romero.
Los mensajes, claros y potentes, los armaba con solemnidad, revisando los diarios nacionales al centímetro para que no se le escapara ningún detalle.
Una vida consagrada a la radio
Nacido en Guayaquil el 3 de abril de 1929, este ícono popular de la radio ecuatoriana se consideraba un hijo del pueblo, aquel niño que se hizo en las calles junto a la clase obrera.
Por eso, en sus 59 años de actividad radial y 47 al frente de Radio Cristal, Romero difundía ofertas de trabajo para los albañiles, plomeros y electricistas que se sentaban en las calles José de Antepara y Luque, en pleno centro de la ciudad, buscando un golpe de suerte.
Su hija Mariana lo recuerda así: "Era un hombre del pueblo, que en su infancia conoció necesidades y, con esa visión de la vida, podía medir perfectamente quién era veraz y quién no. Tenía una mirada penetrante que le permitía conocer a quién mentía".
Un año antes de morir, Romero Rodas habló con Freddy Ehlers sobre la realidad nacional y predijo que "vendrá un líder joven que dará un giro de timón y que cambiaría toda esta corrupción".
Su legado
A veinte años de su desaparición física, Mariana Romero aún no puede escuchar la voz de su padre. "Ni siquiera puedo verlo en YouTube"
"Me duele que mi coloso se haya marchado. Era muy estricto, pero a la vez tierno y cariñoso. También podía ser bromista".
Mariana Romero
Tras la muerte de Carlos Armando Romero, su hijo Julio Juan asumió la dirección de la radio, hasta que falleció a los 49 años en abril de 2019.
"Tomó las riendas mi otro hermano Ricardo Romero Rivas. Tengo entendido que está modernizando ciertos procesos de la radio. Debo reconocer que quizás la sintonía haya bajado un poco, en esta era en que los medios digitales son los que mandan", asegura Mariana.
Su legado radial quedó en manos de su hijo Marcos Eduardo en Radio Caravana, quien sigue sus pasos.
Sobre cómo le gustaría que lo recordaran después de muerto, Carlos Armando Romero le dijo a Ehlers que "cuando uno se termina, se termina", pero se equivocó, su voz y su mensaje siguen más vigentes que nunca en un Guayaquil que no lo olvida.
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