CAF alertó en 2015 sobre riesgos de inundaciones en Guayaquil
Embalses para retener las aguas lluvias y evitar que Guayaquil se inunde en marea alta fueron planteados en 2015 por la Corporación Andina de Fomento. El costo de las obras de control de inundaciones asciende a unos USD 250 millones.
Los sedimentos han formado islotes a lo largo del río Guayas. Uno de ellos, El Palmar, cerca de Guayaquil, podría ser dragado en 2023.
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El dragado del río Guayas puede reportar beneficios para amplias zonas del norte de Guayaquil que sufren inundaciones recurrentes.
Pero dragar la sedimentación acumulada por décadas entre Guayaquil y La Puntilla (Samborondón, Guayas) es solo una parte de la solución, ya que se requieren mega estanques o embalses para captar aguas lluvias.
Las estructuras de captación, como enormes cisternas, le permitirían a la ciudad gestionar la evacuación de las lluvias durante periodos de mareas altas y aguajes. La Corporación Andina de Fomento (CAF) realizó en 2015 un diagnóstico con recomendaciones.
El estudio Integral Hidrológico-Hidrodinámico del Sistema Daule-Babahoyo-Guayas se entregó al Municipio de Guayaquil y a la Prefectura del Guayas. .
El documento advierte que el camino para mitigar las inundaciones pasa por una serie de intervenciones.
Entre ellas la construcción de grandes estructuras de captación de lluvias (estanques o embalses) en un sistema de control de inundaciones sin precedentes en Ecuador.
Fidel Valdivieso, gerente de la Empresa Municipal de Agua y Alcantarillado de Guayaquil (Emapag-EP), dice que esas obras pueden llegar a costar unos USD 250 millones.
De hecho, el costo ha sido uno de los impedimentos para concretar estos planes.
Esto porque Guayaquil tendría que salir a buscar créditos ante organismos multilaterales para emprender los proyectos, dice.
Embalses en Guayaquil
Al menos se requerirían cuatro mega estanques para evitar las inundaciones frecuentes.
Se trata de obras repartidas entre el noroeste, norte, centro y sur de Guayaquil, siempre que exista factibilidad, donde el análisis de ingeniería permita su implementación.
El problema es que Guayaquil se encuentra a cuatro metros sobre el nivel del mar. Y por efecto de las mareas, en el ir y venir del estuario del río Guayas en pleamar, el agua sube hasta los 4,70 o 4,80 metros, en promedio.
Pero en los aguajes del 23 y 24 de marzo el nivel del agua en el Guayas llegó a 5,11 y 5,15 metros sobre el nivel del mar. Es decir, 1,15 sobre el nivel medio de la ciudad.
En esas condiciones, una lluvia intensa colapsa la ciudad. Es que el efecto remanso de la lluvia en las calles (y casas) se produce por un bloqueo del río: el agua no tiene físicamente donde desfogar.
Los grandes estanques o embalses con sus respectivas compuertas servirían para bloquear las descargas de aguas lluvias de la ciudad al río, explica Pablo Suárez, ingeniero especializado en Oceanografía e Hidrografía.
“El agua lluvia pasa a través de bombas a estos estanques. Y allí se retiene hasta que pase la tormenta o hasta que baje la marea”
Pablo Suárez, experto en Oceanografía.
¿Por qué no se construyeron?
Suárez, de la Consultora en Ingeniería y Ambiente (Consulsua), señala que en los planes maestros de drenaje pluvial de la concesionaria Interagua ya se preveía este tipo de "lagunajes" desde 2003.
Pero estos grandes estanques se usan para lluvias y condiciones excepcionales. Es decir, para eventos que pueden ocurrir cada cinco o siete años, o incluso más tiempo, según el experto.
Además, son obras que no suelen proporcionar réditos políticos inmediatos, dice Suárez. Tampoco suelen ser visibles, por lo que las administraciones públicas las postergan.
“Es hora de un punto de quiebre en la gestión integral del drenaje pluvial de Guayaquil. Además de las grandes obras, se requiere un manejo de la cuenca alta de los ríos".
Pablo Suárez, ingeniero en Oceanografía.
“Esos embalses, en las épocas en las que no llueve, podrían ser centros de entretenimiento. Es decir, se están usando en otros lugares para conciertos, como conchas acústicas. O como parques de recreación y zonas deportivas”, agrega Suárez.
A la inversión inicial hay que sumarle costos de operación, por lo que el consultor llama a darles múltiples usos a las obras para que exista un retorno social, más allá del control de inundaciones.
El sector de Las Orquídeas, en el norte de Guayaquil, protegida por un canal con un muro de contención, se inundó el 8 de marzo luego de seis años desde la última inundación (3 de febrero de 2017).
Y se volvió a inundar el 24 de marzo.
Sectores de Sauces 6 y 9, también en el norte de la ciudad, se han visto anegados de forma sucesiva por casi una semana. Las lluvias de marzo ya sobrepasan en un 83,57% a las precipitaciones habituales para este mes en la ciudad.
Desde la gerencia de Emapag informan que parte de los lineamientos propuestos por la CAF en su estudio de diagnóstico de 2015 se implementaron.
Pero Valdivieso señala que desde hace 22 años, cuando se firmó el contrato con la concesionaria Interagua, la prioridad siempre fue el agua potable y alcantarillado sanitario.
“Los embalses se hacen ahora más necesarios. Vamos a tener mareas y lluvias más frecuentes debido a las anomalías del cambio climático y el calentamiento global”.
Fidel Valdivieso, gerente de Emapag
Emapag regula a Interagua en la dotación de servicios de agua potable y alcantarillado sanitario y pluvial.
“Se priorizó el crecimiento y el mejoramiento de la distribución de agua, la cobertura era del 35% hace 22 años, ahora tenemos el 98%”, dice el gerente.
Mientras que la cobertura actual es del 96% en alcantarillado sanitario.
Esas inversiones desplazaron a otros proyectos, como drenaje pluvial. Guayaquil cuenta con alrededor de 50.000 sumideros de aguas lluvias y 150.000 metros lineales de sistemas de drenaje, entre ductos, canales abiertos, sumideros y rejillas.
Se han construido, sobre todo, nuevos canales y ductos cajón, pero gran parte del sistema tiene entre 30 y 40 años. Además, la ciudad cuenta con 55 bombas antirretorno.
Se trata de válvulas que evitan que la marea alta en el río se filtre a las calles, aunque estos sistemas se han visto sobrepasados en condiciones de aguaje.
Las soluciones a futuro son un desafío para la nueva administración municipal, que asumirá el próximo 14 de mayo.
“Tenemos entendido que la administración del alcalde electo, Aquiles Álvarez, prevé tomar como referencia el estudio de la CAF entregado al Municipio, proyectos necesarios para mitigar el impacto de las inundaciones”, agrega Valdiviezo.
El dragado de El Palmar
El gerente de Emapag señala que el dragado de los alrededores del islote El Palmar, en el río Guayas, prevé reportar beneficios a sectores que han sufrido constantes inundaciones las últimas semanas.
Entre ellos están Sauces, Guayacanes, Alborada, Samanes, Las Orquídeas y Pascuales, que drenan sus aguas lluvias al río Daule. Sin mencionar sectores de Samborondón y Durán.
Es decir, se podrían mitigar las inundaciones en una de las áreas más afectadas en el norte de Guayaquil, en un 30% o 40% de la ciudad.
El dragado está a cargo de la Prefectura de Guayas. El buque con la draga china que prevé extraer los sedimentos de los alrededores de El Palmar (entre Guayaquil y La Puntilla) ingresó a las aguas territoriales de las Galápagos el pasado 24 de marzo.
Su llegada al Puerto de Guayaquil está prevista para los próximos días, tras retrasos en el cronograma propuesto por la Prefectura de Guayas.
La draga debió llegar originalmente el 20 de octubre de 2022. Son seis millones de metros cúbicos de sedimentos que se prevén extraer en 900 días.
Esa gran cantidad de arena y lodo bloquea el libre paso de las aguas en el río Daule, en el punto donde se une con el Babahoyo para formar el Guayas, frente a Guayaquil.
Cuidado de las cuencas de los ríos
Pero Suárez apunta que son necesarios dragados en las cuencas altas de los ríos Daule y Babahoyo. Las prefecturas tampoco han intervenido en sectores como Jujan y Yaguachi (Guayas) o el río Jujan (en Los Ríos), para el Babahoyo.
Mientras que la cuenca del Daule se extiende desde el cantón Pichincha, en Manabí, hasta Guayaquil (Guayas). Y es que la sedimentación se genera río arriba hasta asentarse en zonas bajas y lugares como Guayaquil.
Además, el experto señala la falta un organismo de cuidado e intervención técnica, como la desaparecida Comisión de Estudios para el Desarrollo de la Cuenca del Río Guayas (Cedege).
La propia CAF recomienda en su estudio incluso la construcción de diques y amurallamientos para aliviar el problema de la erosión y sedimentación excesiva.
El dragado del Guayas es “inevitable”, dice el diagnóstico. Pero también recomienda estudiar intervenciones alternativas que incluyen estrechar la desembocadura del río Daule, volviéndola más estable.
Ese rediseño incluye espigones que sobresalgan en las riberas para retener los sedimentos.
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