Batalla del Pichincha: Cinco curiosidades del 24 de Mayo de 1822
La Batalla del Pichincha puso punto final a la presencia del imperio español en el territorio de la Presidencia de Quito.
Detalle del cuadro 'Pichincha', de Luis Moscoso, fechado en 1947 y basado en la famosa batalla independentista.
Museo del colegio Militar Eloy Alfaro
Autor:
Actualizada:
Compartir:
El impacto de la Batalla del Pichincha, librada el 24 de Mayo de 1822, continúa motivando el interés de investigadores y ciudadanos. Es razonable que así sea, pues este combate desarrollado en las faldas del volcán es el punto culminante del proceso independentista de lo que poco después sería la República del Ecuador.
Las líneas generales de esta batalla son conocidas por casi todos los ecuatorianos y actualmente incluso están desacralizados ciertos relatos romantizados. Por ejemplo, la versión de Manuel J. Calle de su heroico, pero idealizado, Abdón Calderón, ya no se enseña a los niños.
Sin embargo, hay ciertos aspectos de la Batalla del Pichincha que son menos conocidos y que causan asombro. A continuación, cinco de las curiosidades más interesantes de este enfrentamiento que puso fin el imperio español en la Presidencia de Quito:
1. No fue una batalla campal
El combate no se desarrolló de la manera usual, con enormes ejércitos chocando en una planicie. Antonio José de Sucre, el comandante de las tropas independentistas, deseaba librar la batalla en La Alameda o en Turubamba.
Incluso, pretendía rodear Quito para pasar de largo hasta Pasto y unirse a las tropas de Simón Bolívar. Pero las maniobras defensivas de los realistas al mando de Melchor Aymerich, y también los aguaceros que cayeron en la víspera, dejaron los chaquiñanes intransitables.
Por eso, la Batalla del Pichincha se libró a lo largo de 10 kilómetros, con las tropas prácticamente en fila india, desde la quebrada de El Tejar hasta el sur, pasando por El Panecillo, hasta alto Chilibulo. El actual Templo de la Patria fue escenario de los combates, pero no fue el único lugar de pelea.
2. El error del batallón Cataluña
Los batallones que intervinieron en la Batalla del Pichincha se han hecho célebres y han inspirado cuentos y leyendas. Ahí está el Yahuachi, con 260 infantes al mando del coronel Carlos María Ortega, prueba del aporte de la Provincia Libre de Guayaquil a la causa independentista. O el Albión, integrado por 433 infantes británicos e irlandeses al mando del teniente coronel John Mackintosh.
Entre los realistas, el batallón más importante lo constituyó el Aragón. De hecho, cuando el Albión destroza por la retaguradia al Aragón, Sucre ganó la batalla.
Pero entre patriotas y realistas tenían expectativas por la entrada en acción del batallón Cataluña en apoyo de Aymerich. Se trataba de un grupo de 400 soldados al mando de Bartolomé Salgado que marchaba desde Pasto. Pero esos realistas no llegaron a tiempo porque Salgado creyó que en el camino se cruzaría con un ejército patriota muy superior y decidió esperar a 80 kilómetros de Quito.
Ese error de cálculo causó que el Batallón Cataluña llegara a Quito el 25 de mayo, solo para entregarse porque ya estaba todo consumado.
3. El papel de las guarichas
El papel de las mujeres en el proceso de Independencia, y concretamente en la Batalla del Pichincha, ha sido rescatado por los historiadores. Se ha reivindicado a las 'Tres Manueles', por ejemplo, que se disfrazaron de varones para combatir, y de Rosa de Montúfar, filtro vital del espionaje en favor de Sucre.
También hubo mujeres, casi todas anónimas, que prácticamente marchaban junto a las tropas, pero no eran reconocidas como parte de los ejércitos. Esto fue un fenómeno que se repitió en la región. En Colombia las llamaban juanas. En Perú, rabonas. Cantineras era su nombre en Chile. En México, soldaderas. Y en Quito se las conoció como las guarichas.
Muchas de estas mujeres provenían de las clases sociales populares y también eran familiares de los soldados, a los que seguían en las campañas para dar apoyo. Eran cocineras, enfermeras, sepultureras y también espías. Algunas hasta tomaron las armas.
4. La bandera de España
Al contrario de lo que muchos creen, los patriotas no se quedaron con la bandera de España al final de la batalla. Sí fue arriada aproximadamente a las 14:00 del 25 de mayo, luego de que Melchor Aymerich firmó esa tarde la capituación en el fortín del Panecillo.
En su lugar, se izó la bandera de Colombia, el tricolor imaginado por el prócer venezolano Francisco de Miranda.
Los ganadores no obligaron a los realistas a entregar la bandera hispana como botín de guerra. Más bien, fue doblada y se la quedaron los oficiales españoles que días más tarde abandonarían el territorio de la ya extinta Presidencia de Quito rumbo a Cuba, como el propio Aymerich.
5. Enemigos... pero no tanto
La visión maniqueísta de la Batalla de Pichincha, con un bando bueno y otro malvado, ya no tiene cabida ni se ajusta a la realidad. En verdad, la población estaba dividida sobre el proceso independentista, y dentro de las mismas familias se vivían esas diferencias.
El ejército de Aymerich estaba constituido en un 70% por quiteños, cuya gran mayoría se quedó a vivir en la ciudad tras el cambio político.
Y lo mismo ocurría con los indígenas, muchos de los cuales apoyaban a los realistas. Algunos, hasta recibieron medallas del propio Aymerich, como los indios del Juncal.
Como lo explica Alexandra Sevilla Naranjo, "los indígenas, ya fueran insurgentes o realistas, tenían una misma motivación: defender un ancestral modo de vida amenazado por los dos bandos en disputa".
Compartir: