El Banco de Alimentos trabaja para combatir el desperdicio a través de la solidaridad
El Banco de Alimentos recibe 30 toneladas de productos cada semana
Jonathan Machado / Primicias
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Más de 30 toneladas de comida llegan cada semana a las bodegas del Banco de Alimentos que funciona en el sur de Quito desde 2002. Desde allí son distribuidas a 2.500 personas de escasos recursos.
Los alimentos provienen de 30 empresas que donan productos que están próximos a caducarse o que no pueden ser comercializados en tiendas o supermercados por algún defecto en sus empaques.
Patricia Pérez, vocera del banco, dice que todos los alimentos pasan un proceso de control de calidad para conocer si son aptos para el consumo humano.
Este proceso es realizado por 60 voluntarios de las 154 fundaciones a las que el banco entrega alimentos a un 10% de su valor comercial.
Pérez dice que la solidaridad es el principio por el que se rige la entidad. "Nosotros entregamos comida a un precio mínimo y las fundaciones nos ayudan con el trabajo de los beneficiarios".
María Calahorrano es una de ellas. Llega al banco todas las mañanas para verificar y clasificar los alimentos. Su trabajo consiste en controlar que no existan productos en mal estado y que puedan consumirse sin causar problemas de salud.
Mientras Calahorrano clasifica los productos, otros voluntarios se dedican a lavar las canastas en las que llegan los alimentos. Otros cargan los productos y los ordenan en refrigeradores.
También hay pañales o artículos de aseo que se debe clasificar.
Milton Arévalo, representante de la Fundación Maristas Compartiendo el Viaje -que beneficia a 32 migrantes- acude cada martes desde 2015 para comprar productos en este banco.
El bajo costo permite que su fundación pueda atender a más migrantes que llegan a Quito en condiciones de extrema pobreza, dice.
Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación (FAO), en el mundo se desperdician alrededor de 1.300 millones de toneladas de alimentos. El 6% proviene de América Latina.
La FAO también explica que ese desperdicio podría alimentar a 2.000 millones de personas y evitar que mueran de hambre o de desnutrición.
Pérez calcula que solo en Quito se desperdician cerca de 100 toneladas de comida cada día.
Más beneficiados
No solo las 154 fundaciones se benefician del Banco de Alimentos. Los productos también terminan en las manos de personas de escasos recursos que son derivadas de instituciones públicas como los Ministerios de Salud y de Bienestar Social.
Patricia Pérez, representante del banco, dice que no se trata de una venta comercial, sino de una contribución mínima con la que el banco puede mantener sus operaciones.
Julio Caiza hace compras cada semana en la bodega del banco. Con USD 20 le alcanza para llevar leche, huevos, pan, arroz y otros productos que necesita para él, su esposa y sus dos hijos.
Las empresas donantes también se benefician al entregar los productos, dice Patricia Pérez, pues "ahorran USD 1.400 por cada tonelada de alimentos caducados que deberían incinerar".
A pesar de las 30 toneladas que el Banco recolecta semanalmente, Pérez dice que es necesario que más empresas se sumen a la iniciativa porque "en nuestro país siempre hará falta alimentos para las personas de escasos recursos".
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