El lodo cubre casi todo lo que quedó en pie en La Comuna tras el aluvión
Paredes, ventanales y cerramientos de las casas del sector colapsaron. Varias familias perdieron todo lo que había en sus hogares.
Varios voluntarios en las tareas de limpieza de calles de La Comuna, tras el aluvión, en Quito. Imagen del 2 de febrero de 2022.
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Unos no tienen luz eléctrica, otros no tienen agua potable y hay quienes están sin acceso a todos los servicios básicos.
Desde la tarde de 31 de enero, los habitantes de La Gasca y de La Comuna tienen sus casas repletas de un lodo que parece cubrirlo todo.
En cientos de viviendas el olor a tierra mojada se mezcla con el hedor de las aguas de la quebrada El Tejado que se desbordó ese 31 de enero, dando origen a una tragedia que hasta el último reporte de COE Metropolitano ha causado la muerte de 26 personas.
La limpieza de la quebrada El Tejado tomará cerca de cuatro días, así lo señaló a PRIMICIAS, Othón Cevallos, gerente de la Empresa de Agua Potable y Saneamiento (Epmmaps) del Municipio de Quito.
La quebrada colinda con la calle José Berrutieta, una de las vías más afectadas en La Comuna.
El aluvión alcanzó, en algunos tramos, los cuatro metros de altura. Los rastros de lodo en las fachadas de las casas del sector muestran la gravedad de lo ocurrido.
Paredes, ventanales y cerramientos de las viviendas colapsaron y varias familias lo perdieron todo.
De la cancha cubierta de ecuavóley que estaba junto a la quebrada solo quedó en pie una parte de graderío.
Allí estaba reunida esa tarde la mayoría de las víctimas mortales, de los heridos y de los desaparecidos.
Cuando la quebrada cedió, en esa cancha barrial se disputaba un encuentro deportivo, se estima que había unas 60 personas reunidas.
Durante las tareas de limpieza de la mañana del 2 de febrero, se encontraron cerca del sitio donde estuvo la cancha otros dos cadáveres.
Las imágenes en el sector de La Comuna son difíciles de asimilar. Hay vehículos destrozados y árboles sobre las terrazas de las casas.
Tal fue el impacto de la corriente de lodo y agua, que grandes objetos arrastrados por la corriente pasaron por La Comuna, por La Gasca y llegaron hasta la zona de La Mariscal, varios kilómetros más abajo.
La gente rescata lo que puede
La casa de Alba Cotacachi, de 46 años, fue una de las más afectadas. Su vivienda de tres pisos se sostiene con pilotes de madera y las autoridades del Municipio le recomendaron que derribe uno de los departamentos antes de que colapse.
Además, sus dos vehículos se destruyeron. Uno fue a parar a unas cinco cuadras de su casa.
Ella, como la mayoría de los vecinos del sector, continúa sacando lodo y escombros de su hogar y colocando en las calles sus electrodomésticos, los colchones, los libros, la ropa, y otras cosas que pudieron rescatar.
Maquinaria pesada del Municipio de Quito y de la Prefectura de Pichincha limpió los escombros de las calles.
La tragedia hasta hizo olvidar las medidas de bioseguridad durante las extensas jornadas de limpieza de voluntarios.
Ámbar Ramírez, de 39 años, considera que la mala suerte la persigue. Ella es de Mérida (Venezuela) y llego a Quito hace tres años escapando de la crisis económica de Venezuela.
Pero con el aluvión se ha quedado sin nada. Un metro de lodo cubrió todas sus pertenencias y por ahora vive del apoyo y de los alimentos que le brindan sus amigos, "con tanto esfuerzo compré las cosas y perderlas así duele", dice.
Los vecinos dicen que ahora viven otra desgracia, la de la inseguridad. Como sus casas quedaron sin ventanas, cerramientos y puertas, temen robos. Por eso, vecinos, como Roberto Taco, montan guardia en sus casas y no planean abandonarlas.
"Estos barrios son inseguros y ahora que las casas no tienen ventanas, cerramientos ni puertas, será peor", dice.
Recicladores en acción
De los más de 3.500 recicladores de Quito, al menos 50 recorren la llamada "zona cero" para buscar plástico, cartón, botellas PET, vidrio, cables y chatarra y se confunden entre rescatistas, vecinos y curiosos.
Pablo Caiza, de 35 años, es reciclador desde hace siete años y asegura que "además de reciclar también ayudamos a los rescatistas cuando nos necesitan".
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