El agua de Quito pasa por el control de un equipo de catadores
El equipo de catadores prueba el agua de Quito.
Jonathan Machado / Primicias
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No fuman ni beben alcohol. Fabián Flores y Vinicio Cadena incluso han dejado de consumir productos azucarados para no dañar sus papilas gustativas y continuar siendo parte del equipo de catadores del agua potable de Quito.
Ellos, junto con otros cuatro trabajadores de la Empresa Pública de Agua Potable de Quito (Epmaps), forman parte del equipo que detecta -a través del gusto- cualquier anomalía en el agua que consumen los quiteños.
El grupo nació en 2011 con el objetivo de ser el último filtro de calidad, antes de que el agua llegue a los más de tres millones de habitantes del área metropolitana de la ciudad.
Según ellos, al no tomar alimentos azucarados mantienen intacto su sentido del gusto para reconocer las particularidades del agua, que varían de acuerdo con la planta potabilizadora que la distribuye.
Estas particularidades, que están determinadas por el sabor, olor y turbiedad, son imperceptibles para el común de los consumidores.
El equipo de catadores -que también está conformado por David García, Cristian Veloz, Rodrigo Vaca y Aníbal Bejarano- se preparó para esta labor en la Universidad San Francisco de Quito.
Aprendieron a distinguir texturas, sabores y olores para alertar al Laboratorio de Calidad de la Epmaps si perciben que el agua ha sufrido algún cambio que pudiera dañar la salud de los consumidores.
A esto se suma que cada uno de los catadores vive en diferentes barrios de la ciudad, con lo que la Epmaps tiene mayores posibilidades de reconocer problemas en varias zonas.
Los seis llevan un ritmo de vida normal, pero sin excesos en la alimentación. No pueden comer grandes cantidades de alimentos picantes, salados, azucarados o saturados de grasas.
Además de ser catadores, todos cumplen otras tareas en la Epmaps. Son choferes, asistentes administrativos o se desempeñan en otros cargos técnicos.
Durante sus jornadas de trabajo procuran comer alimentos saludables como frutas, vegetales y legumbres para que, al momento de realizar una cata, no haya sabores u olores que alteren sus sentidos del gusto y el olfato.
Gabriela Cabrera, directora del Laboratorio de la Calidad, dice que la cata del agua es uno de los procesos más importantes de la potabilización porque "los catadores o jueces certifican que el agua que se consume en la ciudad cumple con todos los estándares de calidad".
¿Cómo es la cata?
Un día a la semana, el equipo de catadores es citado a las 09:00 en el Laboratorio de la Calidad de la Epmaps, en la planta de potabilización Bellavista.
Cada uno de los jueces sabe que ese día no debe lavarse los dientes, ni comer alimentos azucarados, salados, grasosos o picantes. Tampoco usar perfume.
Gabriela Cabrera, directora del Laboratorio de la Calidad, les entrega tres muestras de las 20 diferentes plantas potabilizadoras que tiene la empresa municipal en la ciudad.
Los seis catadores toman las muestras, beben un sorbo, lo saborean 30 segundos y apuntan en una hoja las características de cada muestra.
Si detectan algo extraño, la dirección del laboratorio notifica a los encargados del proceso de potabilización para analizar esa muestra y determinar las causas de la anomalía.
"El equipo de catadores es fundamental para que el agua que consumen los quiteños tenga una garantía de salubridad del 100%", agrega Cabrera.
Durante 30 minutos, los jueces saborean las muestras y apuntan sus conclusiones. Si no existen novedades, se levantan y continúan en sus actividades cotidianas.
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