Los nuevos hábitos de la pandemia acentúan la adicción a los videojuegos
Los nuevos hábitos de educación y trabajo virtual dificultan a los padres distinguir si hay una adicción a los videojuegos. En consultas privadas, médicos detectan más jóvenes entre 14 y 20 años que llegan con este problema.
Jóvenes en una competencia de videojuegos en México.
EFE/Cortesía Liga de Videojuegos Profesional México
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“David movía la mano sobre la pierna, como si tuviera un mouse, era como si estaba jugando en su mente. Trataba de conversar, pero no estaba ahí, miraba las paredes. Ahí empezó el calvario”, describe Lucía.
El hijo de Lucía, de 20 años, padecía síndrome de abstinencia una vez que aceptó que era adicto a los videojuegos.
David llamó a su tía hace cinco meses y le dijo que tenía un problema. "Tengo una adicción a un juego en línea, no sé cómo dejarlo, necesito ayuda", expresó. Entonces entregó la computadora, el teléfono y acordaron buscar a un psiquiatra.
David es uno de los 110 pacientes entre 14 y 20 años que ha atendido la doctora Julieta Sagnay, desde inicios de 2021.
“Lo que he podido observar es que a raíz de la pandemia ha aparecido esta adicción a los videojuegos en los jóvenes que han estado encerrados”, explica la especialista.
Una circunstancia preocupante es que a los padres se les dificulta distinguir si las actuales formas de educación y trabajo virtual son una adicción o son parte de los nuevos hábitos.
“Y el problema es que no está siendo reconocido a tiempo, y cuando llegan es porque hay otro síntoma de alerta como depresión, ideas de suicidio o cuadros psicóticos. He tenido casos donde los jóvenes han sido agresivos cuando les han intentado quitar la computadora”, explica Sagnay.
Sin datos en Ecuador
No existen estadísticas nacionales sobre las adicciones a los videojuegos. La razón principal es porque el país no usa la última Calificación Internacional de Enfermedades (CIE-11) de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
En Ecuador, se continúa catalogando como “juego patológico, dentro del trastorno de los hábitos y los impulsos”, donde se incluye por ejemplo, la adicción a los juegos de casinos.
Bajo ese sistema, la consulta externa del Instituto de Neurociencias de la Junta de Beneficencia de Guayaquil, ha recibido 18 casos entre 2017 y 2021. De ese grupo seis fueron mujeres entre 50 y 65 años de edad.
“Es probable que exista un subregistro, porque si una persona llega con otros trastornos principales como depresión es tratada primero por esa afectación”, explica la psicóloga Diana Murillo de la Unidad de Conductas Adictivas.
La OMS incluyó en 2019 la adicción a los videojuegos en su lista de enfermedades. Lo define como “un patrón de comportamiento de juego persistente o recurrente a juegos digitales o videojuegos, que puede ser en línea o fuera de línea”.
Y agrega que "la adicción a los videojuegos se manifiesta por el deterioro en el control sobre el juego, el incremento en la prioridad dada al juego se antepone a otros intereses y actividades de la vida diaria".
Hasta 20 horas diarias de juego
Lucía relata que “cuando David empezó a hablar, recién nos enteramos que jugaba desde que tenía nueve años hasta 20 horas diarias”. La madre se reprocha no haberse dado cuenta antes de la adicción de su hijo.
“Nosotros decíamos que le gustaba la computadora sin saber que era una adicción, así como a las drogas”, reconoce la madre del joven.
¿Qué sucede cuando un joven está frente a un computador o videojuego? Sagnay explica que el flujo cerebral de una personas está condicionado por “un sistema de recompensa que nos hace sentir placer, por ejemplo, al comer, abrazar, hacer actividades que nos gusten”.
Pero “el sistema de recompensa de estos jóvenes se enciende cuando prenden el computador, ahí sienten placer, porque se produce una cascada de dopamina más exagerada de lo normal, por eso ya no van a sentir recompensa con las otras actividades”.
David lleva cinco meses en rehabilitación. Está con medicación, asiste a charlas de alcohólicos anónimos, porque no hay grupos específicos para adictos a los videojuegos. Ha regresado a la universidad, y su familia controla el uso y el tiempo que pasa en Internet.
Él es el único caso hasta ahora exitoso que ha podido dar seguimiento Sagnay. Los demás pacientes no han regresado a la terapia y una de las razones es porque no tienen apoyo familiar. “Para esto se necesita que los padres dejen también sus teléfonos, desconecten los aparatos y estén más presentes, pero ellos tampoco quieren hacer ese sacrificio”, lamenta.
La psicóloga Murillo considera que los padres deben autoevaluarse “hasta qué punto es cómodo para ellos que sus hijos estén en los videojuegos”.
Y explica que hay alertas para detectar si un niño o joven tiene una adicción a los videojuegos y son los siguientes:
- El joven responde de forma agresiva o está irritado.
- Cuando se aísla para jugar, se encierra en el cuarto.
- Miente para jugar.
- Cuando deja sus responsabilidades a un lado.
- Si justifica su conducta y reclama a los padres que juega porque ellos no están en casa.
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