101 historias que develan el femicidio más allá de los números
101 mujeres han sido víctimas de femicidio en lo que va de 2020. En este 25 de noviembre, en el Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, PRIMICIAS recoge los nombres y las historias detrás de cada una de ellas.
Entre el 1 de enero y el 24 de noviembre de 2020, se registran 101 femicidios en Ecuador. Las víctimas tienen, en su mayoría, entre 25 y 39 años, pero también hay menores de edad y mujeres de la tercera edad.
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Ellas no son números, son vidas.
Con esa idea, la familia de Adriana Camacho busca visibilizar los rostros de las mujeres asesinadas en Ecuador durante este 2020.
Adriana tenía 36 años y es una de esas víctimas. Fue asesinada el 24 de febrero. Su pareja, un hombre con quien llevaba una relación de más de un año, la envenenó. También mató a su hijo Santiago, de apenas seis años de edad.
La historia de Adriana no es aislada.
En el país, una mujer es asesinada cada 72 horas. En lo que va de este año, 101 niñas, mujeres y adolescentes han sido víctimas de la expresión más grande de la violencia machista: el femicidio. Producto de estos asesinatos, al menos, 98 menores de edad han quedado en la orfandad.
En el 66% de los casos, el crimen fue perpetrado por sus parejas o exparejas, como en el caso de Adriana.
El femicidio se tipificó en 2014 en el Código Orgánico Integral Penal (COIP). Desde entonces, se registran 833 casos, según la Alianza para el Monitoreo y Mapeo de femicidios de Ecuador.
En el monitoreo, realizado por organizaciones de la sociedad civil, se incluyen los transfemicidios. Es decir, los asesinatos de mujeres transgénero y transexuales que, en este 2020, suman cinco.
Adriana es la víctima número 14 de 2020, pero es también una vida.
Su hermana Gabriela Camacho, cuatro años menor que ella, la describe como una mujer alegre, emprendedora, recursiva y perseverante.
“Cuando veías a Adriana, lo primero que notabas eran su sonrisa y su mirada. Tenía una sonrisa hermosa y unos ojitos verdes lindos”, recuerda Gabriela al otro lado del teléfono y su voz se interrumpe, porque no puede evitar soltar algunas lágrimas.
Adriana era la mayor de tres hermanos. “En todas sus relaciones, tanto en la familia como con sus amigos y amigas, era como una maestra... una persona que guiaba, aconsejaba y acompañaba”, cuenta su hermana.
Como Adriana, cada una de esas otras 99 mujeres tiene un nombre, un rostro, una historia, un sueño que no pudo cumplir porque alguien le quitó esa posibilidad.
Detrás de las cuentas de Justicia para Adriana y Santiago en redes sociales están ella, su mamá, una prima y una amiga de la familia. Camacho dice que para ellas la necesidad de exponer los femicidios nació luego de ver “la frialdad de algunas personas y medios de comunicación” al tratar los casos. “Nos pusimos a pensar en todas las mujeres que seguían matando y cómo de ellas ni siquiera se hablaba”.
“Lógicamente la vida que se corta directamente es la de Adriana y las otras 100 mujeres. Pero también otras vidas se fracturan…”.
Gabriela Camacho, hermana de Adriana Camacho
Otro problema, además de la falta de visibilización de los casos, es que el registro que lleva el Estado no coincide con el de las organizaciones civiles. Según los últimos datos de la Fiscalía General —publicados a inicios de noviembre— en el año se contabilizan 55 casos, es decir casi la mitad.
Asimismo, desde 2014 la Fiscalía identifica 432 víctimas, en contraste a las 833 registradas por la alianza.
Esa brecha impide no solo dimensionar la problemática social, sino que también es un obstáculo en la obtención de justicia por parte de las familias de las víctimas.
“Para el Estado son solo números, pero para las familias y para nosotras son mujeres a las que se les arrebató la vida brutalmente”, escribió Lita Martínez, directora de Cepam Guayaquil, el 23 de noviembre en Twitter.
“Con políticas públicas eficientes estos 101 femicidios se hubiesen prevenido”.
Lita Martínez, directora de CEPAM Guayaquil
En lo que va de 2020, Adriana, Virginia, Kathy, Johanna, Cinthia, Paulina, Lucrecia, Inés, Carmen, Nohelia, Tamia, Sisa, Melissa, Olga, Victoria, Doris, María Monserrate, Maricelys, Gabriela, Katty, Paula, Brigith, María, Milena, Katherine, Andrea, Kattya, Juana, Enriqueta, Sany, Camila, Estrellita Neptaly, Jennifer, María Isabel, Zoila, Elizabeth, Sara, Mariuxi Belén, Narcisa, Rosa, Judith, Liliana, Wendy, Gabriela, Marlene, Belkys, Emily, Gema, Paulina, Jenny, Nayeli, Daniela, Sasha, Elvira, Mayra, Yulexy, Marjorie, Johana, Génesis, Lizeth, María Magdalena, Cristina, Konny, Lidia, María Gabriela, Daniela, Valentina, Maité, Elsa, Isbelli, Johanna, María Mercedes, Rosa, Jenny, Katherine, Jessica, María del Carmen, Adriana, Julia, Antonella, Melani, Johanna Patricia, Silvia, Gabriela, Anahí, Emilia, Katherine, Cristina, Marilyn, Yomira, Maribel, Fladis Casilda, Jazmín, Verónica, Yessenia, Karen, María Rosario, Juliana, Fanny, y dos mujeres más que no han sido identificadas, fueron asesinadas.
No importó su edad, su lugar de origen, ni su nacionalidad.
La mayor de ellas, Zoila, tenía 83 años. La menor, Valentina, apenas tres meses de nacida. Fladis Casilda fue asesinada en Esmeraldas, Lizeth en Tulcán y Jennifer en Santa Cruz.
Gabriela Andrea era argentina, mientras que Paula, Isbelli y Maricelys eran venezolanas, pero las cuatro fueron asesinadas en el país al que vinieron a buscar un futuro mejor.
19 de ellas —entre las que está Adriana Camacho— murieron antes de la emergencia sanitaria, pero a otras 82 mujeres ni siquiera la pandemia las salvó de sus femicidas.
Estas son sus historias:
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