"No pude evitar pensar en mi hijo de un año”: el testimonio de un secuestrado por Los Choneros
Un vendedor de una empresa de cerveza cuenta cómo lo secuestraron en el noroeste de Guayaquil, en un distrito dominado por bandas criminales. Le pidieron USD 500 para dejarlo libre. “Terminé temblando con una mezcla de indignación, rabia y miedo”, dice.
Una calle de Monte Sinaí, sector urbano marginal sin servicios básicos al noroeste de Guayaquil.
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“Me bajaron de mi carro, me subieron en una moto y me pusieron una camisa en la cabeza. No pude evitar pensar en mi negro, en mi hijo de un año, en dejarlo tan pequeño”, relata un vendedor secuestrado en Monte Sinaí, al noroeste de Guayaquil.
Lo llamaremos 'Mateo', tiene 28 años y casi una década como vendedor de productos tienda a tienda.
Trabaja para una empresa de cervezas y, hace un mes, resultó secuestrado en un recorrido por Nueva Prosperina, en el noroeste de Guayaquil, el distrito más violento de la ciudad, bajo el dominio de bandas criminales.
Guayaquil registra en lo que va del año cuatro veces más emergencias por secuestros, respecto a los ocho primeros meses de 2022.
El servicio integrado de seguridad Ecu-911 reportó 159 llamadas por secuestros en Guayaquil hasta el 30 de agosto, frente a los 38 en el mismo periodo del año pasado. Es decir, el incremento es del 318%.
'Mateo' nunca reportó su secuestro al 911. Tuvo que pedir dinero, primero a su empresa y luego a sus familiares, para poder salir de un lugar donde se cobran extorsiones a casas, negocios y camiones repartidores de agua potable.
Exceso de confianza
“Tengo más de dos años trabajando en el sector de Monte Sinaí y nunca me había pasado nada.
Uno de mis clientes más grandes estaba conectado, al parecer, con una de las bandas, por lo que tenía vía libre para entrar, al menos a esa cooperativa, por eso estaba confiado.
Lo que no sabía es que se estaba produciendo desde inicios de año una fragmentación de los diferentes sectores de Monte Sinaí en medio de la guerra entre bandas, con diferentes cabecillas por barrios o cooperativas.
Cada bloque está dominado por una banda diferente, a veces son sectores con solo dos a tres cuadras de diferencia.
La mañana en la que me retuvieron no era diferente a cualquier otra. Estaba haciendo mi gestión de venta en mi vehículo, moviéndome de un depósito a otro en la cooperativa Voluntad de Dios cuando me cerraron el paso dos motos con hombres armados.
Me hicieron bajar del carro, revisaron el vehículo y me sacaron la camisa para revisar si tenía tatuajes en el pecho o en los brazos, que me pudieran identificar con algunas de las bandas.
Lo único que atinaba a decirles es que no tenía armas, que no era de ninguna banda y que simplemente estaba trabajando. Ellos hicieron una llamada y esas dos motos se convirtieron en seis y en una docena de tipos armados”.
"Pensé en mi hijo de un año"
“Me subieron en una moto y me pusieron una camisa encima y me dijeron que bajara la cabeza. Entonces no pude evitar a pensar en mi negro, en mi hijo de un año, en dejarlo tan pequeño…
Uno de ellos me quitó las llaves y se llevó mi carro. Me condujeron del hospital de Monte Sinaí, mucho más al fondo, a hablar con el líder del sector, un tal alias 'Memo', supuestamente de la banda Los Choneros.
Cuando me quitaron la camisa de la cara me vi en un descampado, en un terreno rodeado de los tipos armados de la motos.
Allí en un terreno tenían una casita de caña, con colchones tirados en el suelo, un televisor y parlantes, era como su central. Vi mi carro parqueado cerca.
Me llevaron a hablar con el comandante. Le dije que no tenía conocimiento de todo esto que estaba pasando, que se paga (extorsión) por bloque, por sector, por cuadra.
Llamamos a un amigo de un depósito para que tuvieran referencia de mí y para que supieran que no estaba haciendo nada malo. Pero mi cliente no podía hacer nada por mí en ese sector, solo me dijo que colabore para que no pasara nada.
El comandante me puso a llamar a mi empresa para cobrar la vacuna, USD 500 para dejarme en libertad. ‘Si tú pagas, no pasa nada’, me dijo. Pero la política de la empresa no es depositar al primero que llame por un secuestro.
Me hicieron abrir mi cuenta bancaria en mi teléfono. Pero gracias a Dios suelo mover mis ingresos a otra cuenta y no vieron nada en la cuenta donde me deposita la empresa".
“Temblaba de coraje y miedo”
"Como pasó más de una hora sin una respuesta de la empresa donde trabajo, llamé a mi suegro para que me prestara el dinero. Mi suegro es un marino retirado, así que supuse que sabría más o menos cómo proceder.
Él demoró en hacer la transacción porque si veían que hacía de inmediato y sin ningún problema el depósito, lo más probable era que subieran enseguida el valor del rescate.
Lo llamaban cada 15 o 20 minutos y mi suegro les decía que estaba prestando o reuniendo el dinero.
Es indignante que tu vida dependa de un malandro, es algo bien feo. Una mezcla de sentimientos me embargaba: indignación, rabia y miedo.
En un momento estaba temblando de coraje e impotencia.
‘Ya, tranquilo, no tiembles, que no te va a pasar nada’, me decían ellos. Estuve tres horas retenido.
Al final mi suegro los llamó, les dijo que solo había reunido USD 150 y que ya los había depositado a la cuenta que nos dieron. Así que me embarcaron en otra moto y nos movimos a unas cuatro cuadras, a una tienda del barrio.
Ya me habían quitado los dos teléfonos, el mío y el de la empresa. Y temí que también me robaran el carro.
Pero una vez que sacaron el dinero, me devolvieron las llaves y tuve que caminar a pie, de vuelta hasta el auto, con miedo de que me secuestren de nuevo. Y logré salir de ahí hasta donde un cliente a tomar agua y a pasar el susto. Todavía estaba temblando".
“Las tiendas están cerrando”
“Ahora ya no estoy ingresando al sector, atiendo a los pocos clientes que quedaron por teléfono.
El camión repartidor sigue distribuyendo cerveza en el sector: se paga a los extorsionadores USD 150 mensuales por la entrada el camión a uno de los bloques y querían otros USD 150 al mes para dejar entrar al vendedor.
Hasta fines del año pasado atendía a más de 20 clientes entre depósitos y tiendas en Monte Sinaí. Ahora solo abastecemos a tres o cuatro depósitos y muchos distribuidores de productos han dejado de entrar a la zona por el riesgo de secuestro, desde distribuidores de cárnicos a bebidas.
Muchos clientes prefieren no vender cerveza, cierran temprano. Aparte de que las tiendas pagan una extorsión de USD 5 a USD 10 semanales siempre hay un cumpleaños de cualquier malandro, de su esposa o hija, por lo que mandan a ver a la tienda una jaba (caja) de cerveza.
Tienen que darle la cerveza gratis solo porque lo dice el comandante del barrio. No es rentable y por eso muchas tiendas han cerrado.
Solo espero que contar mi caso sirva para que se pueda arreglar en algo la situación en Monte Sinaí, que debería militarizarse. Ojalá el cambio de Gobierno sirva de algo, porque eso es otra ciudad, dominada por las bandas. Y la gente vive atemorizada”.
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