‘Rulay’ y otras expresiones revelan el ascenso de la narcocultura en la sociedad ecuatoriana
La viralización de 'Rulay' revela el nivel de penetración de expresiones de la narcocultura en Ecuador. La canción se conoció a partir de videos de militares que ridiculizan a tiguerones capturados, obligándolos a cantar su canción emblema.
Militares y policías borran el tigre de un mural de la banda Los Tiguerones, en Esmeraldas.
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Una de las primeras imágenes de los operativos militares que iniciaron tras la declaratoria de conflicto armado interno, es la de presuntos delincuentes esposados y quejándose mientras son obligados a cantar una canción con el estribillo de 'estoy rulay'.
La viralización de esos videos permitió descubrir que se trataba de una canción que hace apología a los crímenes de la banda Los Tiguerones, una de las 22 calificadas como terroristas y señaladas, por ejemplo, de la incursión armada en TC Televisión.
La canción es usada como mecanismo de humillación, pero lo que preocupa va mucho más allá de la anécdota. Esa canción es solo una de las que difunden los mensajes de este grupo terrorista y revelan el crecimiento de un subgénero asociado al crimen: el narcorreguetón.
PRIMICIAS descubrió, al menos, cuatro canciones dedicadas a este grupo en Spotify, pero también hay canciones glorificando a delincuentes como alias 'Fito', líder de Los Choneros. Estos hallazgos dan cuenta del nivel de penetración de estas expresiones de narcocultura .
‘Rulay’ plagia musicalmente, desde el reguetón, una parte del ritmo de ‘Gimme the light’ (2002) del jamaicano Sean Paul, para pasar a referir en la letra a órdenes y asesinatos, o a la fiabilidad de pistolas que estos sujetos utilizan.
Lo peligroso de estos mensajes es que la música despierta emociones y a través de las emociones se pueden instalar en el inconsciente ideas o valores, advierte el sociólogo Carlos Tutivén.
“Los seres humanos somos más emocionales que racionales. Por la emoción (y las canciones) entran ideas o valores que van directo al inconsciente, sin el filtro de la razón”.
Carlos Tutivén, sociólogo.
La palabra ‘rulay’ es un anglicismo proveniente del inglés "ruling", que se traduce como “en el poder, reinante o dominante” o como “fallo, ley, decreto y resolución”.
El término se deformó a inicios de este siglo en el lenguaje coloquial caribeño, en especial en República Dominicana. Y se adaptó como sinónimo de estar relajado o de fiesta alocada, en contextos urbanos.
Por extensión se dice de una persona que está estimulada por el alcohol o las drogas. En los vídeos del tema, parece extenderse también en Ecuador a la estimulación que produce el dinero producto del sicariato, la extorsión o el secuestro.
¿Cómo salta el término a Ecuador? Probablemente con el reguetón, la palabra la usan raperos como el dominicano Rochy RD, quien ha colaborado con artistas como Anuel y Ozuna.
De narcocorrido a narcorreguetón
Las canciones de Los Tiguerones hablan de estilos de vida “despiadados”, de salmos de protección, envíos de droga, de cuentas bancarias llenas con dinero proveniente de extorsiones y, sobre todo, del acto de matar:
Las canciones tienen nombres en esa misma línea: 'Gatillero', 'Emperador La W' o 'Intocable', entre otros.
Los Tiguerones figuran como una de las bandas que más violencia despliegan en Ecuador, junto a Los Lobos, según la Policía. De hecho, Los Lobos cuentan con un equivalente de ‘Rulay’, también en el género urbano.
Los Tiguerones es una organización jerarquizada bajo doctrina de tipo paramilitar, su mayor presencia está en Esmeraldas, Manabí y en el distrito metropolitano de Guayaquil, donde se dedican al narcotráfico, extorsión, sicariato y tráfico de armas, principalmente.
El psicólogo y sociólogo guayaquileño Carlos Tutivén advierte sobre el riesgo de naturalizar estos productos y recomienda situar este consumo cultural “dentro del horizonte de los cuidados”.
El consumo de este tipo de música no debe tomarse a la ligera, ya que promueve la normalización de la violencia, dice.
Se trata de una tendencia que se remonta a la época de la Revolución Mexicana con los corridos mexicanos dirigidos a poblaciones rurales -dice-, para ponerlas al día de la violencia de la guerra, a falta de otros medios de comunicación.
“La música es un medio de adhesión emocional a la causa de una guerra. En los corridos mexicanos era la causa de la revolución y podría estar justificada históricamente”.
Carlos Tutivén, sociólogo.
Pero esa “conexión emocional” que representaba la música y el corrido se extrapola luego con el narcocorrido, que transmite “causas criminales” y propaganda narco, lo que incluye estampas de “extrema violencia y crueldad, hasta estilos de vida opulentos”.
Lo paradójico es que generan atracción, como puede suceder ahora con temas como ‘Rulay’ en Ecuador, dice el académico. “Es irónico porque estas canciones amenazan directamente al público”, dice.
“Los cantantes que interpretan estos temas suelen terminar asesinados, eso es lo que está en juego al naturalizar este subgénero musical aberrante”, agrega Tutivén.
Exacerbación de la violencia
Si de narcocorridos se trata, Adolfo Macías, alias ‘Fito’, cabecilla de Los Choneros cuenta con dos de estas canciones, una de ellas interpretada por su hija. El narcotraficante grabó imágenes para videos musicales dentro de la cárcel Regional de Guayaquil, meses antes de su fuga.
El sociólogo guayaquileño Héctor Chiriboga cataloga como “manifestaciones culturales de pobreza simbólica” a temas como ‘Rulay', pues dice que carecen de originalidad y desarrollo musical. “Son un plagio, no hay la intención de generar algo estéticamente nuevo”, dice.
“Las letras de estas canciones reflejan una realidad de violencia exagerada y una identidad ligada a imaginarios de delincuencia y criminalidad”.
Héctor Chiriboga, sociólogo.
En ese sentido, marca una diferencia de los productos de la incipiente narcocultura local con la tradición de los narcocorridos y la música regional de México.
“A unos les genera rechazo porque ven en el narcocorrido una apología de la violencia, otros ven una suerte de reivindicación de sujetos olvidados y marginados”, apunta el sociólogo.
Pero coincide en que los productos del narcorreguetón funcionan como un mecanismo identitario, “construye adhesiones, afectos y desafectos”, tienen entre sus objetivos conseguir adeptos y formar una base social.
También pone énfasis en frases de los temas como “dieron la orden”. “Estas canciones están dirigidas a la base de la pirámide criminal. Es decir, expendedores y gatilleros, quienes son prescindibles. Lo escandaloso es que están contentos con ocupar ese lugar”.
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