Líder del Tren de Aragua negoció con el gobierno de Venezuela para salir de la cárcel de Tocorón
Según la ONG Observador Venezolano de Prisiones, el 'Niño Guerrero', el temido líder del Tren de Aragua, conocía sobre la intervención en la cárcel de Tocorón y salió antes del penal.
Exteriores de la cárcel de Tocorón, en Venezuela, donde estaba recluido el líder del Tren de Aragua, septiembre de 2023.
AFP
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Con piscina, bares, restaurantes y un zoológico, así cumplía su 'condena' el líder del Tren de Aragua, 'Niño Guerrero', en la famosa cárcel de Tocorón en Venezuela, hasta donde llegó el gobierno de Nicolás Maduro con una intervención militar.
En declaraciones a la agencia AFP, la ONG Observador Venezolano de Prisiones aseguró que Héctor Guerrero se benefició de complicidad e incluso negoció con el gobierno para salir del penal antes de la operación de seguridad.
Esta es una afirmación que el gobierno venezolano negó e incluso afirmó que ya coordina con otros países de la región, incluyendo Ecuador, la captura de Guerrero.
El operativo fue la semana pasada cuando más de 11.000 miembros de las fuerzas de seguridad ocuparon esta cárcel, controlada por el Tren de Aragua, una banda que ha extendido sus tentáculos a varios países de América Latina.
El Tren de Aragua, que supuestamente cuenta con unos 5.000 miembros, apareció en 2014 y opera en actividades mafiosas "clásicas": secuestros, robos, drogas, prostitución, extorsión. Ha ampliado también su influencia a otras actividades, como la minería ilegal.
Está presente en ocho países latinoamericanos, entre ellos Ecuador, Colombia, Perú y Chile.
"La vida era más agradable" en la cárcel
El penal de Toreón sirvió como base de operaciones para Guerrero y otros cabecillas del Tren de Aragua. Desde allí controlaban a sus secuaces y dictaban órdenes, además gozaban de privilegios.
Tras la intervención militar, el mundo descubrió lo que realmente encerraba la cárcel: había un 'steak-house' (restaurante de carnes), una piscina, una doble pileta circular, peluquería y hasta un parque infantil con toboganes.
"La vida era más agradable y segura en la prisión que en la calle", dijo a la AFP bajo condición de anonimato la esposa de un exrecluso, ahora trasladado a otro centro penal.
Otra esposa de un prisionero, condenado a 13 años por homicidio, cuenta que sigue buscando el cuerpo del hombre.
Este sujeto, con quien se casaría dentro de 15 días, es uno de los "bautizados". En la prisión, estos cristianos que vestían de blanco formaban una casta aparte a la que los "malandros" -hampones- no molestaban.
"Había tranquilidad, había una piscina, un zoológico", explicó esta joven peluquera a las puertas del penal.
Contó que su pareja trabajaba en una pequeña tienda allí y le enviaba dinero para sortear la dura crisis venezolana. "Él es quien me ayuda".
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